23.- Estoy aquí

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ANTONELLA.

Observo el departamento con una sonrisa satisfecha, los colores relucen y un nuevo aire se respira. He decidido renovar mi hogar, darle un nuevo aspecto para poder volver de manera definitiva.

Ni mis tíos ni mis hermanas estaban convencidos, pero en realidad sé que apoyan la decisión y esto se siente como algo absolutamente necesario. Necesito apartarme, sentirme independiente otra vez.

—Todo quedó excelente, cielo —mi tía Daphne sonríe con satisfacción —eres una excelente decoradora, ya quiero ver las remodelaciones que le harás al casino cuando llegue tu turno de dirigirlos.

Sonrío de forma tensa, a mi mente llegan recuerdos de la conversación que mantuve con James sobre el tema.

—Supongo que todo a su tiempo —respondo tratando de cortar el tema.

Sin embargo, sé da cuenta de que algo ocurre. Siempre lo sabe. La tía Daph parece tener ese sexto sentido con absolutamente todos, sabe cuando Bella ha mentido respecto a sus ejercicios de Ballet, cuando Jacob estuvo más horas de las permitidas en la play, cuando Lía se ha comido más del postre establecido y saber diferenciar perfectamente cual de los trillizos miente, aún cuando lo tengan absolutamente practicado.

El único que aún puede escapar de su sexto sentido, es el menor de mis primos, Dante.

—¿Todo en orden? —inquiere —¿tiene relación con el asunto de James?

—No —sacudo la cabeza —todo en orden, tía.

—Oh, vamos, no puedes engañarme y lo sabes —sonríe con dulzura —¿qué ocurre?

Suelto un suspiro, mi cuerpo parece perder fuerza y me dejo caer con desgana contra el sillón.

—¿Qué pasaría si decido solo...no hacerlo?

Hay un corto silencio, uno en donde ella trata de entender.

—¿No hacer qué?

—No ser la líder del imperio —un gesto de sorpresa surca su rostro —si deseo, no lo sé, hacer cualquier otra cosa.

No responde de inmediato, se desliza a mi costado y extiende la mano para colocarla sobre la mía.

—Eso sería un golpe duro para tu tío, sabes que desea verte como la líder, te ha enseñado todos estos años para eso.

Una punzada de culpa me atraviesa el pecho de solo considerarlo, porque tiene razón. Él desea que yo dirija los casinos, se ha empeñado en enseñarme todo cuando ha podido.

—Pero sabes bien que te adoramos, que te queremos tanto, y no deseamos que hagas algo que no te hace feliz —me encuentro con su mirada cariñosa y comprensiva —si crees que ser la directora de los casinos no va a hacerte feliz, entonces habla con él. Lo entenderá, sabes que lo hará.

Siento como si un peso fuese retirado de mis hombros, como si la carga se esfumase y esta vez sonrío con sinceridad.

—Cuando tenga hijos, deseo ser tan buena como ustedes —susurro —eres una excelente mamá.

Parpadea, la emoción destella en sus ojos mientras sus labios se curvan en una sonrisa.

—Me he esforzado cada día desde que llegué a sus vidas —su mano envuelve la mía en un gesto cálido —y ten por seguro que me seguiré esforzando mientras lo esté.

Me siento cobijada en bajo el abrazo que me da, deja un sonoro beso en mi mejilla y luego se incorpora.

—¿Qué dices si nos tomamos un día con los trillizos, Lía y Dante? —inquiere —Puedes acompañarme a recogerlos de la escuela, y luego podemos ir a almorzar y por helado, ¿te parece?

De una boda y otros desastres. (SL #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora