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Félix me está haciendo daño. ―Eryn le decía en voz baja, evitando llamar la atención aún más de la que ya estaban llamando. ―Félix por favor.

Silencio. ―gruñó el Vulturi, ignorando sus súplicas.

Eryn miraba el piso, avergonzada de que los habitantes del castillo vieran como era tratada. Las mujeres sólo volteaban la mirada, y los hombres parecían satisfechos por cómo Félix la trataba.

Luego de convertirse en un ícono para las mujeres y que estas alzaran las espadas, los hombres procedieron a protegerlas, matando a quiénes trataban mal a sus guerreras valientes.

En el castillo Vulturi no era así.

Félix era un monstruo, tal vez incluso competía en monstruosidad con Jane y Alec. Era un vampiro con un ego por los cielos, satisfecho por causar terror incluso a los suyos.

Han pasado exactamente treinta y tres días. ―masculló Félix, apretando más su agarre en el brazo de Eryn, quién en cuyos momentos era humana, y no sabía cómo volver a su lado vampírico. ―¡Y no ha hecho nada!

No es culpa mía.

No le he permitido hablar. ―gruñó el vampiro, abriendo la puerta de su habitación. ―Chelsea ha tenido razón... usted es inservible. ¡No ha logrado convertirme en un humano!

Le he dicho que no lo puedo controlar. ―se defendió Eryn, sintiéndose una inútil. Aunque él no tuviera un don, Eryn le temía a Félix y a todo de lo que él era capaz de hacer. ―Apenas yo puedo hacerlo.

El vampiro cerró sus puños, Eryn retrocedió asustada, sabía que aquella señal no era buena, Félix solía recurrir a Alec para así torturarla con su don..

El primer día Félix se había mostrado encantador. El segundo día fue cuando el infierno comenzó, se negaba a ser la pareja de alguien tan desagradable como lo era Félix y él enfurecía al no tener la atención de la vikinga, descargaba su furia, llamando a Alec para que utilizara su don en ella, dejándola sin sentidos durante horas, disfrutando de sus gritos suplicantes.

𝙶𝚘𝚛𝚖𝚜𝚜𝚘𝚗² | 𝚃. 𝙳𝚎𝚗𝚊𝚕𝚒/𝙶𝚊𝚛𝚛𝚎𝚝𝚝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora