18. Algo tóxico entre los dos

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Caigo al suelo en un segundo cuando Max desengancha mis manos de la cadena. Mi espalda brillaba por la sangre y el sudor, y tocaba mi piel abusada. Tiemblo en el piso, mis manos y piernas contra éste sosteniéndome a la vez que me sacudía por el dolor y miedo de recibir más latigazos.

— Eres muy débil como para luchar contra mí. — Max afirma con asco. Mandando otro latigazo contra mi espalda sangrienta. Me hago hacia adelante pero no lloro de dolor. El sentimiento de no sentir nada más, solo veía la sangre caer al costado y escuchaba el sonido del látigo. Sudor bañaba mi pelo y caía al duro cemento delante de mí. No respondí.

— No eres un líder. — Max continúa. — Has matado a tu propio miembro del grupo. — Me provoca a través de la tortura y mis ojos se cierran apenas, estaba exhausto y me sentía culpable. Las palabras que me decía metiéndose en mi mente. Jadeo cuando un inesperado y fuerte latigazo cae en mi espalda, sorprendiéndome.

— Eres patético. — Max me escupe, empujándome hacia un lado y gruño, sin poder moverme, mientras el enrolla el látigo y luego se va por la puerta. Parecía que la diversión se había acabado cuando había dejado de luchar y dejé que el dolor se adueñe de mí.

Me encogí ante el zumbido de la puerta y solo cuando se fue, mis lágrimas empezaron a caer, mi rostro contorsionándose por el dolor. Sollozo, estaba roto, aun tirado en el sucio suelo. Mi camiseta rota y manchada donde Max me había golpeado, quería mantenerla ahí. La tela me comenzaba a picar la piel donde estaba la sangre.

Sollocé toda la noche, la luz de la luna me iluminaba de la pequeña gotera, había llovido todo el día. El agua caía en mi mejilla mezclándose con la sangre de los pequeños cortes que tenía. El látigo me había tocado allí cuando Max había empezado, sin saber que tenía mucha fuerza.

Mis lágrimas se mezclaron con las gotas de lluvia y luego de un rato, seguí llorando en silencio. Pensando en todo, pensando en lo cruel que Louis estaba siendo. Él no podía sentir el dolor pero eso no lo hacía menos humano, sus instintos, en lo que estaba haciendo, eran completamente incorrectos.

No pude evitar pensar en la forma en que Louis lidiaba con las cosas, como el no sentir dolor realmente le afectó al crecer, como entendía y trataba a los humanos.

Un hombre con un poder como este, fue creado para destruir.

Era muy malo que este don haya sido puesto en las manos equivocadas.

Mi corazón se encogió. Sabía que a pesar de todo lo que había hecho, como me sacó de mis formas rebeldes y me convirtió en él hombre que alguna vez fui. Dejo salir un suspiro tembloroso.

No pude evitar querer ayudarlo. Pude ver que estaba luchando consigo mismo y sabía que en el fondo era una buena persona, sin importar lo que hizo en el pasado.

— Lo siento Leah. — Susurro, roto, en la noche, la lluvia inundando mi voz al caer nuevamente que estaba muerta. Sabiendo que esta vez era todo mi culpa. Yo causé su muerte. La traje aquí. Todo mi culpa.

Me hice bolita y lloré toda la noche. Mis ojos estaban rojos y tenía lagrimas que seguían cayendo hasta el día siguiente.

El zumbido no me hizo nada esta vez, cuando alguien entró en la celda. No me moví del lugar donde estaba sentado en el piso. Frio y débil de puro cansancio.

De repente, una gran sabana me rodeó, las manos pequeñas de Lucy apareciendo ofreciéndome ayuda. Siseo y me alejo de su toque. La sábana tocando mi espalda, las lágrimas de dolor aparecen otra vez. Esta vez me dolían los ojos.

No, por favor...— Susurro tratando de soltarme de su agarre. — No...— Sollozo. Todo lo que sentía era dolor.

Lucy me mira preocupada y sus ojos parecían nubosos mientras alejaba sus manos, manteniendo la sábana sobre mí. Rápidamente toma las pastillas que trajo con ella, me las extiende con un vaso de agua frunciendo el ceño.

— Toma esto, para tu cabeza. Harán que quite cualquier infección que haya empeorado. — Acerco mi mano, tembloroso, y toma las dos pastillas, tragando. Dolía. Tomo el vaso de agua y trago demasiado rápido, sin darme cuenta lo deshidratado que estaba.

Me quita el vaso cuando termino y la escuche sobarse la nariz, una lagrima en su mejilla, mirándome con pena. No podía ayudarme, sin importar cuanto quisiera.

— Lo lamento mucho Harry. — Susurra, sin querer que el soldado que vigilaba escuche. — Max me dijo que no te de nada para aliviar el dolor. Son órdenes de Louis. Si lo hacía, y él se enteraba, me dijo que me mataría. — Susurra la última parte con miedo. No pude evitar sentir lastima. Me estaban torturando, por supuesto que no iban a curarme. Quería que sea lo más doloroso posible para mí.

Querían romperme.

— Ellos no entienden que puedes morir si las heridas se infectan. — Susurra sollozando y mira alrededor la sucia celda. Sin mencionar el sudor y la sangre seca.

— Entiendo. — Susurro cansado. Sin decirle que eso era lo que estaba esperando. Había terminado. No había nada más que ellos me podrían quitar.

Louis ganó, lo que sea que haya ganado, hacía tiempo, pero nunca me di cuenta hasta ahora. Había algo toxico entre los dos había crecido demasiado, y ahora todo lo que quiera, era la muerte.

**

— ¿Alguien ha visto a Leah? —

Los miembros del grupo negaron con su cabeza, sus labios presionados en una fina línea mientras veían a su co-líder pálido, con expresión preocupada.

Niall pasó una mano por su pelo respirando hondo, asintiendo agradecido antes de irse hacia el rio donde había más miembros. Comenzó a trotar nervioso.

— ¿Alguno de ustedes vio a Leah? No estaba en el desayuno. — La voz de Niall sonaba preocupada mirando a su grupo juntando agua fresca y riendo entre ellos. Inmediatamente se detuvieron y fruncieron el ceño.

— No, se suponía que ella iba a ayudarnos, pero nunca apareció. — Uno de ellos responde. Lo último que Niall quería era que su grupo se preocupara y se arme un lío por algo que tal vez era innecesario.

Niall asintió hacia ellos, sin contarles la parte de que su daga también había desaparecido. Pensó que Leah la había tomado para ir a cazar pero ese pensamiento le cerraba cada vez menos. Niall empezó a preocuparse aún más, sus labios presionados y su pálido rostro, aún más pálido.

Tenía el presentimiento de que sabía lo que estaba haciendo y Niall maldijo bajito antes de que sus piernas comiencen a trotar más rápido yendo por el camino conocido del bosque. Apresurándose llegando hacia el alambre de la prisión.

— ¡¿Leah?! — Gritó corriendo entre los árboles y arbustos, saltando sobre tres fuertes ramas que salían del suelo.

Algo en el agua llamó su atención, y casi se cae hacia adelante por estar corriendo tan rápido.

Su respiración acelerada mirando el pequeño rio, algo parecía estar atorado en unas ramas.

— No. — Jadeó, sus ojos nubosos y su estómago dolió. El pelo marrón enmarañado que conocía muy bien. Caminó hacia el cuerpo que estaba en el rio. — ¿Leah? — Susurró agachándose, sus manos colocándose en los hombros de la chica, levantándola apenas y Niall no pudo evitar sollozar, su garganta dolió mientras lágrimas cian de sus ojos. Mirando el cuerpo inconsciente de Leah.

Niall la acerca más hacia su propio cuerpo, sin importarle cuan mojada estaba. Pasó una mano por la espalda de Leah rápidamente, tratando de bridarle algo de calor. Niall solo podía llorar abrazándola más fuerte. Temblando de miedo y de que podría perder a la única chica que le hizo sentir algo parecido al amor en toda su vida.

— ¡No! — Niall gritó meciendo el cuerpo de Leah en sus brazos, su cabeza apoyada en su pecho y hombro. — No me dejes. — Susurró quebrado mirando las facciones pálidas de Leah, su pelo lacio cayendo por su rostro. Niall lo empuja hacia atrás y respira hondo mirándola. — No te atrevas a dejarme.


AY :(

Bravado (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora