09. A la mierda el "solo amigas"

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Anne tiró sus llaves en la mesa de la entrada, escuchó a Marcy entrar y cerrar la puerta detrás de ella.

Anne se sacó la chamarra y la dejó en el sofá para luego comenzar a quitarse las botas.

Marcy se sentó a su lado en completo silencio, apretó la tela de su falda entre sus manos y quiso hablar, pero nada llegó a su mente.

Había jodido todo con Anne.

Sintió un nudo en su garganta, ella nunca se ponía mal por decepciones amorosas, ¿Por qué sentía un vacío en su pecho esta vez?

Odiaba las ataduras, Anne era una, ¿Por qué simplemente no podía odiarla?

Extrañó el sonido de su risa resonar en las paredes, extrañó la sonrisa brillante y contagiosa de Anne, extrañó a su Anne.

-Perdón — murmuró.

Anne observó de reojo a Marcy y resopló. Marcy sintió sus ojos arder al no recibir respuesta alguna.

-¿Por qué te disculpas, Marcy? — dijo finalmente — tu solo estabas tratando de asegurarte de algo, porque tú si sabes lo que quieres y yo solo estoy interfiriendo en tus planes.

-No lo estás haciendo, Anne.

-¿Puedes dejar de mentir?, Ya lo habías dicho, Marcy, soy una atadura y solo te mantendré en lo más profundo y oscuro del fracaso.

Marcy volteó rápidamente hacia Anne y negó con la cabeza, quiso acercarse y tomar su mejilla dulcemente para que la viera a los ojos como lo hacía siempre, pero Anne no respondería bien a eso.

-Anne, porfavor...

Anne se levantó del sofá y caminó hasta su habitación, volvió con un par de sábanas y una almohada.

-Puedes quedarte hoy aquí, piensa sobre... Esto, hablaremos mañana — le explicó.

Marcy observó a Anne, quien no le devolvía la mirada en ningún momento.

-Gracias.

-No te podía correr en la noche.

Marcy tragó grueso y observó a Anne irse una vez más por el pasillo, pero esta vez, la castaña no regresó a la sala.

Marcy se dejó caer en el sofá y se pasó las manos por el rostro.

¿Qué mierda estaba pasando con ella?

Siempre había estado segura de que odiaba el sistema del hilo rojo y la idea de estar con su alma gemela, siempre se negó a la sola posibilidad de conocer a la persona que estaba al otro extremo del hilo, ¿Por qué no podía odiar a Anne?

Ese era el problema.

Ella no odiaba a Anne.

Ella sentía algo por Anne y no era exactamente odio.

Por más que se había tratado de convencer a si misma durante tanto tiempo que solo le agradaba, ya no podía seguir negándose a la realidad, ella de verdad había empezado a gustar de Anne Boonchuy.

***

Anne abrió los ojos al escuchar ruidos provenientes de la sala de estar. No quiso levantarse de la cama, pero lo hizo.

Salió de su habitación y cruzó el pasillo. Marcy no estaba en la sala, tampoco en el comedor o en la cocina. Las sábanas que Anne le había dado la noche anterior se encontraban dobladas y ordenas en el sofá junto con la almohada.

Los audífonos de Marcy eran lo único que quedaba de ella en sala.

Anne sintió un nudo en su garganta y se acercó a la mesita en el centro de su sala, donde los audífonos descansaban junto con una nota con un mensaje en ella.

El hilo rojo - ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora