24.- Un flechazo a un frío corazón

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JAMES

Creí que pasaría mucho tiempo antes de poder sentir sus labios otra vez, mi pecho se contrae bajo un sentimiento tan intenso que no tengo modo de frenarlo. Los labios de Anto son tan suaves, tan delicados y absolutamente deliciosos.

Se aparta con suavidad, sus parpados se mantienen cerrados y por esos cortos segundos, creo que es la mujer más hermosa que he visto. Mi corazón se retuerce bajo el sentimiento que conozco bastante bien, bajo ese que me deja saber que ya he caído ante ella.

¿Cómo puedes querer a alguien en tan poco tiempo? ¿Cómo puede significar tanto para ti?

—Quiero conocerte —dice suavemente —quiero conocer a James.

Mi pecho explota ante sus palabras, ante la certeza de que ella está aceptándome de nuevo.

—Te enseñaré cada cosa que desees saber —aseguro tomando su mano —prometí que haría hasta lo imposible por recuperarte, así que cualquier cosa que pidas, cualquier cosa que desees conocer, te la daré.

—¿Cómo puedes ser tan bueno conmigo? ¿Por qué estás empeñado en que esto funcione si apenas me conoces?

—No necesité años a tu lado para saber lo maravillosa que eres, lo supe desde el primer instante, lo supe cuando mostrabas tanta fortaleza, aunque no la poseías, supe que eres la mujer más valiente cuando enfrentaste a Leo, y le dejaste en claro que no volvería a tenerte en su vida.

Parpadea, sus ojos se iluminan levemente, pero es suficiente para que luzcan mucho más bellos de lo que son.

—Y solo lo confirmé cuando esa noche en vez de correrme como debiste hacerlo, me dejaste estar a tu lado, sé que no te merezco, Cara, sé que no soy suficiente para ti, pero te prometo que cada oportunidad que me des, la aprovecharé al máximo.

Arruga la frente, baja levemente la mirada y sacude la cabeza. Hay una indecisión en ella, una duda repentina que me acelera el corazón.

—¿Qué ocurre?

—¿Qué tal si después de todo te das cuenta que no soy lo que en verdad quieres?

Y ahí está de nuevo, la inseguridad, la misma mirada herida, el mismo miedo que ese cabrón le dejó.

—¿Qué tal si un día después de años mientras te miras al espejo te das cuenta de que no soy lo que siempre deseaste? ¿Qué no soy la mujer a la que quieres?

—Cara...

—¿Cómo estás tan seguro que realmente soy lo que deseas?

—Solo lo sé, Anto. Lo sé porque no quiero estar a lado de nadie más, porque cuando sospesé la idea de que pudieras odiarme, fue la mayor de mis torturas. Porque durante los días en los que no querías saber de mí, fue tan jodidamente difícil. Nunca creí que pudiera echarte tanto de menos como lo hice entonces, sé que eres tú, sé que te quiero...no tengo ninguna duda de eso.

Toma una inhalación, sus hombros se elevan y parece retener el aliento. Busca mis ojos, como si quisiera saber si estoy diciendo la verdad, así que le permito buscar tanto como desee, le permito mirar cada parte, haciendo mi mayor esfuerzo para mostrarle mi sinceridad.

—Voy a necesitar tiempo —susurra rompiendo el silencio —¿no vas a cansarte?

—Te daré el tiempo que necesites, Cara —acaricio el costado de su rostro —no me cansaré nunca, seguiré aquí, aguardando el momento en el que estés lista.

Y tras decir aquello, solo vuelvo a besarla.

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De una boda y otros desastres. (SL #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora