Capítulo 13

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CAP 13

Natasha leía un libro de autoayuda recostada en la cama. Necesitaba desconectar de todo lo que le llevaba sucediendo estos últimos meses.
No quería ir a terapia porqué decía no creer en eso, y Shirk le recomendó ese libro:
"Superarás —Chamana nivel 1"
Pero no podía desconectar de alguien que ya crecía en su interior y la ponía muy feliz.
—Marica ¿y qué nombre te pongo yo a ti?—apartó el libro y se sentó en la cama, viéndose en el espejo que tenía enfrente.
—Si eres niña... Alejandra, ¿qué tal, ah?—sonrió observándose en el espejo.—Pero yo quiero que seas niño... y te parezcas a tu papá. O mejor una mezcla de los dos, que estamos bien hermosos.—sonrió a modo de suspiro.—¿Qué tal... Jorge? Jorge... O Misael. ¡Pero que te digan Misael, y no Michel...!—sonrió.
—¿Qué voy a hacer, Dios mío?—se echó de nuevo en la cama, mirando el techo de la habitación.
Se acariciaba la panza y las lágrimas iniciaron de nuevo.
—Mamá.—dijo Isabel apareciendo por la puerta del cuarto.
—Dime, mi amor...—dijo quitándose rápidamente las lágrimas con las manos.
—Ya no soporto esta situación.—se sentó en la cama, y Natasha se incorporó— No soporto al ogro con el que pretendes casarte, má. No quiero.
—¿A qué viene todo esto, se puede saber?
—Oí como te gritaba que "el pinta" no puede estar en la boda, además de estar hablándote de temas muy delicados, en el que la mujer, siempre es la culpable...—se puso las manos en la cara— ¡Paloma, y yo nos marcharemos si esto continúa! Los tíos tampoco lo soportan, basta, má. Date cuenta, ¿sí?—le dijo agarrándole las manos.
Natasha apartó suavemente sus manos, y se levantó enojada.
—¡¿Pero qué cosas estas diciendo?! ¡¿Es por lo del embarazo todo esto?!
—¡No! Es por todo lo que te está generando, y ni cuenta te das...
—¡Es mi vida, llevo mucho tiempo sola! Y por fin alguien quiere envejecer a mi lado...
—¿A costa de tu salud mental?
—Bueno Isabel, terminó esta conversación.—Natasha fue al salón y Michel iniciaba una llamada por celular.
Shirk miraba fijamente la tv, con una media sonrisa:
—¿Quién era?
—No lo sé, ni lo vi.—mintió.
—Estoy viendo un partido de fútbol... Sé que a las mujeres no les gusta así que, no te voy a obligar a ver... para que no me andes preguntando todo el tiempo como una pesada.—sonrió— ¿Me puedes traer una cerveza, mi amor? Y algo para comer.
Natasha asintió sonriente y le trajo lo que pidió.
—Me voy a ir a pasear un rato.—dijo Natasha.—Quiero despejar la mente, caminar...
—Recuerda que no está bien que visites a todos aquellos que no quieren tu felicidad, y me odian porque sólo te quieren con "el pinta". Como tus hermanos.
—Mis hermanos no me quieren con Michel, les da lo mismo... ¿Qué estás diciendo?
—Pero no te quieren ver conmigo, no quieren tu felicidad, ya ves.
Natasha sintió náuseas y un poco de mareo.
Shirk que no despegaba la vista de la tv, ni se percató.
Natasha se sentó en una silla, y poco después, se levantó disimuladamente para ir a devolver al cuarto de baño.
Poco después de lavarse la cara, se sentía mucho mejor. "Ya estoy perfectamente"—se dijo.
Volvió al salón y Shirk estaba de pie con el celular muy atento, andando de un lado a otro.
—¡Perdí las apuestas! ¡La puta, marica, qué vaina! ¡Mierda marica, mierda!
Natasha de nuevo, volvió a sentir náuseas y mareo. Volvió al cuarto de baño a lavarse la cara con agua fría, y bebió agua fría a su vez.
Volvía a encontrarse bien.
Entró de nuevo en el salón, y volvió a sentir náuseas al ver a Shirk. Natasha arqueó una ceja.
Lentamente, anonadada, entró al cuarto de baño y empezó a encontrarse bien. Abrió la boca, sorprendida.
Salió lentamente atónita del cuarto de baño, y miró a Shirk.
Volvió a sentir náuseas.
—Ah marica, ¿tú también me boicoteas?—pensó.
El bebé, le hablaba a través de náuseas, mareos y bienestar.
Volvió a entrar al cuarto de baño. Agarró el celular, y marcó a Michel.
—¿A qué hora te paso a buscar mañana?—contestó directamente Michel.
—Tenemos hora para la ecografía a las 17, así que a las 16 está bien.—le respondió susurrando incómoda Natasha.
—Ok, bye.—le cortó Michel.
Natasha sabía que Michel estaba enojado con la situación y que no iba a permitir que ella le apartara. Tampoco quería apartarlo, pero temía dar el paso, y que Michel volviera a dejarla esperándolo como en el rodaje de PDG1, hace 18 años. No era rencorosa, pero recordaba perfectamente como le destrozó el corazón entonces, y le aterraba.

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