Historias y One- Shot de Ironwidow

Finalmente.

Tony Stark fue a un montón de galas. Con su madre, con su padre, ya veces los dos. No les gustaba. La interminable música clásica, que a menos que él también prestara atención, sonaba igual. Las bromas falsas y las preguntas donde todo el mundo realmente quería dinero o fama, o ambos. ¿Importó? No, no lo hizo. Sin embargo, allí estaba, sin embargo, en medio de todo, solo había una razón por la que asistió, que no era el beneficio de sus padres. Esto comenzó cuando tenía 6 años. Era la primera vez que algo se destacaba para él, además de... la mecánica.

En realidad era una niña, un humano vivo que respiraba. Tenía alrededor de su edad, 5 o 6 años. Era rubia, pero podía decir que en realidad no lo era. ¿Quizás morena? No podía decirlo, su disfraz era bueno. La observó mientras deslizaba algo en la bebida de un hombre. Aunque nadie lo habría sabido, si no la estuvieran mirando como él. Entonces ella se fue. Acabó en un funeral la semana siguiente, interesante, pensó. No la vio durante aproximadamente un año, tenía 7 años la próxima vez. Ella era morena, así que eso también significaba que no lo era. Hicieron contacto visual esta vez. Una mujer se cayó por las escaleras. En un par de horas la declararon muerta. Nadie notó el agujero, el dardo dejado después de golpear su sien. Entonces la chica se fue.

Pasó otro año. Esta vez era una morena más clara. No marrón, entonces. Se cruzaron en el pasillo cuando ella deslizó un cuchillo en la chaqueta de un hombre. Otro dejado muerto en el baño. Fue a la cárcel, mientras que el otro fue enterrado 6 pies bajo tierra.

La vio 13 veces más hasta que cumplió los 14 años. Alguien murió cada vez.

Tenía 16 años cuando finalmente pudo bailar con ella. Esta vez era una rubia rojiza, algo habitual en una adolescente. No hablaron, pero él sabía que ella también lo estaba mirando. Otro hombre murió esa noche, supo que sucedió mientras bailaban.

La vio a los 18 entonces. Pelo color jengibre. Casi parecía real, pero sabía que no lo era. Recibió un beso en la mejilla esta vez, fue todo lo que pensó que sería. Quería más. 3 hombres y una mujer murieron esa noche. Sus padres un par de semanas después. No la vio por un tiempo. No creía que pudiera soportar ninguna muerte en ese momento, casi como si ella lo supiera.

A los 19, comenzó a verla en algo más que galas y fiestas. Justo después de las reuniones con la junta o después de negocios. Cada vez que recibió un beso en la mejilla. Cada beso que recibía, alguien parecía morir. Casi parecía un precio, pero no podía importarle menos. Se preguntó si alguna vez sería él quien pagaría el precio, hasta ahora solo ha estado recibiendo.

A los 21, cuando se hizo cargo de la empresa. ella estaba allí Ella le sonrió. Luego, después de su discurso, y el día había terminado. Sacó las tarjetas de referencia que usó, y en la parte superior, con una letra desordenada, escribió NATALIA. Nadie murió esa noche, tal vez en realidad no fue un precio.

Cuando Tony cumplió 23 años, la conoció oficialmente. No ella, sino Natalia. Dios, era un nombre hermoso, simplemente maravilloso para alguien como ella. Rápido y nítido, pero tenía un borde hermoso. Estaba caminando por las calles de Venecia, solo y sumido en sus pensamientos. Y allí estaba ella. Sólo de pie allí en todo su esplendor. Pelo, rubio como la primera vez que la vio. Nunca había visto ese color dos veces. Se quedó helado, queriendo caminar hacia ella en la calle vacía. Sólo un par de pies de ladrillos entre ellos. Había tanto que quería decir, pero nada parecía registrarse. En cambio, dijo: "¿Ya es mi turno?"

"Se supone que debe ser". Ella respondió, luciendo completamente melancólica. Una extraña expresión en su rostro. Parecía ser una persona muy organizada.

"Vaya." Respondió. Así que su tiempo había terminado entonces.

Después de varios minutos de mirarse, Natalia finalmente habló en voz baja. Cruzó la distancia entre ellos, lenta pero decididamente. Casi como si lo que tenían se hiciera añicos de repente. Mientras finalmente ponía sus dedos largos y delgados en su mejilla, inconscientemente se inclinó apoyando su propia mano sobre la de ella. "No quiero que lo sea". susurró, casi como si fuera un pecado, por lo que él sabía que podría haber sido.