𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹𝟶

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𝙹𝚞𝚐𝚊𝚗𝚍𝚘...

4 de Noviembre de 1945

Era una mañana soleada, pero eso no engañaba a nadie, el frío del otoño estaba cada vez más presente. Alemania, Canadá e Israel paseaban por un lindo parque en la ciudad, luego de que Canadá insistiera tanto Francia les dio permiso para que salieran los tres por ese día, Israel había alistado muchas cosas y Canadá conocía varios lugares por los que iban. El pequeño alemán sentía el tener una familia, aunque no podía negar el hecho de que le molestaba un poco lo fastidioso que era Canadá y lo cercano que era a la joven judía, por lo que siempre estaba pegado a ella para vigilar que el anglosajón no le hiciera daño.

Los tres se sentaron en un banco en medio del parque, los árboles se estaban quedando sin hojas y éstas estaban por todos lados, Canadá se levantó y comenzó a juntar una pila de hojas hasta hacer una gran montaña de ellas, ambos miraron desde la distancia como el canadiense juntaba más y más hojas hasta que por fin terminó, luego de eso invitó al alemán a lanzarse sobre ellas, Israel también lo incitó y, tomando impulso, el menor se lanzó, las hojas volaron a su alrededor, algunas cayeron sobre él, al final simplemente quedó acostado sobre la gran montaña de hojas, la mujer le miró a la distancia, algo deprimida, Canadá intentó persuadirlo de que ella estaba bien, entonces fue a consolarla, algo que le molestó.

Luego de algunas horas fueron a comer a un pequeño restaurante cerca de la zona, era muy lindo y tenía una estética elegante, los tres comieron y hablaron un poco sobre hacer un viaje los tres, Israel parecía cada vez más deprimida pero ninguno hizo algún comentario sobre su extraña actitud. El germano sospechaba de la actitud de Canadá cada vez que veía a Israel así, lo que hizo que sintiera desconfianza.

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Las horas pasaron volando, se habían divertido todo el día y era hora de volver a casa, debían volver antes porque si UK o USA les descubrían Francia tendría problemas, durante todo el viaje de regreso la judía se apegó al menor, haciendo que este se sintiera seguro. La casa estaba un tanto iluminada, al entrar Francia abrazó a su hijo y él e Israel se fueron, la judía se quedó hablando con él en su habitación mientras el pequeño pintaba, luego del día quería hacer una pintura de lo que le había llamado la atención, la joven mujer simplemente le escuchaba hablar de lo divertida que fue la experiencia y que quisiera pasar más días así, haciéndola sentir cada vez más depresiva, el alemán notó por el reojo las lágrimas de la judía y, dejando los pinceles, se acercó a consolarla, ella dijo que solo estaba cansada, por lo que él volvió a su trabajo.

Sin percatarse, la judía se durmió en aquella cama, al terminar su pintura el alemán la recogió y la guardó cuidadosamente para luego irse a lavar y a cambiar. Se acostó a su lado y la abrazó.

𝙹𝚞𝚐𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝚎𝚜𝚌𝚘𝚗𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜 《Countryhumans 》1939 - 1945Donde viven las historias. Descúbrelo ahora