-Capitulo 3-

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- ¿Una babosa de mar, quizás? – Dudó Jisung.

-No tan viscoso.- Le dijo el castaño sentado a su lado y bebiendo de su batido.

- ¿Un pepinillo, entonces?

-Un pepinillo con baches.

-Aunque bastante suave. -Se unió Hyunjin- Y rosado.

Felix no hablaba, solo escuchaba y tomaba nota mental de todo lo que aquellos chicos dijeran.

Habían decidido ir todos juntos a la cafetería que se encontraba cerca del departamento de Hyunjin, cada uno eligió lo que iba a tomar y se ubicaron en la primera mesa vacía que encontraron. Por suerte el lugar no estaba tan lleno y ellos podían hablar con tranquilidad.

-Yo me lo esperaba peor.- Decía Seungmin- Aunque son peludos por todas partes. Las partes de esos señores son como el tío cosa. –Los cuatro estallaron en risas al escuchar la comparación.

-Así es básicamente, Felix.- Le dijo Hyunjin- Con leves variaciones. -Felix se encogió en su lugar y llevó su bombilla a sus labios para dar un trago a su batido de chocolate – Repasémoslo otra vez. ¿Qué tienes que hacer primero?

-Mientras él se ducha, te enviaré por mensaje el nombre del hotel y el número de habitación. –Terminó de repetir con su mirada fija en Hyunjin.

-Bien.- Dijo este con mirada firme- Cualquier signo de problemas estaremos allí. Bajo ninguna circunstancia des a conocer tu número.

-Entendido. – Hyunjin sonrió.

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-De rodillas y suplicando. -Decía entre risas- Deberías haberlo visto. Trabajé duro hoy, Hyunjin. – Se lanzó sobre el rubio tratando, inútilmente, de besarlo.

-Lo primero es lo primero, Chris. -Dijo este colocando una mano sobre la boca del contrario y empujándolo de vuelta a su asiento de conductor en el auto.

Christopher Bang era el encargado de extorsionar a los hombres con los que Hyunjin se acostaba, amenazándolos con contarles a sus esposas o arruinar sus trabajos por haber mantenido relaciones sexuales con un menor de edad, de esta forma conseguían más dinero de las víctimas.

-Sí, sí. Aquí tienes. –Sacó un sobre con billetes del interior de su abrigó y lo colocó sobre la mano extendida del rubio a su lado.

-Buen trabajo. – Contó la cantidad y separó una parte para darle al alto junto a él- Tú parte.

-Bien.- Dijo el contrario tomado el dinero de sus manos y ofreciéndoselo otra vez- Esto es por esta noche.

-Gracias. - Después de guardar su paga aceptó por fin los besos y caricias de Christopher.

Ante la vista de cualquiera parecían cuatro simples adolescentes disfrutando su juventud, poco sabían en lo que estaban metidos.

Sus días se basaban en ir por la mañana a la escuela y por la tarde a cualquier lugar que se les antojaran a gastar toda la plata que habían hecho trabajando la noche anterior, para posteriormente recuperarla acordando otra cita nocturna con cualquier hombre mayor que tenga suficiente dinero para gastar en ellos.

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-Gracias, Jeongin. – Ambos se encontraban desnudos y tapados con la fina sabana sobre sus cuerpos. Sus dedos se deslizaban entre los blancos cabellos del alto acostado junto a él- Gracias a ti, le tendimos la trampa a Felix.

-Me alegro. – Decía Jeongin disfrutando de las atenciones que recibía- Cualquier cosa por ti, Hyunjin. – Giró en la cama y del suelo tomó su billetera- Ten, esto por hoy.

El rubio tomó el dinero y se acercó al menor, su nariz tocaba la contraria y sus bocas apenas se rozaban, pero Hyunjin no se movió, al ver que no iba a ser besado Jeongin se apartó y se sentó erguido en el colchón, con la sabana cayendo hasta sus caderas, las piernas flexionadas y los brazos cruzados sobre sus rodillas. Hyunjin simplemente se apoyó contra el respaldo de la cama y observó la espalda desnuda del menor.

-Lo cierto es, que estoy celoso de esos tres. – Dijo- Siempre estas con ellos. – Hyunjin se aproximó y rodeo su cintura con su brazo izquierdo.

-Es sólo porque me son útiles. Tu eres mi verdadero amigo. –Depositó un pequeño beso en el hombro desnudo de su compañero- Ese es nuestro pequeño secreto.

Jeongin le creyó y sonrió feliz  rodeando con sus brazos el cuerpo de Hyunjin, este lo aceptó con gusto y le regaló un pequeño beso en los labios.

Se quedaron un par de minutos así hasta que cada uno comenzó a cambiarse y juntar sus cosas para irse a sus respectivas casas. Ya tendrían otros encuentros así en un futuro cercano.

Frente al espejo, un hombre con grandes ojeras y cabello despeinado le devolvía la mirada cansada. Se encontraba haciendo el nudo de su corbata, pero le estaba costando conseguir que quedara decente.

Luego de desayunar se lavó los dientes y la cara, se colocó su sacó para completar el atuendo y se peinó sus rebeldes cabellos, usó un poco de maquillaje para cubrir las ojeras y al finalizar salió rumbo a la sala de su casa.

Al llegar vio su caja con tres cubos de madera, uno al lado del otro, donde cada uno tenía un número escrito y formaban el número 143. Minho se acercó y cambió el último por un 2 en lugar del 3.

Empezó a correr los muebles cerca de la ventana y teniendo la pared blanca de fondo colocó un banquito y en frente de este ubicó su trípode con la cámara lista con el temporizador, una vez todo en orden comenzó con las fotos.

Pero al parecer no salían como quería, cuando el tiempo estaba por acabar repentinamente alguien tocaba el timbre, él estornudaba o la cámara se caía de su lugar. Su paciencia se agotaba, la mayoría de las fotos salían borrosas o movidas, pero finalmente logró capturar una foto decente de sí mismo. Ahora solo quedaba llevarlas a revelar.

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My rainy days - [Hyunho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora