Una semana más tarde, poco había cambiado. Eun-woo ya repetía nanas en Hangul. JunMyeon pasaba mucho tiempo en la biblioteca y se acostaba con SeHun todas las noches.
Siempre dormían en la misma habitación. Había vuelto a preguntarle de quién era y SeHun le había contestado que de ellos. SeHun nunca estaba cuando JunMyeon se despertaba. JunMyeon había pasado de sorprenderse a sentirse decepcionado, pero no quería darle muchas vueltas. Solo llevaban juntos una semana, así que no estaba en situación de pedirle a SeHun que adaptara su estilo de vida a las necesidades de él. Al menos ya conocía el camino de vuelta a su habitación.
Durante el día, SeHun se mostraba atento y cariñoso, tratándolo como si fuera su novio, sin preocuparse por quién tuvieran a su alrededor. Incluso habían paseado en un par de ocasiones con Eun-woo por la ciudad como si fuesen una familia perfecta.
A JunMyeon no dejaban de pitarle los oídos. Imaginaba los comentarios que debía de haber desatado el hecho de que el rey se dejara ver con un chico y un bebé. Las tías no habían dicho nada. Se limitaban a sonreír y a mimar a Eun-woo. Los empleados eran educados y deferentes, tratándolo como a un invitado en vez de como a uno de ellos, aunque en teoría, estaba allí para hacer un trabajo.
No hablaban del futuro. SeHun parecía haber asumido que Eun-woo y JunMyeon se quedarían allí para siempre. Teniendo en cuenta que era demasiado pronto para decidir si quedarse o no, JunMyeon evitaba hacer preguntas comprometidas. La mayor parte del tiempo que pasaban juntos estaban rodeados de empleados o en la cama. Ninguna de aquellas situaciones era la más adecuada para mantener una conversación trascendental.
En el momento en el que SeHun lo besaba, todas las preocupaciones desaparecían y se quedaba flotando en una nube de felicidad. El palacio era un pequeño país y, ocupado con Eun-woo, SeHun y la biblioteca, JunMyeon casi se había olvidado del resto del mundo.
Así que los ojos se le abrieron bruscamente cuando un compañero de trabajo de Seúl le envió un correo electrónico con el título Dios mío, JunMyeon, ¿tú?, y un enlace a una revista. JunMyeon abrió el enlace, preguntándose si tendría algo que ver con una oferta de empleo. Dongwhan, el remitente, era un archivista con el que había quedado a comer varias veces y que había encontrado un nuevo empleo en el museo de Seúl.
El enlace lo llevó hasta un titular que rezaba: ¿Un romance real? El tono del artículo era especulativo:
El apuesto rey de Pyongyang, Oh SeHun, ha sido visto en la ciudad con un misterioso surcoreano y su bebé. Los rumores apuntan a que es el padre. ¿Se trata de una relación pasajera o de su futuro esposo real?
JunMyeon parpadeó. Había una foto grande de ambos dando la mano a Eun-woo mientras paseaban junto a un puesto de fruta en la plaza del mercado. JunMyeon contemplaba embelesado y sonriente a SeHun, mientras SeHun miraba al frente.
No había más historia, al igual que tampoco la había en la vida real.
Sentado en la biblioteca, su corazón empezó a latir desbocado bajo la blusa amarilla. ¿Quién más podía ver aquello? JunMyeon deseó contestar que no era él, pero no podía. Era para morirse de la vergüenza. ¿Y si SeHun lo veía? Cerró la página. Al menos, JunMyeon nunca había oído hablar de aquella revista. Buscó y descubrió que tenía su sede en Gangnam. Aun así, el hecho de que Dongwhan hubiera dado con la página era alarmante, puesto que solo había hablado de SeHun con jeongyeon, su mejor amiga. Al resto de sus amigos les había dicho que iba a pasar unas vacaciones con Eun-woo
Tecleó un mensaje de respuesta:
Fuera de la oficina. JunMyeon está muy ocupado acostándose con un rey asiático y contestará este correo tan pronto como pueda. Hasta entonces, ocúpese de sus propios asuntos.
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UN LEGADO INESPERADO-SEHO
Fiksi SejarahSeHun era el segundo hijo del rey de Pyongyang, monarquía aun presente en Asia que tenía una ley: cuando el hijo mayor ascendía al trono los demás hermanos eran exiliados definitivamente del país. Y le toco a SeHun por eso al llegar a corea del sur...