26: Grecia esta jodida

17 3 0
                                    


-Grecia Natën

— ¡UXIEL...AYUDAME! —gritaba mientras tosía y le sostenía la cabeza—Mamá, por favor, despierta...

—Pe-pequeña, pe-perdóname p-por nu-nunca ser la mamá ideal—su voz apenas se oía—E-escúchame a-atentamente, Grecia. A-aléjate d-del chi-chico es u-un—y un disparo en su frente la callo, mi rostro y manos se llenaron de sangre, y empecé a temblar para lentamente girarme...

—Muévete—no me movía, no podía, pero entre dos personas más lograron sacarme de la casa.

No entendía, no veía y tampoco me movía. Todo estaba borroso, sentía un simple zamarreo, pero mi mente estaba en los ojos de mi madre antes de morir, en mi hermano y hermana, mi padre y el pequeño Abadon.

—No respira, mierda ¡NO RESPIRA! —y ahí me di cuenta, poco a poco que mis pulmones se cerraban y mi mente se apagaba.

—M-mi familia—fue lo único que salió de mi boca.

—Traigan el respirador ¡YA! —esa es...

*1 horas antes del incendio*

-Ivan Natën

—Sigue sin contestarme—mi hermana y yo tratábamos de comunicarnos por trigésima vez con Grecia o su noviecito.

—Chicos, déjenlos tranquilos, se lo merecen después de tanta locura—decía mi madre mientras cocinaba, mi padre por otro lado estaba afuera ejercitándose.

—Me da mala espina—dijo mi hermana de la nada.

— ¿Quién o qué? —cuando voltee a verla estaba con un pequeño libro entre manos, buscando creo que la forma de abrirlo.

—El chiquito ese, Uriel, Manuel, como mierda se llame.

—Uxiel, a mí tampoco me cuadra mucho que digamos, pero mientras Grecia este bien... no pincha ni corta.

—Al parecer...mierda—la veía como con todas su fuerza trataba de abrirlo—Al parecer es de Uriel este cuadernito raro, me cuesta abrirlo—se nota hermanita— Te toca—su mano me lo tendía y con gusto lo agarre.

Tenía unas pequeñas iniciales atrás que supongo que eran las de Uxiel, ya que eran "U.S.L.R" sobraban iniciales allí, pero preferí concentrarme en abrirlo.

Tome el hacha que estaba al costado del sillón y me levante para dirigirme al pequeño salón que ocupe como habitación.

Un hachazo y ya estaba abierto, su interior era igual que el exterior, negro. Preferí guardármelo y luego dárselo a Atlanta, sé que si encuentra algo raro no me lo contara.

— ¿Y? — dijo mi hermana ojos morados cuando baje.

—Nada, no logre abrirlo—mentí— El mango del hacha se rompió—su rostro se sorprendió al ver el filo y el mango separados, cosa que había hecho antes de bajar.

—Mejor seguiré durmiendo—pero su sueño se vio interrumpido cuando al niño del que cuidábamos se le cayó un plato— ¿Puedes callar al demonio chiquito? —su mirada me lo suplicaba y su gemido de dolor cuando se acomodó también.

—Claro lo llevare afuera—y me puse en camino hasta el niño que ahora estaba en la mesada mientras mi madre estaba sentada en el suelo juntando los trozos de porcelana de aquel plato.

—Perdón, tío Iván—su voz era tan dulce pero su cara era tan despiadada.

—No pasa nada, aunque dime Iman, tu...Grecia, me llamaba así cuando era pequeña—mi madre sonrió al recordar aquellos encuentros amorosos que pocas veces tuve con mi hermana menor.

AsíntotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora