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-Kara.- La exasperante voz de mi amiga llegó a mis oídos y me giré para verla desde mi posición en los escalones de la escalera de emergencias.

-¿Qué?.- Pregunté de la mejor manera que me fue posible mientras me concentraba en fumar algo de hierba.

-Deberías regresar a esa habitación ahora mismo.- Canturreo pero pude distinguir la expresión preocupada de su rostro- O puedes hacerlo cuando oigas los gritos de aquella chica.

-¿Pero que mierda...?

-James me sacó del cuarto y se encerró con ella allí dentro. Puede que esté a punto de follarla.

No esperé ni un segundo más y comencé a abrirme paso hasta allí en grandes zancadas. Tomé el pomo de la puerta intentando girarlo pero estaba trabada imposibilitando el acceso al interior. Maldije entre dientes y continúe forcejeando contra la puerta para poder abrirla pero no parecía dar resultados.

-¡Olsen, abre la puta puerta ahora!.- Grité aporreando la puerta con ambos puños provocando que pequeñas partes del concreto en las paredes cayese ante los movimientos.

-¡Por favor!.- Los sollozos de la pelinega llegaron a mis oídos y pateé la puerta desencajándola de las bisagras.

-No puede ser. Sólo es un polvo y ya.- Se quejó James quitándose de encima de la chica que yacía asustada sobre la cama- Tal vez quieras ser la primera.

-¡Eres asqueroso!.- Exclamó Samantha a mis espaldas.

-Te lo dije, no está aquí para ser tu puta ni la de nadie ¿Me oyes?.- Gruñí tomándolo por el cuello y él sólo rió.

-¿Por qué te interesa tanto? Hemos hecho esto un millón de veces en cada jodida fiesta a la que asistimos.- Sin poder contenerme le di un fuerte puñetazo haciéndolo caer.

-Tú has hecho esta mierda antes. Yo no.- Le corregí antes de darme la vuelta para mirar a la chica que era consolada por la castaña. Veo que no hay más remedio. Tendré que sacarte de aquí para que conserves tus bragas.

No sé qué demonios ocurre conmigo ahora mismo, pero no puedo dejar que algo le suceda a esta chica. La situación comienza a incomodarme y no tengo demasiada paciencia como para lidiar con todo esto. De camino a mi apartamento hubo sólo silencio, ella estaba muy alterada aún como para comenzar a lamentarse por todo lo ocurrido. La observé de reojo un par de veces, aún vestía aquella ropa deportiva que traía la tarde en que la saqué de aquella academia. Tenía las mejillas un poco sonrojadas a causa del frío al igual que su nariz.

-¿Chica nueva?.- Preguntó Jasper, el conserje del edificio.

-Algo así.- Contesté sin mirarlo mientras empujaba a la morena sutilmente hasta el ascensor. Sólo tres pisos y ya estábamos en el interior del apartamento, todo estaba oscuro excepto la sala que era iluminada por las luces de la ciudad- Escucha. No estoy contenta con que estés aquí, porque me gusta estar sola y no me agradan las visitas.

-¿Por qué me has traído hasta aquí?.- Su pregunta me pareció realmente estúpida pero sin embargo me mordí la lengua conteniendo mi maldición hacia ella.

-¿Preferirías haber sido follada por aquel idiota? Porque no tengo problema alguno en regresarte allí.- Se estremeció ante la rudeza en mis palabras y dejé escapar un suspiro llevando dos dedos al puente de mi nariz- Sólo.....confórmate con estar aquí. Permitiré que tomes una ducha o algo.

Esto será difícil.

...

Dejé que el agua tibia corriese por mi cuerpo y cerré los ojos disfrutando de la sensación que aquello me producía. Por fin después de dos días podía sentirme limpia y relajada por al menos unos cuantos minutos, pero el miedo aún seguía allí más presente que nunca. A pesar de la forzada y sorprendente hospitalidad que mi propia secuestradora me brindaba no podía evitar sentirme intimidada por sus orbes Azules.a Su expresión fría y su mandíbula siempre está tensa como si todo lo que ve y escucha le disgustase. Escuché como la puerta era abierta y pude visualizar su silueta a través de las puertas correderas de la ducha paralizándome al instante bajo la regadera.

MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora