CAPÍTULO 5: Posiciones

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Rev Hearst

Inhalo profundo abriendo los ojos, me fijo en el conjunto celeste pastel que elegí hoy. Durante la mañana lo primero que se me vino a la cabeza fue ponerme bonita para que él me viera y ahora está ahí, trabajando a mis espaldas, totalmente concentrado.

No sé porque pensé eso, nunca he sido partidaria de vestirme para alguien, pero hoy si quise vestirme para que él me viera y demonios, no debería haberlo hecho. Ni siquiera me está mirando, no me ha mirado en todo el día y llevamos muchas horas aquí.

Lo observo desde el reflejo del espejo, usa una sudadera azul oscura y pantalones anchos de algodón. Por la mañana vino usando una gorra con su mochila en la espalda mientras bebía café pasado en un vaso de cartón. Aun huele a café y a su perfume.

Inhalo profundo haciendo la postura del loto, pero no puedo dejar de mirarlo. Trabaja muy concentrado en su portátil, hace anotaciones en una libreta y se ve tan maduro desde esta distancia que no sé en qué momento fue que el tiempo terminó y en qué momento ha vuelto a empezar, como si estuviera atascada entre el pasado y el futuro.

Regreso a mi posición inicial tras contar los números, regreso a mirarlo e inclino un poco el cuello. Sus ojos se estrechan, lo cual me hace sonreír.


—¿Puedo saber porque te gusta tanto estirar sola y ejercitar en el centro?

—Cuando estiras, a veces quieres estar sola —le expliqué apoyando la mejilla en su antebrazo —. Me gusta enfocarme en lo bueno, en lo malo, en lo que agradezco y en lo que deseo. Me gusta conectar con todas las cosas que sintonizan conmigo.

—¿Qué pasa si un día no conectas con algo?

—Para eso, querido, necesitas olvidar todo lo que te hace daño como la rabia y el estrés.

Esbozó una sonrisa dejando un suave beso en mi frente.

—Pero a veces te duele.

—Todo ha de doler y lo que no duela es porque requiere más esfuerzo.

—¿Te duele amarme?

—Muchísimo —musite haciéndolo reír —, pero eso me hace querer esforzarme para poder ser felices. Tú, yo y...


Suelto un grito cayéndome de bruces, ni siquiera pestañeo cuando Xander está a mi lado, arrodillado en el piso. Chillo viendo mi musculo volverse una bola, Xander balbucea algo estirando mi pierna sobre su hombro y se pone a masajear mi pantorrilla.

—Un poco más de estiramiento no le va nada mal a nadie —espeta colocando su mano en mi muslo para ayudarme a estirar —. Respira profundo que va a doler.

—No voy a hacerte caso —arrugo el entrecejo.

Otro grito escapa de mi boca, se me retuerce la pantorrilla y siento las lágrimas escapando de mis ojos. Xander pone una mueca y siento mi respiración acelerándose por el temor de lo que vaya a hacer mi cuerpo ante su toque.

—Tienes los músculos tensos, Joelene —molesta presionando mi pantorrilla. Pongo los ojos en blanco volviendo a ver el techo, apoyada en mis codos —. Una vez te lastimaste la cadera por hacer esto. El esfuerzo que le pones hoy no te hace mejor para el mismo día.

—No me des la charla de los folletos que vendemos aquí. Los sé de memoria.

—Que bien, entonces para la próxima estira un poco ¿quieres? No soy tu entrenador privado —pone los ojos en blanco doblando mi pierna —. Deberías usar ropa más holgada, apretarse tanto no es...

Odio ficticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora