CAPÍTULO 2: Desafíos

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Xander Knox

Hmm...sigue oliendo putrefacto, sin duda el aroma más delicioso que se puede encontrar en toda Europa. Su petulancia, su arrogancia, la forma tan nefasta de actuar creyendo que es el centro del mundo.

¿Qué es lo que quiere? ¿Qué consigue huyendo? No es como si fuera a perseguirla para enfrentarla después de dos años. Lo cual se me apetece porque Issac sigue riéndose con los ojos de niño presumido y su dedo en punta indicándome que la siga.

Ladeo la cabeza viendo al pasadizo, mueve su culo al caminar haciéndome soltar una risita. Desvío la mirada hacia cabello rubio castaño, agitándose con ondas sobre sus caderas, ondas que crea al dormir con trenzas. No ha perdido la costumbre, ni el toque de coquetería que usa para cualquier cosa que hace, como caminar.

Joder, es una idiota.

Pero es mía.

Issac se echa a reír viéndome salir de la sala de juntas en su dirección. Ni siquiera se le ocurre correr, si fuera ella tampoco lo haría, nadie podría con esos tacones. Me ve por encima de su hombro retándome con la intensidad de sus ojos.

Rechazo la idea de lanzarme a tomarla como antes. Contengo todo musculo que intenta recordarla.

La parte realista recupera el odio que siento por ella, por la forma en que hizo las cosas, por como decidió terminar esto.

La parte ficticia me suplica que la perdone, que me arrepienta. Sinceramente, es ella quien debería arrepentirse, es ella quien debería perdonar, fue ella la que quiso hacerlo, no yo. Yo nunca quise.


—Lo siento, no creo que sea lo correcto.

—Pero dijiste que...

—Ya sé que te dije, pero no veo que haya otra solución, ni otra salida, ni nada. No somos nada. Todo esto fue pura ficción, Xander.

"Fuimos ficción".


Era un idiota, tanto como ella, que vio la primera salida demostrando que lo único que éramos era irrealidadporque estábamos enganchados a algo que poseíamos en común. Pero me doy cuenta que ella tiene la vida hecha como si nada hubiera pasado.

Me detengo tensando mi mandíbula, pasando mis dedos al interior del apretado cuello de la camisa. Retuerzo mis manos creando el radical sonido de mis huesos.

Cambio el rumbo de la dirección que ella decide tomar. Vuelvo a torcer mi cuello haciéndolo sonar, la pesadez desaparece tocándome un poco la espalda que termino por erguir.

Me planto en frente de las puertas del ascensor, observo a una gran fotografía como si fuese el poster de una película. Intento reírme al leer "La boda del año, la unión entre los Hearst y los Koch", pero no puedo.

Que hija de puta para casarse con ese hijo de puta.

Lo único que encuentro en esos ojos suyos, son el odio que la aferra a mi persona, los recuerdos vidriosos que la mantienen rota y las motas jade que se mezclan con el celeste de un cielo despejado. Nada interesante, ni particular.

Agacho la mirada al ver la fotografía de su antipática sonrisa. No se merece nada de eso, no merece una vida feliz ¿Por qué ella sí y yo no? ¿Qué hay de mí? Yo no voy a costas de nadie, menos de las personas que deciden algo y luego se arrepienten.

Presiono el botón en la pared mostrándole el dedo de en medio a la fotografía, la golpeo con fuerza viendo el cristal romperse y rasgo el papel despedazándolo. No paro hasta que las puertas se abren.

Odio ficticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora