epílogo

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Renjun caminaba solo por la nueva ciudad, con la noche espesa cayendo sobre sus hombros, regresando a casa después de una larga jornada de trabajo.

Feliz con su vida de ahora, sabiendo que cuando llegara a su hogar lo estaría esperando Jisung en el balcón como siempre, con un vaso refrescante de agua y hielo en la mano porque sabía cuán cansado venía el chino.

Las cosas habían cambiado un poco por aquí este último año.

Cuando dejaron a Seúl detrás para venir a Busan debieron estar bien locos, ya que aquí no tenían a nadie más que no fueran ellos mismos.

Pero después de unos cuantos meses de novios el sueño de Jisung de desaparecer, a un lugar donde nadie sepa quién eres y puedas recomenzar de cero, también se volvió una ilusión para Renjun.

Y decidieron hacerlo realidad. La casa de Seúl fue vendida y tenían unos buenos millones en una cuenta de banco, la única que pudo salvar después de que su mamá le bloqueó todas las tarjetas de crédito a Renjun.

No supo más nada de ella..

También vendieron el carro.

Y el chino justo había sacado sus papeles de autorización la semana antes pasada, ahora trabaja como profesor de Chino Mandarín en una Secundaria cerca a su nueva casa.

Decidió buscar trabajo porque sabía que los millones un día se convertirían en céntimos y luego ya nada. Había que producir, pero por el momento no quería que Jisung hiciese más que no fuera estar en la casa.

Finalmente se había recuperado, libre de anorexia y en un peso estable con respecto a su estatura y edad. En los últimos meses tuvo que ser ingresado dos veces, pero ha sido muy fuerte. Y el mayor estaba muy orgulloso en verdad. Pero por ahora solo quería que se mantuviese estable y que pasara unos días en reposo, ya que Jisung insistía mucho en irse a buscar un trabajo también.

Habían hecho amigos rápido en el vecindario, era normal que muchos los miraran con desprecio y asco, en el mundo nunca van a faltar estas personas.

Sin embargo, Renjun se hizo popular muy rápido.

Un profesor joven, lindo, y que no estaba soltero. Algo que le rompía el corazón a sus alumnas, quienes le dejaban hasta notas de amor anónimas. Ya había hablado de esto varias veces con el grupo presente. Pero seguían llegando, hasta con regalos incluidos.

En fin, estaba disfrutando de su nueva vida con la persona que amaba. No había nada mejor que eso.

Algunos fines de semana viajaban a Seúl y quedaban con Jaemin, o a veces él venía aquí y se pasaba un día o dos.

Era como siempre lo soñó. Nada lujoso, nada aburrido, simplemente todo calmado y sencillo.

Llegando a casa vió las luces encendidas y el coreano sentado en un asiento del balcón, cómo sabía que lo estaría. Cruzó la calle y en cuanto el otro lo vió se levantó con una sonrisa y esperó para darle un abrazo.

-Dios mío, es el primer día en que has tenido que quedarte calificando exámenes y ya lo odio demasiado.

-Yo también, te juro.-Respondió.

Ambos se alejaron con una sonrisa decidieron entrar a la casa.

-Tienes sed?-Dijo Jisung levantando un vaso con agua fría que había puesto sobre la mesita junto a la puerta.

Renjun sonrió y tomó este en su mano derecha, bebió todo, luego se lo entregó una vez más.

-Gracias.

Fueron a la habitación de ambos, Renjun quitó de su cuerpo la carpeta negra que cargaba cruzada por sus hombros y su chaqueta oscura.

-Has recibido chocolates hoy? Tengo deseos de comer dulces.

Runaway | 𝐒𝐮𝐧𝐠𝐫𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora