Antonella.
Entre las ocupaciones, mis nuevas responsabilidades y la planeación de la gala, la fecha establecida ha llegado, y aquí me encuentro, mirando mi reflejo, portando un hermoso vestido y luciendo tan impresionante como nunca en mi vida.
Sin embargo, no consigo hacer que la sensación de nerviosismo desaparezca de mi sistema. Deslizo mi atención a las hojas que descansan sobre el colchón, el discurso que escribieron para mí y al cual le hice modificaciones me tienta a tomarlo de nuevo para darle una última repasada a pesar de que ya me lo sé de memoria.
Tomo una inhalación, tratando de eliminar todo sentimiento negativo de mi sistema. No es momento para esto, no lo es en lo absoluto.
Un par de toques me sobresaltan, la puerta se abre y mi tía Daphne ingresa. Porta un vestido de lentejuelas en color rojo, luce preciosa, tan impresionante como nadie. Su cabello se encuentra recogido y hay leves mechones ondulados que caen a los costados de su rostro, dándole un aspecto relajado.
—Luces preciosa, impresionarás a todos —intento sonreír —¿te sientes bien?
—Creo que puedo vomitar —admito.
Sonríe con comprensión.
—Lo harás excelente, cariño —sus tacones resuenan por la silenciosa habitación. Extiende las manos y la coloca a los costados de mis hombros, su cálido contacto me da un poco de confort, elimina tan solo un poco la sensación de negatividad que amenaza con envolverme.
—Quiero creer que así será, detestaría cometer algún tipo de error.
—Anto, si no crees en ti, de nada servirá que todos los demás lo hagan. Debes confiar en ti, creerte capaz de absolutamente todo. Si cometes un error, ¿qué más da? Esta es tu noche, debes disfrutarla hasta el último segundo.
—Realmente no sé que haría sin ustedes —admito abrazándola —gracias.
—No me agradezcas, todo por mi niña —acaricia mi rostro en un gesto maternal y luego me hace una seña con la mano —ahora, debemos irnos porque hay un apuesto caballero esperando por ti ahí abajo.
Me rio cuando reconozco la mirada que me dedica, tomo el bolso que va a juego con el vestido y tomo una profunda inhalación antes de atreverme a salir de la habitación detrás de mi tía.
Bella y Jacob irían esta noche a los casinos, ambos se unen a nosotros en el pasillo que conduce hacia las escaleras y mientras avanzamos van sorpresivamente en silencio.
Localizo a James cuando estoy al borde de las escaleras, lleva un traje negro que se ajusta perfectamente a su cuerpo, mantiene las manos en los bolsillos de su pantalón y solo voltea cuando mi tío le hace un gesto con la cabeza.
Soy consciente de la sonrisa que se extiende por sus labios, a pesar de los pocos metros que nos separan, puedo ver la emoción chispeante en sus ojos. Algo en mi se retuerce con furia al reconocer la manera en la que me observa, como si fuese la cosa más preciosa del mundo, como si no fuese capaz de apartar la mirada de mí.
—Por Dios, Cara...—se acerca, su sonrisa se hace tan solo un poco más grande cuando está frente a mí. Extiende la mano, tomando la mía y luego retrocede como si de esa forma pudiera admirarme mejor —cuando creo que no puedes lucir más hermosa, apareces así y me dejas sin palabras. Estás espectacular, joder...tan...preciosa.
—Gracias —mi corazón golpetea como el de una adolescente hormonal cuando ve al chico que le gusta, no puedo ocultar la sonrisa y ahora tengo unas ganas enormes de gritar para tratar de minimizar la emoción —tú luces tan apuesto como nadie.
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De una boda y otros desastres. (SL #3)
RomanceAntonella Lombardi sabe con seguridad tres cosas. Uno, es la principal heredera del imperio de su difunto padre. Dos, todos esperan que sea capaz de continuar con el imperio de los Lombardi, incluido su tío, quien la ha criado desde los dieciséis...