Capítulo XXII: El día después

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Genma pasó saliva para tragarse el nudo que de pronto se formó en su garganta, no podía describirlo, pero había tenido una corazonada desde hace un tiempo atrás. Sin embargo, intuirlo era algo inofensivo si se lo preguntaban, ya que comprobarlo era lo que realmente le dolía. Había intentado por todos sus medios esquivar a Shizune desde que ella había terminado con él y, por el bien del equipo, había luchado consigo mismo para aparentar que solo le importaba como una amiga.

Saber que Shizune estaba saliendo con otra persona le hacía mal, por lo que ya no podía pretender haberla olvidado.

Kotetsu siempre le comentaba pequeñas anécdotas de la mujer como si esperara que Genma fuese a rescatarla de sí misma, pero el capitán solo tensaba la mandíbula, asentía y se iba lo más rápido posible. Shizune no necesitaba que la rescataran, ella no quería nada de eso y él no había podido atravesar el muro que construyó a su alrededor. Esa noche Kotetsu lo había vuelto a hacer y le había dicho que Shizune se había ido a un puesto de dangos a comer con la viuda de Shikaku.

—Adivina quién fue por ella —le dijo el edecán, a lo que Genma solo tragó saliva.

—No me interesa —respondió, pero sí le interesaba—. Lo mío con Shizune terminó hace años.

—Es una pena —le respondió el hombre—, de verdad me parecían una bonita pareja.

Genma tensó la mandíbula y se llevó la botella de cerveza a la boca, mientras miraba por sobre su hombro para ver cuándo el capitán quemado llegaría y le gruñera al edecán para ahuyentarlo en su noche libre. Raidō era lo bastante aterrador como para Kotetsu se fuera al verlo con una expresión huraña, pero en vez de Raidō, llegó Izumo a la taberna y se unió a su animada conversación.

El recién llegado le pidió una botella al tabernero con una seña y miró al capitán de la aguja como si estuviese contento de estar frente a Genma.

—¿Supiste la noticia? —le dijo Izumo.

—Estaba por decirle, pero no quiere saber —respondió Kotetsu—, quizás todavía no supera a la señorita Shizune.

Izumo miró con sorpresa al capitán, como si él fuera el que tuviera el corazón roto.

—¡Pero si fue hace años, capitán Genma!

Genma cerró los ojos e inhaló profundo, no quería arruinarse la noche de esa forma. Shizune había sido su amor platónico en la academia, pero su fantasía con la morena había terminado demasiado rápido al huir ella de la aldea junto a Tsunade una noche. De noche soñaba con topársela cuando salía al extranjero y esos sueños se fueron diluyendo con los años, hasta que Tsunade volvió a la Hoja a convertirse en Hokage. Nunca había entendido lo que había hecho mal con ella cuando por fin se había convertido en su novia. Ella no le decía nada, solo cambiaba las reglas del juego cada dos días, y él sabía que se trataba de algo que la atormentaba, pero tenía la esperanza de que el tiempo mejorara las cosas. Ahora, solo esperaba que el tiempo lo ayudara a olvidarla, aunque la viera casi todos los días. No podía negar que verla llegar a la Villa Topo con lociones para Kabuto, no le produjera algo en su pecho. Raidō le decía que no pensara mucho en eso, y se lo repitió varias veces antes de irse a la Roca.

—La señorita Shizune parece que tiene algo con el jefe —comentó Kotetsu como si hablara del clima—. No me sorprende, últimamente parece que él se preocupa demasiado de la señorita Shizune, como si fuesen algo más que jefe y asistente.

—¿El jefe? —repitió Genma.

—Sí, el señor Hokage fue por ella al puesto de dangos y no fueron a la Torre precisamente. La señorita Anko lo viene sospechando desde hace tiempo, ya sabes, es la jefe de los ANBU y no puedes ocultarle nada a ellos. Pregúntale a Yuugao, viene siguiéndole la pista al jefe desde hace meses, y sé que eres cercano a ella.

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⏰ Última actualización: Mar 12 ⏰

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