Capítulo 14 - Envidia (México)

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Me esforcé en ser el hijo de aquella familia en verdad, antes de la próxima primavera superaría el nivel de estudios de los niños de mi edad, mis profesores me hicieron el mismo examen que a los chicos de educación primaria, con solo la mitad de la edad que esos niños yo había aprobado el examen de ingreso a la escuela secundaria inferior y dominaba 3 idiomas además de matemáticas avanzadas. Estaba orgulloso de demostrarles a mis padres que merecía ser su hijo, pero el día en que lleve el resultado del examen a la oficina de papá no obtuve lo que tanto esperé, una gran noticia resonó en toda la mansión con tal ímpetu que incluso el pueblo organizó un festival para atraer la buena fortuna, mi madre estaba en cinta por segunda vez.
Estuve absorto durante todo el resto de ese día, nunca había visto semejante regocijo en la mansión, incluso el nevado clima parecía cálido, para mí que solo había sentido hasta ese entonces el frío ambiente era aterrador el cambio tan repentino. Se suponía que tener un hermano menor era muy divertido para los niños de mi edad, un bebé inocente y puro daba mucha curiosidad, pero yo no entendía lo grandioso de uno, sin haber nacido ni dar señales de estar dentro del vientre de mi madre ya recibía todo por lo que yo me estuve esforzando en 6 años, incluso mis padres se sentaban a comer juntos a la mesa y daban largos paseos por el jardín que recién madre comenzaba a cuidar. Yo los seguía con genuina curiosidad e intriga, ¿Por qué yo no podía sentir nada cálido por ese ser al que aún no conocía? ¿Acaso había hecho alguna proeza y yo no me di cuenta? ¡¿Qué era tan bueno de él que no pudiera igualar yo?!
Conforme avanzaron los meses, lo único creciendo en mi interior era la envidia por ese humano que tomaba la atención y afecto de todos en ese lugar, sin que yo pudiera detener su maléfico plan de dejarme sin nada.
Finalmente, en el último mes del embarazo los ánimos estaban por los aires, los capullos florales abrieron esplendorosamente llenando la atmósfera de su dulce aroma, el sol brillaba sin ninguna nubosidad estorbando su brillo y una pacifica mañana madre inicio la labor del parto, todos se movilizaron como si estuvieran por recibir a un rey, las mantas limpias entraban en la recamara de madre para salir al poco tiempo envueltas en sangre rumbo a la lavandería, padre daba vueltas esperando fuera del cuarto fumando un puro que penetraba hasta mis pensamientos, yo me mantenía de pie recargando la espalda en la pared del pasillo a unos pasos de la puerta de mi madre, jugueteaba con la punta de mi zapato intentando adivinar si tendría un hermano o una hermana y cuál de los dos seria menos amenazante para mi posición, el único pensamiento positivo que se me cruzo en ese momento fue que de ser un niño el bebé, tendría un amigo que me prestaría eventualmente todos los nuevos juguetes que se apilaban en su cuarto, regalos que parientes, conocidos y amigos de mis padres enviaban cada semana junto a sus buenos deseos, regalos que no se me permitió ver ni tocar porque los contaminaría; si era una niña usaría los vestidos que madre bordaba todo el día desde que se enteró de su existir, crecería llena de cuidados y con los mejores accesorios que el dinero pudiera comprar, yo me volvería su guardián más próximo, la ayudaría a montar a caballo, a bajar del auto, golpearía a quien la molestara y ella me miraría como un valiente caballero leal. Pero esa buena sensación que fluctuaba en mi al pensar semejantes escenarios, se derrumbaba como la Torre de Babel al volver a la realidad, en la vida real yo sería igual que un pintor anónimo que observa y plasma lo que cautiva su corazón, pero eventualmente todos terminaban olvidando a alguien así pero no a la obra, ese bebe hizo que los de mi alrededor se olvidaran parcialmente de mi presencia, cuando naciera yo me volvería aún más invisible.

Al cabo de unas horas un sonoro llanto retumbo en la mansión, todos aplaudieron y gritaron aliviados mientras mi terror aumentaba, padre entro en la recamara con una enorme sonrisa en los labios que me sorprendió, ni siquiera había imagino a ese alfa ser capaz de sentir nada más que desprecio, sigilosamente entre ocultándome detrás de las amplias faldas que las sirvientas usaban, debía evaluar a mi oponente con mis propios ojos, pensaba. La doncella que era entonces mi nana sostuvo al bebe en sus brazos con tal cuidado que creí que nació hecho de fina porcelana, se puso en cuclillas y acerco el bulto de manta a mí, era muy feo, morado con rojizo además de calvo y ruidoso, estaba por picar esa arrugada piel suya cuando sostuvo mi dedo índice con tal fuerza que creí me lo arrancaría si se lo proponía, su cálido tacto alejo la ansiedad en mi mente, el corazón me palpito conmovido de aquel pequeño acto sin ninguna doble intención, en ese segundo supe que ya le quería más que a nada, imaginando miles de buenos momentos entre hermanos, pensando en la felicidad que traía ese nuevo miembro a la familia, finalmente comprendía el sentimiento que todos los demás irradiaron durante los nueve meses en que esperaron su llegada. La nana devolvió él bebe a sus padres que parecían haber hallado el amor que hace años creían perdido.

—Ahora seremos una verdadera familia—fue el pensamiento fugaz que tuve, observé entonces bien el panorama delante de mí, una mamá, un papá y un hijo, iba a dar un paso al frente para incluirme, pero extrañamente mis piernas no se movieron ni un centímetro de donde estaba, los sirvientes no me felicitaron por ser hermano primerizo ni me alentaron a acercarme a la familia, mis padres no repararon en mi presencia tampoco, en todo aquel hermoso escenario no había un papel para alguien como yo.

No sé porque tenía tanto miedo minutos antes de ser invisible si todo el tiempo para mis padres ya lo era, tal vez mi miedo radicaba en que le tomara afecto a ese nuevo hijo y debido a aquel cariño no podría culparlo de mis esfuerzos inútiles por obtener afecto de mis progenitores, porque si no podía despreciarlo por eso, entonces tendría que renunciar a ser miembro de aquella familia para evitar el dolor y estaría solo, siendo únicamente mi culpa por no ser lo suficientemente bueno para ser amado.

Si me esfuerzo y soy obediente ¿alguien me reconocerá?

Si soy menos egoísta ¿habrá quien me mire con ternura?

Si solo no fuera yo...

¿Alguien podría amarme?

No sé qué debo hacer para que esta profunda inseguridad en mi pecho se desvanezca.

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"El momento más solitario en la vida de alguien es cuando está viendo cómo su mundo se desmorona, y lo único que puede hacer es mirar fijamente." —F. Scott Fitzgerald

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⏰ Última actualización: Apr 04, 2023 ⏰

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