Despertó a media tarde el sábado y se dio cuenta que no había rastros de su jefe. Quizás luego del café de la mañana se había dormido y soñado que él aparecía, enterró su rostro en la almohada, un tanto avergonzada. Al menos había podido descansar más de lo que esperaba. Fue hacia la cocina, buscando una prueba de que había sido real, pero las dos tazas de café que habían dejado en el mesón ya no estaban, y ella no recordaba haberlas lavado y guardado en el estante.
Intentó de dejar de pensar en su jefe y decidió que debía arreglar un poco su hogar, después de todo, el lugar había estado deshabitado por unos cuantos años antes de que ella volviera a la aldea y que decidiera hacerse con las llaves. Había pasado tiempo con albañiles y alguno que otro colega se le había acercado con herramientas y buenas intenciones. Aoba había reparado un par de goteras en el techo, Raidō había descubierto unas paredes con moho y decidió quitarlas y ponerles madera nueva; y Genma había arreglado unas tuberías; mientras que ella e Iwashi embalaban recuerdos y polvo de sus parientes y los llevaban al ático. No era mucho más que podía hacer, más que rellenar los huecos en las paredes con pasta y luego lijar el excedente una vez que estuviese seco.
Estaba barriendo el polvillo cuando alguien decidió tocar la puerta, sintió que sus mejillas se coloreaban cuando recordaba quién la había visitado primero ese día. Tonton gruñó cuando la puerta volvió a anunciar a un invitado y fue corriendo a saltitos a intentar reconocer a la persona que los perturbaba. Shizune se mordió el labio inferior, no esperaba a nadie, por lo que mientras caminaba hacia la puerta, intentó estilizar su figura en esos pantalones y una camiseta que usaba cuando trabajaba en la casa. Cuando llegó a la puerta, Tonton tenía la nariz presionada en la ranura mientras inhalaba profundamente, como si estuviera percibiendo un aroma conocido, y su cola enroscada se movía rápidamente de un lado a otro. Era un amigo.
Al abrir la puerta, la señora Nara estaba sonriéndole.
—Señorita Shizune —le dijo ella y luego se hincó para acariciar a Tonton quién no dejaba de llamar su atención—. Espero no incomodarla.
—No, claro que no —le dijo, aun si estaba muy consciente del polvillo en toda su ropa y cara, y aun si no hubiese sido cierto lo de su jefe, o al menos no se lo creía, tampoco había tomado una ducha—. ¿Quiere pasar?
—Claro.
—Estaba trabajando en la casa —se excusó la médica, pero a la mujer no le parecía importarle—. ¿Gusta un té?
—Sí.
Shizune no estaba acostumbrada a recibir visitas, pero Tonton no parecía especialmente molesto por ello, ya que ya se había apoderado del regazo de la viuda de Shikaku y la miraba desde ahí mientras ella buscaba nerviosa los implementos para un té. No sabía qué era lo que la ponía así, ella siempre visitaba a Yoshino en su casa y se quedaba conversando con la mujer cada vez que podía. Había ido al matrimonio de su hijo. Y ahora no podía verla a los ojos sin ponerse nerviosa.
—¿Té verde está bien?
—Sí —dijo la viuda acariciando detrás de las orejas del cerdito, quizás ya había sido conquistada por él. Se veía bastante cómoda, al menos era una de ellas la que se sentía así.
Shizune asintió y buscó las hojas de té y dos tazas para servir, luego de poner a hervir agua. Y al hacerlo, revivió la visita de su jefe horas atrás y no pudo evitar sentir que las puntas de las orejas se le encendían. Él había llegado con una pésima excusa, diciendo que podrían planear un encuentro ese día para no interferir en el trabajo, y luego había sugerido tener uno esa misma mañana, como Kakashi y Shizune.
—Supe que irán a la ceremonia en la Roca.
La voz de Yoshino la despertó.
—Sí —respondió—, dentro de una semana y media.
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Días de la Semana
FanfictionShizune piensa que no es más que una simple asistente, que no es hermosa ni mucho menos atractiva. Nadie debía verla, menos el Hokage. Fanfic para el evento de Shizuneweek.