31.- Un detonante que no ves.

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JAMES.

Despierto a la mañana siguiente con un punzante dolor de cabeza. Mi sien duele, mis ojos arden y tengo la boca seca.

Una evidente resaca.

—Vaya, vaya, al fin despiertas —reconozco la voz divertida de Ross —creí que necesitarías café.

Se acerca y extiende hacia mí una humeante taza de café.

—Gracias —me tallo los ojos y trato de ignorar el molesto dolor en mi cabeza.

—¿Crees que sea suficiente con el café? ¿O quieres que te traiga un par de analgésicos? —pregunta sentándose a mi lado.

—Espero que sea suficiente con el café —le doy el primer sorbo y mi boca se siente agradecida.

No sé que hora es, el sol consigue colarse por las cortinas que aún permanecen cerradas, pero cuando miro a Ross, lleva una ropa distinta y el cabello húmedo. No tiene ropa en mi casa, lo que quiere decir que tuvo que haber ido hasta su propio hogar y luego volver, lo que me indica que tal vez han pasado varias horas.

—¿Qué hora es?

—La una y media —suelto una maldición.

—Y no quiero molestarte, pero tu celular no ha dejado de sonar.

Suelto un quejido y le entrego la taza antes de dejarme caer otra vez contra el colchón, los recuerdos vuelven con más fuerza y de nuevo siento el pinchazo en el corazón.

Eso es lo malo del alcohol, una vez que es eliminado de tu sistema, todo vuelve mucho más fuerte.

—Todas son de los señores Lombardi —Ross vuelve a hablar, haciéndome abrir los ojos —no tomé ni una sola, pero si revisas tu registro, está lleno de sus nombres.

Pero no ha llamado ella.

—Seguramente solo quieren reafirmar mi despido —mascullo fijando la mirada en el techo —ella no llamó ni una sola vez, ¿verdad?

No responde. No sé porqué espero que ella me llame, no sé porqué aún quiero escucharla después de todo. Una parte de mí la entiende, repite que, si yo estuviese en su lugar, tal vez en primera instancia hubiese pensando que se tratase de ella...pero hubiese pedido una explicación...le hubiese dado la oportunidad de demostrar que no es nada más que una mentira.

—¿Por qué no la llamas?

—Porque no va a cogerme el teléfono —cierro los ojos —dijo que no me quería en su vida, parece que después de todo fue demasiado fácil para ella sacarme de su vida.

Siento un tacto cálido sobre mi mano y abro los ojos, Ross sonríe levemente y me mira de una forma comprensiva.

—No puedes rendirte tan fácil, James —deja un apretón en el dorso de mi mano —esto ha sido jodido, pero creo que debes intentar hablar con ella. No intento justificarla, pero...su prometido la engañó y luego la dejó plantada el día de su boda. Sé que eso no es justificante, pero...no podemos juzgar su actuar, ¿o sí?

—Pudo saber la verdad si tan solo hubiese accedido a mirar las otras cámaras, pudo hacerlo, aceptar y darse cuenta, pero no lo hizo. Y eso me duele...Ross...me duele como los mil infiernos porque la amo...joder.

Sacudo la cabeza y me siento aún más sofocado.

—La amo tanto que el hecho de que ella no crea en mí se siente como una maldita puñalada porque solo demuestra que todo lo que me he esforzado, no ha servido de nada.

—A veces el dolor es más fuerte que todo, James. A veces las heridas son tan profundas que aun cuando parecen haber cicatrizado, no lo han hecho en lo absoluto.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora