13.- Un café de inesperado.

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JAMES.

Ross me observa con reproche.

—¿Sabes lo que te haré si mi rostro sale publicado en ese artículo? —inquiere cruzándose de brazos —podrás dejar de considerarte mi amigo.

—Ross, por favor —resoplo —te prometí que tu rostro no sería publicado. Mis jefes saben de eso, no se arriesgarán a publicar tu rostro porque saben entonces que pueden tener más problemas que ventajas.

—Sí, bueno, solo puedo decirte que Leo se sospecha algo —frunce los labios mientras se deja caer con descuido sobre el sillón —comienza a sospechar que el encuentro en el club fue planeado. No ha dicho abiertamente que cree que fui yo, pero sé que lo piensa.

—No tienes nada de que preocuparte, sabes que la revista nunca va revelar...

—¿Has pensado que puede reconocerte? —sus palabras me interrumpen —¿Has considerado que tal vez Antonella no sea quien te descubra, si no que lo haga alguien más? ¿Alguien como Leo?

Sus palabras llegan hacia mí de forma inesperada, sumergiéndome en un estado de duda en el que no he estado antes.

—Leo nunca me ha visto —murmuro —no tiene forma de saber que soy periodista.

—Pero puede averiguarlo.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto, Ross?

—Que estás arriesgando demasiado, James —se incorpora del sillón y se acerca hasta donde me encuentro —estás arriesgando demasiado por una historia que ya tienes. Déjalo así, publica el artículo y ya está, deja de fingir que eres Massimo Santori.

—No tengo lo suficiente —sentencio —no dejaré esto hasta tener todo lo que necesito. Esa historia puede hacerme obtener el puesto por el que llevo años esforzándome, Ross. No quiero dar pie a que llegue alguien con una mejor historia que contar.

Me mira, parece demasiado inquieta por el hecho que menciona, pero solo he dicho la verdad. No puedo dejar cabos sueltos, no puedo permitir vacíos que ocasionen una mala historia.

—¿Has pensado en lo que sentirá Antonella cuando lo sepa? —mi cuerpo se tensa —estás ahí, fingiendo ser su amigo solo para sacar información. Sales con ella, estás en su casa, la invitas a quedarte en tu hogar. ¿Qué pretendes, James? Una cosa es acercarte para obtener la información, y otra muy distinta lo es meterte en su vida, formar parte de ella, ganarte su confianza y luego desaparecer.

—¿No es lo mismo que tú has hecho con Leo?

Ross se ríe, lo hace sin ganas, de una forma irónica.

—Lo que hice fue porque mi mejor amigo me pidió que lo ayudara con su historia. Y en todo caso, ¿qué fue? Posar para un par de fotos y listo. No he salido con él otra vez, apenas hemos intercambiado mensajes en donde deja claro que algo sospecha, y estoy aquí, diciéndote lo que ocurre. Podría decir incluso que Leo lo merece, pero ¿qué hay de Antonella?

La punzada de culpabilidad se me clava de nuevo en el pecho, lo hace tan fuerte que me corta el aliento. Porque sé que, a pesar de todo, Ross tiene razón.

—¿Por qué estás tan preocupada?

—Porque estás llevando esto más lejos de lo que pensé —sacude la cabeza —creí que solo querías información, pero luego hablas de ella como si...como si no tuvieras planes de alejarte. Y sabes bien que no puedes mantenerte a su lado, no mientras ella crea que eres un maldito profesor de danza.

Sí, debería estarme alejando de Antonella justo ahora, debería de estar colocando de nuevo la distancia para poder desaparecer, pero no soy capaz. No puedo hacerlo, contrario a eso, he aceptado sus invitaciones, he respondido cada mensaje que me envía y sé perfectamente que no es por el artículo.

De una boda y otros desastres. (SL #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora