27: Nunca escaparas de mi castillo

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-Grecia Natën

Mis ojos pesaban y mi garganta dolía, sin mencionar el ardor en todo el cuerpo. Sentía como si hace más de dos horas caía en un agujero negro que estaba lleno de pesadillas.

Mi cuerpo reaccionaba y mi mente se prendía, pero mis ojos aún estaban cerrados encerrados en la oscuridad de los parpados.

Una leve presión desato un dolor punzante en mi muñeca, lo cual hizo que quiera poner mi mano como reflejo, pero algo lo detuvo... ese algo era metálico y frio. Una maldita esposa.

Automáticamente mis ojos se abrieron y en mi cien estuvo presente una punzada por la reciente combinación de luz y oscuridad.

No entiendo nada, necesito a mi mamá, a Uxiel...me quiero ir.

—Quédate quieta, te vas a lastimar. —dijo una voz ronca que se encontraba a mis espaldas, la cual reconocí automáticamente.

—T-Tú eres un Runako, el callado y misterioso... suéltame, por favor—mi suplica era verdadera con la punzada en mi cien aún.

—No puedo—al mismo tiempo que lo decía se daba vuelta hacia donde estaba yo.

— ¡TU ERES MARCO! Suéltame te lo suplico, mi familia aún sigue ahí—mis lágrimas empezaron a aparecer.

Me culpaba y odiaba por todo lo sucedido, necesitaba ir y buscarlos, necesitaba saber que todo era un maldito sueño inventado por mi estúpida cabeza.

—Lo único que si puedo hacer es quitarte las esposas—sonreí pero automáticamente me señalo—Pero por favor no hagas ninguna estupidez, o juro sedarte... nuevamente—sus pasos eran lentos y precavidos ante cualquier movimiento brusco por mi parte.

—Ok, ok, no haré nada.

Si lo hare.

Marco, retiro las esposas de mis manos y se alejó, llevándose con él la bandeja de plata llena de medicamentos y jeringas.

—No le digas a nadie lo que piensas que paso, ellos no te entenderían... créeme—dijo antes de cerrar la puerta trabándola por fuera.

Lentamente analice mi alrededor, dándome cuenta que había muchas maquinas, la cama estaba en el medio de la habitación y mis pies estaban al igual que mis manos, esposadas...

Seguí observando encontrándome con paredes grises, luces tenues, un pequeño sillón y alfombra. No hay baños, espejos, ni sillas, nada por el estilo.

Me hace acordar al psiquiátrico solo que en este caso hay una puerta de metal reforzado con un pequeño cuadrado, que por lo que veo es vidrio reforzado. Mi nueva ventana que da vista a un espectacular pasillo iluminado con otra puerta parecida a la mía enfrente.

Súper... es encantador estar encerrada, los locos también merecemos colores, porque si no empeoraremos y lo único que reconoceremos son los colores oscuros y rojizos...

Vi personas andar por el pasillo y mi respiración se empezó a agitar cuando vi que una era idéntica a la de mi madre.

— ¡¿Hola?! ¡¿MAMÁ?! —mi voz resonaba en la habitación, sin respuesta alguna. ¿Dónde carajos estoy?

Mis padres, mis hermanos, mí supuesto hijo, mi novio, mis amigos...

Todos eran recuerdos borrosos, recuerdos extraños. Sin conexión entre ellos. Sin sentido, como si todo fuera inventado o imaginado, pero estoy totalmente segura que todo es verdad. Que no es lo que ella decía...

No puedo quedarme.

Me tengo que ir.

No quiero estar aquí otra vez.

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