6.- Te tengo

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ANTONELLA.

Creí que me había librado del tío Ángelo, pero cuando me llama a su oficina, y me lanza esa mirada que dice: estás en problemas, sé que lo sabe.

—Así que...robaste mi alcohol —dice cruzándose de brazos —sabes que no tienes que hurtar nada, siempre y cuando no husmees en mi oficina.

—No quería husmear —me defiendo —solo entré, tomé la botella, y salí.

—Sí, claro —dice —y por eso al minibar le faltan la mitad de botellas de Vodka, botellas que, si inspecciono tu habitación, seguramente encontraré. Y mis archivos con los tratos comerciales con los Bianchi están desordenados.

Resoplo, me dejo caer con descuido sobre la silla y me cruzo de brazos. Cualquier persona que me viera pensaría que estoy haciendo un berrinche, y tengo la tentación de reír ante eso.

—Sabes que detesto, que husmeen en mis cosas —repite con severidad —mucho más cuando tomas cosas que te harán daño.

—O sea que ustedes pueden embriagarse, pero yo no —acuso —ustedes pueden tener un maldito minibar y yo no puedo tomar un par de botellas porque te enojas.

—Antonella...

—No soy una niña, sé perfectamente lo que hago. No tienes que cuidarme.

Suspira, sacude la cabeza mientras se quita las gafas y pellizca el puente de su nariz.

—Escucha, entiendo que hayas querido olvidarte de todo esto por un momento...

—No, no entiendes nada —me incorporo —no entiendes absolutamente nada, tío. ¿Cómo podrías? No fue a ti a quien dejaron plantado en el altar.

—No, pero también me rompieron el corazón —se incorpora también —igual que a ti, también me traicionó una persona a la que decía amar, pero son cosas que suceden, Anto. La gente va a dañarte, va a lastimarte, las personas causan dolor, a veces sin darse cuenta y otras con toda la intención.

Lo escucho suspirar, permanece en silencio mientras rodea el escritorio para acercarse. Se sienta a mi costado, mirándome de esa forma que tanto lo caracteriza. Con su mirada profunda y la esquina de los ojos estrechados.

—Y no estoy molesto —aclara —pero necesito saber porqué revisaste los tratos comerciales.

Muerdo el interior de mi mejilla, una parte de mí quería saber que es lo que el tío Ángelo estaba haciendo al respecto con la familia Bianchi. Ninguno de mis tíos había querido decirme abiertamente que es lo que sucedía, lo único que supe es que los tratos comerciales se habían cancelado, pero Leo merecía más que solo un par de tratos cancelados.

—Porque quería saber que es lo que estás haciendo al respecto —respondo con molestia —porque quería saber si estabas haciendo algo más que solo romper tratos con ellos.

—Anto...

—Y me di cuenta de que no —me incorporo mirándolo con molestia —solo cancelaste tratos, después de lo que me hizo, ¿tú solo cancelas tratos? ¿Crees que es suficiente?

Permanece en silencio, simplemente observándome y eso solo consigue molestarme más.

—Me humilló, me dejó plantada en una iglesia con cientos de invitados mirando. Hizo que apareciera en una maldita portada de revista, Leo merece más que solo cancelar un par de tratos.

—Antonella...

—Él está feliz ahí afuera —no lo dejo hablar —él está continuando su vida libre de toda la presión, siendo ignorado por la prensa cuando yo tengo reporteros aguardando afuera de mi casa. Tengo innumerables mensajes en mi celular de personas que no conozco tratando de saber como estoy, como si les importara.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora