Rev Hearst
Trago duro cerrando la puerta de mi habitación y al fin dejo salir las lágrimas. Chillo soltando un gritito, apoyándome contra la puerta hasta sentarme en el piso frio, viendo toda la maldita habitación tan grande con tantas cosas siendo oscura y solitaria.
—¿Dónde está Xander?
—Cuidados intensivos, Rev, puede que no lo resista —dijo papá presionando a mi hermana para que no ingresara a verme.
—¡REV! —chilló Scarlett lloriqueando.
—Quiero verlo, por favor —suplique entre sollozos sin poder mover más que mi mano —. Déjame verlo, te lo pido...
—No puedes.
—¿Po-porque...? Es mi esposo, tengo derecho, quiero...
Lloraba desconsolada escuchando a los doctores correr, los gritos del padre de Xander y entonces me di cuenta de que algo me faltaba. Agaché la cabeza temblando, mis manos cayendo sobre mis caderas, el llanto de mi madre y Striker afuera junto a Bella intentando llegar a...
—¡XANDER!
—¡No! No vas a ir, no puedes tocarlo, no puedes.
—¡XANDER!
—Lo siento, Rev, pero tienes que dormir.
—¡NOOO! ¿Dónde...? ¡¿Dónde está mi...?!
Una inyección atravesó mis venas sacándome una lagrima y no pude sentir nada más que dolor en la parte de mi vientre. E intenté gritarle en mi dormido, llamarlo, pedirle que me ayudara, pero él no estaba. Él no respondía.
Ya no quiero pensar, ya no quiero recordar ese día, no quiero saber que sucedió, ni que hicieron. Simplemente me cuesta comprender porque tuvo que pasarnos a nosotros ¿Por qué? Si todo estaba tan bien, nosotros estábamos bien. Estaríamos mejor en menos de tres semanas.
Lo teníamos todo y ahora...
Nada.
Golpeo el piso, desesperada, solo quiero dejar de llorar, porque mi cara está empapándose poco a poco en mi intento de ahogarme con gotas que me acompañan desde el interior.
Hay vacíos que nadie puede llenar, hay huecos que no están para dejar tapar sino para saber que sucedería si te atreves a abrirlo un poco más. Como un hormiguero, no siempre puedes abrirlo desde afuera porque las hormigas empiezan a morderte, pero ellas pueden excavar para poder escapar.
Creando vacíos que no permitimos que alguien use si se lo hemos brindado a otra persona. Hacemos huecos, como hormigueros, que no dejamos que lo abran desde afuera sino desde adentro.
Podemos permitir que alguien ingrese para ayudarnos a hacer del hormiguero un lugar más amplio o podemos escondernos y evitar que los extraños quieran acabarnos, pues, aunque nos tapen, siempre encontramos el modo de volver a hacer el agujero para ver la luz.
Las lágrimas no cesan de mis mejillas y cada vez siento como el dolor toma mi pecho envolviéndolo con las pinchadas que hace dos años había sentido.
Alguien abre la puerta, niego, pero Scarlett cierra tras ella. No sé porque usa ropa tan abrigadora en casa si tenemos termostato, aun así, no le digo nada, mucho menos cuando se arrodilla a mi lado para abrazarme.
—Puedes decidir —dice apretándome más fuerte —. Puedes irte, yo voy a quedarme, puedes marcharte y ser feliz con Xander, Rere, no te condenes. Firma y tomare tu lugar.
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Odio ficticio
Random"El odio es un sentimiento difícil de controlar. Inicia algo. Acaba algo. Pero como tal, antes de odiar e incluso después, existe: la ficción". Amar a alguien ficticiamente suena tentador, en especial si la historia ya ha comenzado. Durante un juici...