Extra. 3

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Ragnar y Embry













3 de marzo, 2028, Helsinki, Finlandia.

―¡Embry!

El quileute carcajeó antes de salir huyendo de la habitación de su impronta.

Ambos tenían una relación de hermanos, aunque siempre solían hacerse bromas, todo comenzó gracias a Perseo y Embry no se iba a dejar llevar por un niño, así que devolvió el ataque.

Han pasado años así, y siguen sin aburrirse.

―Cuidado. ―le advirtió con seriedad a Alec quién lo miró con una ceja alzada, escuchando las maldiciones de su compañero. ―Está pegado a la cama.

Y riendo una vez más, se fue de ahí, preparándose mentalmente para la broma que Perseo le daría en algunos de esos días.

Queen no solía decir nada, sabía que no la escucharían, y ella realmente amaba cuando su amigo e hijo se hacían aquellas bromas pesadas.

―¿Qué has hecho esta vez? ―Wyatt lo miró desde el sofá, donde veía una película de comedia algo antigua, algo sobre dos hermanos agentes del FBI haciéndose pasar por dos jóvenes millonarias y mimadas.

―Solo te diré que tu hijo no saldrá de la cama... al menos no sin sus sábanas.

Wyatt parpadeó.

―¿Lo has pegado a la cama?

―Sí. ―asintió con gran satisfacción.

―Ah. ―dijo Wyatt y continuó viendo la película.

El quileute salió de la mansión, sonriendo en grande al escuchar a Perseo desde su habitación. Solo era cuestión de tiempo antes de que saliera con las sábanas pegadas a su espalda para ir tras él.

Se lo merecía.

Hace una semana el híbrido había cambiado su shampo, dentro le colocó pequeñas larvas y no se dio cuenta hasta que ya se lo había embarrado en el cabello.

Así que esperó, quería tomarlo desprevenido, que creyera que no tomaría venganza.

―Tú y la mano derecha de lucifer son tan extraños. ―se sobresaltó al escuchar a Ragnar justo en su oído. ―Hola, cariño.

―Tú y tu forma de aparecer tan de repente dan escalofríos.

Ragnar rió mientras se sentaba a su lado, ambos disfrutando del sol que pocas veces salía. Ambos mojaban sus pies, y Embry fingía no sentir la potente mirada del vampiro.

Pero él siguió insistiendo.

―¿Qué tengo de especial que me mires tanto?

―¿Qué no tienes? ―sonrió de lado, libre de vergüenza cuando dirigió su mirada rojiza a su entrepierna.

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𝙶𝚘𝚛𝚖𝚜𝚜𝚘𝚗² | 𝚃. 𝙳𝚎𝚗𝚊𝚕𝚒/𝙶𝚊𝚛𝚛𝚎𝚝𝚝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora