Estaba entrando al tercer mes de embarazo y afortunadamente las náuseas no fueron tantas como había pensado que serían. Sin embargo, despertar con la cabeza casi enterrada en el WC, no era algo que le emocinaba. No cuando lo más que quería era dormir.
Por otro lado, decirles a sus compañeros de equipo su estado fue todo un caos, desde un incómodo silencio hasta gritos de emoción y felicitaciones, sin mencionar que muchas cosas habían cambiado en ese mes, empezando por el hecho que el marine le había pedido mudarse juntos para estar al pendiente del embarazo, así que las mañanas donde amanecía en el baño se habían hecho más amenas y soportables.
Excepto porque el comandante lo sobreprotegía demasiado, su papel de salir a las calles y perseguir malos se había acabado, después de una discusión, –que estaba seguro que todo el departamento de policías había escuchado– habían llegado a un acuerdo que durante el embarazo el detective no se iba a exponer, así que ahora se limitaba a solo permanecer en las instalaciones a investigar datos importantes.
Danny trataba de no caer en aburrimiento y desesperación.
—Hola, te traje algo que desde hace varios días oí que tenías antojo —Kono entró a su oficina y le enseño una bolsa que contenía un par de pedidos de camarones del puesto de Kamekona, el detective sonrió feliz.
—Mujer, te adoro. El neandertal de Steve no me deja comer cosas fritas, grasosas o dulces «Cuido tu colesterol y el colesterol del bebé, Danny» —El detective fingió la voz de su pareja repitiendo la frase que siempre le decía mientras inspeccionaba la bolsa.
La isleña río divertida.
—Bueno, debes comer por otra persona. Está justificado. —El rubio hizo una mueca.
—Steve es capaz de ponerme a correr en las mañanas para mantener mi colesterol controlado. Lo odiamos.
—No sería Steve si no se preocupara por tu colesterol, Danny.
—Que deje mi colesterol en paz. La doctora nos dijo que probablemente empiecen los antojos con el segundo trimestre, pero este bebé lleva los genes de un Mcgarrett, empiezo a sufrirlos desde ahora.
La doctora también les había dicho que debían cuidar de su dieta, por todos los trastornos que podía desencadenar. Diabetes o preeclampsia. Esa era la razón por la que su pareja lo cuidaba, sin embargo, sus cuidados a veces eran... extremos. La obstreta dijo controlar dieta, nunca prohibió los antojos. Steve no entendía aquello.
—¿Cuándo sabrán el sexo? —la puerta fue abierta de nuevo, Chin y Steve entraron.
—Oh no, esos camarones tienen mucha grasa, podrían darte agruras.
El marine iba a quitarle el túper, pero en un movimiento rápido el detective lo alejo de él, comiéndose ambos pedidos.
—Agruras las que me provocas tú con todo ese control y sobreprotección que tienes sobre mi. ¡Dame cinco minutos!
—¿Ahora está mal que proteja a mi pareja y a mi hijo? —se cruzo de brazos y lo miró con el ceño fruncido.— Recuerda que la doctora...
—«Recuerda que la doctora dijo..» —imitó su voz, dedicándole una mirada de irritación—. Soy un doncel embarazado, y lo único que quiero es poder comerme estos camarones porque tu hijo lo está exigiendo, ¿puedo hacerlo o el niño debe nacer con cara de camarón?
—¡Sólo estoy tratando de cuidarte!
—¡Puedes cuidarme mientras me consientes con los antojos que este bebé tiene! ¿Crees poder hacerlo?
El marine guardó silencio por varios segundos pensando.
—Creo que si puedo —su discusión fue interrumpida por la risa de ambos primos.
—Porque no se van a casa a descansar, un embarazo es agotador y más para un doncel. No creo que por hoy tengamos un caso.
Ambos hombres estuvieron de acuerdo. Antes de salir de las instalaciones de cinco-0, Danny tomó la mano del marine y la puso sobre su vientre, que para ese entonces se notaba una leve curvatura. Automáticamente Steve rodeo la cintura del más bajo con su otro brazo y lo acercó a su cuerpo sin despegar su mano.
—Odio la piña, pero este pequeño o pequeña que esta aquí quiere unas rebanadas de piña... —Sonrió—. Y las quiere ya, de preferencia con chocolate líquido encima.
La risa del mayor lo reconforto y terminó por recargarse en su pecho.
—De acuerdo, glotón. Vamos por tus antojos. Pero si te da alguno de los problemas que he leído...
—Te aseguro, que mi páncreas e hígado están lo suficientemente sanos para soportar. Tú solo encárgate de conseguirme la comida.
—A veces te odio. —Danny le sonrió con cinismo.
El caos de los antojos no se destapó sino hasta que llego la noche, ambos se encontraban acostados y, en el caso del marine, ya se encontraba totalmente dormido. Aguantar a Danny de por sí era pesado, pero aguantarlo estando embarazado lo hacía imposible.
En cambio, Danny acariciaba su pequeño bulto con delicadeza y suavidad mientras intentaba encontrar una posición cómoda para dormir, sin embargo, unas ganas de helado lo inundaron terriblemente.
—Steve —Susurró— Steve... despierta.
—¿Qué sucede, Danno? —la voz adormilada de su pareja lo hizo sentir mal, pero su antojo era más grande.
—¿Vamos por un helado?
—¿Qué?
—Que si vamos por un helado
—Danny... —Miro el reloj—. Son las 2 de la mañana, es muy tarde para comer helado.
—Por favor Steve, o me acompañas a comprar un helado o me iré yo solo a conseguirlo. —Se levantó de la cama
Resignado, el marine también se levantó.
—Esta bien, vamos.
Recorrieron casi media isla en busca del helado del doncel, encontrando un lugar de pedidos rápidos. Al llegar a casa, se quedaron en el carro mientras terminaban de disfrutar el antojo. Steve no puedo evitar tomar la mano de su pareja.
—Me volverás loco, Danno.
—Lo siento, quise controlarme, de verdad.
La risa del comandante lo hizo sonreír. En eso oyeron sobre el techo del carro pequeños pasos, hasta que de repente vieron como un pequeño gato blanco se deslizaba sobre el parabrisas. Vieron con atención como volvía a subir para después volverse a deslizar, causando risas en ambos hombres.
—Al menos alguien se está divirtiendo. —El marine murmuró divertido mientras volteaba a ver a su acompañante.
No pudo evitar comparar a ese pequeño felino con su chico. Siendo feliz con cosas demasiado sencillas. El gato era feliz mientras se deslizaba en el parabrisas, Danny lo era con el helado que se estaba comiendo.
Sonrió.
Era cierto, su Danno era necio, negativo y muy histérico en la mayoría de las veces, pero tal vez era el embarazo, o el pensamiento de un bebé de ambos, no lo sabía a ciencia cierta, lo que si sabía era que el marine empezó a ver al doncel mucho más bello.
Cómo si estuviera rodeado de un aura de luz. Su cabello más brillante, su piel más suave, incluso con aquella pancita casi invisible se veía simplemente perfecto.
El moreno regreso su vista al felino sobre el capo del auto. Si despertarse en la madrugada por un antojo, hace feliz a su doncel, entonces estaba dispuesto a hacerlo con mucho gusto.
Porque Danny lo valía. Y él estaba listo para ir al fin del mundo con tal de verlo contento.
Capítulo editado
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ℭ𝔯𝔬𝔫𝔦𝔠𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔲𝔫 𝔢𝔪𝔟𝔞𝔯𝔞𝔷𝔬 𝔠𝔞𝔬𝔱𝔦𝔠𝔬 | Mcdanno
FanfictionDanny creía que algo había hecho mal en su otra vida cuando dos líneas aparecieron en aquel aparato de plástico que se encontraba en el lavabo. ¿Cómo iba a decírselo a Steve? Un sentimiento agridulce creció en su interior... Sólo esperaba que no fue...