Lo que soñaba ser y quién soy ahora, no son en absoluto similar, no sé cómo definirme a mí mismo porque no me conozco, ni siquiera sé si el lugar en el que nací me agrada o no y eso... Es patético.
Mi nacimiento ocurrió un lluvioso día en la provincia de Catania en Sicilia, Italia; las olas del mar golpeaban las costas con fuerza provocando que el aire fuera salado y hubiera más temor que alegría en las personas a mi alrededor, temían que el mal clima se volviera una tormenta terrible que era provocada por una antigua maldición. Aquel pueblo pesquero tenía sus supersticiones, decían que yo provocaría tragedias a la familia, que de algún modo el dios del mar me había maldecido, así que poca gente aceptaba trabajar en la casa por miedo de ser contagiados de la maldición, me excluyeron antes de siquiera poder hablar y a mi progenitora también.
La mujer que me trajo a este mundo, era amable, cariñosa e inocente (al menos es lo que he oído hablar a otros), ella era la única hija de una familia de alto estatus de la Nueva España, creció rodeada de lujos, comodidades y afecto, su belleza y personalidad conmovían a cualquiera. Ella creía que siempre sería feliz, no conocía la maldad de las personas hasta que yo nací, los rumores sobre mi legitimidad en la familia italiana no tardaron en circular cuando deje el vientre dos meses antes de la fecha que todos esperaban, sumado a la maldición de los pescadores, mi madre entro en depresión y era reacia a acercarse a mí mientras buscaba ser aceptada por la alta clase italiana, pero eso nunca ocurrió.Su esposo era un alfa vanidoso y orgulloso, probablemente en ese tiempo él era considerado un alfa entre alfas, sin embargo era claro que emocionalmente estaba muy por debajo de un omega. Reino Italiano jamás pudo entender el sufrimiento de mi madre, así que solo fingió no verlo para deshacerse del sentimiento de impotencia que le traía la situación. Al principio no entendí el matrimonio entre ambos, eran muy diferentes y ciertamente no iban al mismo ritmo en ningún momento, tal vez, pensaba, en el fondo esa aspereza del otro les era encantadora, llevándolos hasta el agradó de casarse, pues de acuerdo a las enseñanzas religiosas de mi Nana, dos personas se unían en matrimonio por amor.
Con los años en que mi mente se fortaleció, comprendí que mis padres no se amaban y cada día parecían más frívolos el uno con el otro, a una muy joven edad también sentí que yo no era el fruto de su afecto ni nada similar.Pase mis primeros años recibiendo educación en casa por orden de mi padre, hasta ese momento creía que solo me estaba sobre protegiendo y deseaba que yo fuera un heredero digno de su familia, eso justificaba su frialdad hacia mí cuando pensaba demasiado, pero con los días siguientes a mi quinto cumpleaños deseaba salir de casa y conocer al resto de infantes que veía desde mi ventana jugando en la plaza del pueblo, mi curiosidad infantil me llevo a salir a hurtadillas de casa sin pensar en mi atuendo. Baje corriendo el camino principal mientras notaba la costa acercarse y el mar resplandeciente parecía llamarme, en mi camino a la plaza muchas personas me miraron impactadas, estaba tan emocionado por formar parte de ese pueblo que apenas llegar a la amplia plaza tome agua de la fuente para recuperar el aliento. Las preguntas confundidas del resto de niños no tardaron en llegar, así que me gire cuidando mis modales como la maestra de etiqueta me hubo enseñado, hice una reverencia ligera y dije mi nombre, entonces noté ese horrible sentimiento de desagrado en sus caras y el terror en los rostros de los adultos, jamás he podido olvidar el dolor que aquello causó en mi corazón porque a dónde quiera que vaya todos me han mirado igual. Ese día, los niños me corrieron del pueblo mientras arrojaban piedras sin ninguna consideración a mis espaldas, más que el dolor de aquellos golpes, dolían sus palabras bruscas sobre lo que yo era, no pude evitar llorar mientras huía a mi casa buscando consuelo. Al llegar después de retrasarme por los tropezones, entre por la puerta principal llorando, madre estaba en la sala así que fue inevitable encontrarnos, tenía una invitada con vestimentas lujosas, aquella mujer me miraba igual que el resto del pueblo y mi madre, aunque sonreía lucia impotente, la señora se despidió con risas burlonas, madre reparo en mí, levanto su mano derecha y me abofeteo.
Al parecer aquella mujer era la hija de un destacado marques de Italia, era la última oportunidad de mi madre de ingresar a la alta sociedad en el club de señoras aristócratas, pero yo lo arruine. Una de las sirvientas me arrastro hasta el ático, ahí me encerró entre la polvosa oscuridad de aquel cuarto olvidado por todos y por órdenes de mi madre me quede ahí por más de una semana.
Estar en el ático era terrorífico, un lugar frio y sin prácticamente nada de luz más la abrumadora soledad no me dejaban respirar, mi cuerpo entero se petrifico en una esquina de la habitación, cubría mis oídos para no escuchar los ruidos siniestros que crujían en todas partes y por las noches apenas podía dormir asustado de todo lo que podía haber ahí y no vislumbraba, grite todos los días pidiendo perdón y libertad pero la puerta no se abrió ni un poco, con el transcurso de los días mi esperanza de salir se evaporo como un charco de agua al sol, mi voz dejo de salir y solo me quede inmóvil, como un muñeco de porcelana olvidado con el resto de cosas inútiles en aquel ático que nadie iría a buscar. Finalmente, días después la puerta se abrió, recuerdo claramente la expresión en la cara de aquel sirviente que me puso de pie, la lástima que proyectaran sus ojos rompió algo dentro de mi tan profundo que se quedó en aquel ático hecho pedazos, justo a la salida de aquel cuarto se hallaba mi padre con el gesto frio y disconforme de siempre, las palabras que me dijo fueron duras, pero el sentimiento que me provoco nunca desapareció.
Mi padre, Reino Italiano, también era un hombre firme caracterizado por nunca arrepentirse de sus acciones, con una gran visión de negocios nunca se hallaba en problemas económicos, a su joven edad era admirado por cientos de familias como un claro ejemplo a seguir, yo solía seguirlo en silencio y escondido entre los pasillos de la mansión para aprender a ser como él, debido a que rara vez estábamos juntos en una misma habitación, cuando eso ocurría yo estaba muy emocionado y asustado así que no podía hablar correctamente ocasionando el enfado de ese alfa, tal era mi admiración por él que no note que la forma en que me veía no fue cálida jamás, usando ese gesto fruncido y esos ojos afilados que me atravesaban sin compasión, la misma mirada que tuvo cuando salí del ático.
No pude más que bajar la cabeza ante él, aceptando sus palabras.
-Escucha bien, Nueva España-fue firme en su tono al hablar-te mantengo sano en esta casa, con comida y educación, a cambio huyes cuando te doy la espalda saliendo como una miserable rata, recuerda lo que te enseñe, no se puede recibir sin dar nada a cambio-mi corazón se oprimió como un estropajo-estas maldito y no debes dejar esta casa sin permiso jamás, si quieres ser un hijo de esta familia debes ganarte tu lugar-golpeo la punta del bastón en el suelo para hacerse entender.
-Solo deseaba tener amigos, aquí no hay otros niños de mi edad, papá- excuse-pero ellos no fueron agradables.
-El mundo es cruel y malo-un extraño brillo tuvieron sus ojos al decirme aquello - niño, deja de querer cosas que no podrás tener. Un hijo mío no desearía esas tonterías sin beneficio.
-Si, papa-respondí tragándome el llanto.
-Ah, te he dicho que no me llames de forma tan vulgar-resoplo molesto.
-Si, señor.
No hubo una palmada gentil en mi cabeza o en el hombro, ni un abrazo cálido ni una pizca de cariño, solo un frío sentimiento que atravesaba cuál navaja mi pecho y que al mudarme con España tampoco desaparecio.
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Weight of the world ll |URSS x México|
FanfictionLa máscara que uso para pertenecer al mundo se ha quebrado. Una máscara que uso desde que tengo memoria. No conozco a la persona detrás de la máscara. ¿Puede esa persona desconocida vivir en este mundo? Alguien como yo... ¿Puede pertenecer a algún...