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El teléfono de la casa del chino comenzó a sonar, mientras que Jisung estaba acostado en el suave colchón del que era ahora su cuarto. Sobre pensando las cosas.

No se hubiese levantado a contestar, se sentía abrumado, de alguna manera dolido y solo, pero lo estaba, literalmente. Escuchó a Renjun salir por la puerta principal y de eso hacían ya como cuatro horas o quizás poco más, y el coreano estaba a ese punto de arrancarse sus cabellos. Le preocupaba grandemente el otro. Simplemente no podía negar eso, o al menos no se lo negaría a sí mismo.

Así que se levantó dispuesto, tras un suspiro. Tomó el teléfono sin pensarlo y escuchó primero. No quería hablar y que fuera la madre del otro, no otra vez.

—Jisung?—Escuchó desde el otro lado de la línea y permaneció en silencio. Esa voz era conocida, realmente conocida.—Soy Jaemin, sé que me estás escuchando.

—¿Porqué estás llamando? Primero, como era que sabías que estaba aquí? Renjun está contigo verdad.

—Sí, y necesito que lo vengas a buscar, para que ni pienses que es que no puedo llevar a mi mejor amigo, déjame decirte que él mismo está diciendo que no se va a mover si no vienes.

—Renjun dijo eso, ya.—Habló con sarcasmo—No se puede quedar en tu casa y listo?

Preguntó orgulloso pero deseaba con todas sus fuerzas que la respuesta fuera un No.

—Mira excremento, no me importa si me crees o no, el está ebrio, y no quiere estar aquí, solo necesita que vengas, ahora mismo nada más te quiere a ti, así que deja tu orgullo y tu inmadurez de lado y ven corriendo.—El coreano pasó saliva por su garganta al escuchar aquello que le llenaba el alma de ese frío.—Te daré las indicaciones para que llegues sin problemas.

Después de respirar hondo y morderse las uñas rápidamente pudo decir algo.

—Una vez Jeno y yo pasamos por ahí, sé dónde es. En veinte minutos estoy.

Y colgó.

Tenía el corazón latiendo tan rápido dentro de su pecho, se quedó quieto un momento sin saber que hacer.

Entonces procesó y fue corriendo a su habitación para ponerse los zapatos, eso fue lo único que hizo antes de salir de la casa y cerrar la puerta de un golpe, esperaba que Renjun hubiese tomado la llave..

Emprendió su caminata a la casa de Jaemin, aún recordaba donde era exactamente sin embargo tuvo dificultad en encontrarla.

Pero cuando estuvo frente a esta, suspiró cansado, con gotas pequeñas de sudor que bajaban de su frente por correr tanto. Se acercó enseguida a tocar la puerta con tranquilidad mientras tomaba algo de aire.

La puerta se abrió enseguida y aquel otro coreano frente a él lo miró de arriba abajo como si se preguntara que estaba mal con su ropa.

Jisung ignoraría cualquier cosa, solo preguntó de inmediato por el otro.

—¿Dónde está?

—No sé cómo vas a llevártelo.—Habló antes de apartarse para que el otro entrase, y luego cerrar la puerta.

Le indicó con un gesto de la cabeza que mirase detrás suyo. Y ahí fue cuando Jisung lo vio. Desplomado boca abajo en el sofá, con una mano cayendo fuera de este.

Se acercó de inmediato y se agachó frente al chino, tenía los ojos cerrados y la boca abierta, esos cachetes rojos, y aquellas pestañas humedas, que le decían que estuvo llorando, no le hacían ninguna gracia.

Apartó el pelo negro de su frente y lo sintió sudando. Jisung se estaba sintiendo tan mal.

—¿Tú lo dejaste tomar?—Preguntó levantando la vista para ver a Jaemin cruzado de brazos con una cara de preocupación.

Runaway | 𝐒𝐮𝐧𝐠𝐫𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora