19: ¿Acaso eres masoquista, Atlanta?

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Quiero avisar que este capítulo es fuerte en cierto sentido, se hablara de temas delicados. Lo digo por si alguno se siente incómodo al leerlo. Ahora sin más preámbulos, sigamos con la lectura.

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-Atlanta Natën

Creo que todas las mujeres sabemos lo doloroso y horrible que es que te desarreglen el cabello por una estupidez ajena. Bueno, eso me estaría pasando a mí. Dado que mí hermano se pasó de listo con Marcus, lo cual ocasiono su enojo teniendo como resultado mi castigo.

Literalmente estoy atada en una silla super incomoda —quiero el suelo otra vez—, lejos de mi familia, con la boca ensangrentada y un moretón en el brazo... encantador.

—Pensé que eras más sensible, Atlanta— su mano en mi cuello me incomoda más de lo que debería, logrando así que de forma brusca saque la cara de un tirón.

—En tu puta vida me toques, me das asco—mi rabia me consumía, pero sabía que era peor si no hablaba o no me movía.

Su mandíbula se tensó y su mano se transformó en un puño descargado en mi mejilla izquierda. Una vez, dos, tres, seis... y así hasta llegar a hacer que escupiera sangre.

—Vamos, llora, necesito oír que me pidas que pare—me decía mientras me golpeaba, pero no le iba a dar ese gusto.

—No llorare por algo insignificante— dije entre tosidas.

Pero la verdad por dentro estaba muriendo lenta y desgarradamente, todo en mi era dolor y ganas de llorar.

Pareceré ruda por fuera, pero por dentro soy una niña de cinco años que necesita su peluche para dormir.

Una vez que vio que mi cuerpo se balanceaba de un lado al otro, se dirigió al sillón que se encontraba en la esquina de la habitación. Tomó su vaso recién servido de vodka puro y me ofreció un trago.

—Tus heridas no sanaran fácil— me dijo mientras me extendía el vaso.

— ¿Piensas que no lo sé? —reí tristemente—Soy Atlanta Natën, la hermana muerta, la desgraciada que abandono a su propia familia—escupí un poco de sangre acumulada y sonreí aun con los dientes teñidos de rojo—Mi pequeño Marcus...tuve que cargar con el peso de ser odiada por mi propia hermana, torturada por una banda mafiosa y tuve que presenciar la muerte de mi mejor amiga... ocasionada por mi culpa—cada palabra me desgarraba más, pero no físicamente, sino mentalmente.

Una ráfaga de recuerdos invadió mi mente. Verla a ella diciéndome que siempre se pondría a delante mío para recibir las balas. Sus ojos verdes cuando miraba al amor que la mato. Escucharla reír. Ayudarla a elegir con que ropa salir. Y sobre todas las cosas, fingir ser una persona normal en un cuerpo de una asesina serial.

—Me das pena, pero eso no te salvara de lo que viene ahora— y con eso se dirigió al placar que se encontraba a mis espaldas.

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— ¿Acaso eres masoquista, Atlanta? — repetía mientras me golpeaba con un hierro pesado y frio.

— ¿Acaso eso es lo más fuerte que puedes pegar, debilucho? — tendré alrededor de tres costillas rotas, la pierna fracturada y los pómulos de mis mejillas empapados en sangre.

No sé qué carajos estaban haciendo afuera, pero vi a mi hermano asomarse sigilosamente a la puerta.

Mi mirada suplico que se fueran, pero vi que de sus ojos salían lágrimas al ver cómo era golpeada.

Todo esto fue por culpa de toda la familia, no solo de él, no solo de Grecia. Si yo no me hubiera ido él nunca conocería a mi hermana, si Iván nunca contestaba no estaría ensangrentada en una silla, si mis padres nunca hubieran empezado a matar ninguno de nosotros estaría jodido.

—Sabes, cuando te conocí me resultaste más interesante que tu hermana... eras más fácil de descifrar... más transparente, pero siempre eras más intensa en el amor.

—Solo nos hemos visto en su boda, Marcus—dije con un voz ronca de tantos gritos ahogados que tuve en lo que va de la sesión...masajista.

—Claro, por eso—me dio la espalda mientras se quitaba los guantes de látex—Antes de aceptar di un recorrido rápido a la familia...y tu estabas ahí, de pie, con ese vestido morado que hacía juego con el color de tus ojos y un peinado que permitía ver todo tu rostro—se dio vuelta y me miró fijamente—Tenía pensado hacerte mi amante, porque esos labios carnosos siempre fueron mi segunda obsesión...pero tú eras terca y muy...como decirlo...imbécil, lo cual tu hermana nunca fue— dijo mientras me daba nuevamente la espalda para acomodar los objetos con los que me había "torturado".

Cuando no miraba yo aprovechaba a quejarme y a mirar mis heridas, viendo si podrían sanar rápido. Pero una vez que vi esa daga incrustada en mi muslo, entendí que no sabía si saldría viva de esta habitación.

—Pero siempre ame y amare a tu hermana, antes que a ti, Atlanta—mis ojos se cerraron ante su tacto, pero no de placer, sino de asco—Tu hermana siempre será el amor de mi vida. Siempre será mi protegida, porque tú nunca dejaste que por lo menos te probara, para poder conocerte y amarte—alejo su mano y yo observe como aun me seguía mirando con adoración—Así que me hice adicto a la castaña de ojos miel, sonrisa encantadora y mente caprichosa pero fogosa.

—¿Por-por qué me lastimas entonces? —dije entre dolor y poca fuerza—Si me amas, te dejare probarme...pero primero libera a mi hermana...—se relamió sus asquerosos labios y me miro con lascivia, pero agito la cabeza y se acomodó el pelo nerviosamente, para luego mirarme y acercarse a centímetros de mi boca.

Cuando de la nada sentí como mi piel era rasgada nuevamente y por ella entraba algo frio y grueso.

—Esto no es por la irrespetuosidad de tu hermano. Esto es por haber matado a mi familia a sangre fría, sin rechistar, sin pensar en lo que ocasionaría— sus ojos estaban clavados en los míos mientras una de sus manos sostenía la daga y otra mi rostro—Te amo, pero nunca vas a ser mía, pequeña.

— ¿Cuántas sesiones tuviste con el psicólogo entonces? — un quejido doloroso salió de mi boca por primera vez cuando le dio un giro a esa pequeño chuchillo, mientras que también jugaba con el borde del cuchillo en mi muslo—Tu familia merecía estar cubierta de... sangre, mataban, violaban y secuestraban mujeres y niñas... ¿Esperabas que me quedara callada? —mi voz salía débil y entre cortada mediante cada palabra, pero me esforzaba para distraerlo. —Violaron a una pequeña cuando volvía del JARDIN ¿Tú crees que eso es normal, Marcus?

—El porqué de las cosas no te tiene que importar, Atlanta. Ninguna puta familia es normal—lo quiero matar, pero creo que lo hare en otra ocasión, porque me voy a morir antes de siquiera pararme. Me quede estática al instante que giro el cuchillo de mi muslo—Por todo eso te iras al puto infierno, por matar a MI familia, psicópata mutante de mierda— su odio resplandecía en sus ojos, pero el mío era mayor.

—Pues ahí nos veremos, pequeño bipolar posesivo— su mano con la daga fue suplantada por la mía, logrando que ahora la daga este en su cuello.

—Maldita... zorra, ojala y tu hermana con doble personalidad este...muerta— lo último hizo que girara el cuchillo.

—Nadie, jamás, puede ofender a mi hermana en miputa presencia ¿Entendiste? Estupi...—pero mi última palabra fue detenida alinstante en que trate de pararme... creo que me olvide que tuve dos dagasclavadas.

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No pago psicólogos, aunque podemos organizar y vamos a una sesión todos juntos si quieren.

NO OLVIDEN VOTAR PARA LLEGAR A MÁS MOCOSITOS Y AGRANDAR LA FAMILIA. 

Los quiero, chaito<3

-𝓜.𝓖.𝓣

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