Día 5: 𝕯𝖚𝖉𝖆𝖘 𝖞 𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔𝖘

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Era Halloween, y ambos padres se encontraban viendo una película, Chucky, para ser más específicos. Sin embargo, el sonido de la película era acompañado por el sonido de los besos que compartían en el sillón.

Al menos hasta que el rubio notó como su pareja estaba más concentrado intentando ver lo que sucedía, su cuello en una posición extraña, mientras que sus labios estaban unidos, su mirada estaba dirigida hacía la pantalla, Danny se alejo con una ceja alzada.

—Disculpa, ¿acaso te estoy interrumpiendo? ¿Te estorbo?

—¿Qué? ¡No! No, ven acá —tomó entre sus manos su cara y continuo su sesión de besos.

Sin embargo, tan pronto como lo comenzó a besar, el comandante siguió intentando ver la película de reojo, con un suspiro irritado Danny se separó de él.

—Espera... —el detective soltó un suspiro resignado.

—¿Qué?

—Nunca has visto el final de esa película. ¿Cierto?

—¿Qué? ¿Cómo crees? Por favor... —el sonido de su celular interrumpió su conversación, y antes de contestar el comandante pauso la película.

—¿Es en serio?

El marine hizo una señal de silencio. El doncel rodo los ojos y se cruzo de brazos.

—Mcgarrett... En seguida voy. —dejó un último beso en los labios del rubio.

—Deja que vaya contigo, por favor.

—Danny sabes que no puedo, debes descansar.

—Steve, no saldré a campo, sólo me quedare en las oficinas, si necesitan cualquier cosa yo los podré ayudar.

El comandante lo miró por breves segundos. Sabía que no podía encerrar al rubio durante todo el embarazo, pero tenía miedo, miedo de que algo pueda pasarle. Ambos eran policías, habían encerrado a mucha gente y tenían muchos enemigos.

—De acuerdo, pero por favor. No quiero que salgas del cuartel.

—Steve, con esta barriga no puedo ni ir a la esquina sin que me pese hasta la existencia.

Con una sonrisa Danny se levantó del sillón, beso la mejilla del comandante y salió de la casa. Steve pasó su mano por el cabello intentado no arrepentirse de su decisión, salieron rumbo al cuartel.

—¿Sobre que era el caso?

—Chin explicó algo sobre una casa en medio del bosque que exploto por una bomba. No sabré mucho hasta que vaya a la escena del crimen.

—Vamos, no creo que vaya a correr riesgo ahí.

—No lo sé Danno. Tu mismo lo has dicho, estas embarazado. ¡No voy a ponerte en riesgo!

—¡No estaré en riesgo! Steve, solamente iremos a revisar la escena del crimen. ¡Muchas veces hemos revisado escenas del crimen y no ha pasado nada malo!

—Si, pero tú no estabas embarazado.

—Por favor Steve. —soltó un suspiro cuando vio que el marine estaciono el auto.

—Escucha, Danny. Sólo intento protegerte, ¿sí?. Tengo miedo de que algo te pase. —lo miró con un leve toque de irritación— ¡No eres ahora solo tú! Llevas a nuestro hijo en tu vientre.

—Steve, yo también tengo miedo. ¿Sí? Pero me aturde más quedarme encerrado en la casa o en la oficina todo el tiempo. ¡Estoy embarazado! Quiero disfrutar mi embarazo como alguien normal.

—¡No somos normales, Danno! Somos policías.

—¡Exactamente! No pienso perseguir a criminales, pero puedo ir a escenas de crimen o ir a interrogar familiares. Steve, toda mi vida he hecho esto y sentirme así no ayuda.

Después de un largo momento de silencio, Steve soltó un suspiro—. Entiendo tu punto. Esta bien, vamos.

—Gracias.

Ambos se envolvieron en un silencio incomodo, Danny se sentía tenso, y la única forma de calmarse fue acariciando su vientre mientras veía hacía afuera. Al llegar a la escena, era un desastre, no sólo porque todo estaba achicharronado, sino por las partes del cuerpo –totalmente quemadas– que había encima de una lona amarilla.

—Max, ¿cuál es la hipótesis?

—Hola, detective Williams, me alegró de verlo aquí. Se ve brillante el día de hoy.

El rubio sonrió complacido por el halago, sin embargo, conforme iba viendo la escena más nauseas le provocaban, con paso tambaleante e inseguro se terminó alejando para vomitar a varios metros de la casa. Arrodillado en medio del bosque sintió unas manos en sus hombros.

—Ya está Danno —el comandante se arrodillo a un lado de él y lo abrazo, mientras el rubio lloraba desolado sobre su pecho.

—No sé si es el embarazo el que me hace más sensible, nunca me había afectado tanto una escena, pero esto... —sus hombros se sacudían con violencia.— Me siento tan consternado.

—Será mejor que vayamos a la oficina, recuerda que no puedes tener emociones fuertes y menos negativas.

Con delicadeza lo ayudó a levantarse y se dirigieron al auto.

—¿Cómo está Danny? —Kono preguntó preocupada.

—Estará bien, pero será mejor que nos vayamos. Cualquier cosa, marquen.

—De acuerdo jefe.

Al llegar al cuartel, fue que el rubio se desmoronó completamente otra vez en la oficina del mayor.

—Soy papá de una pequeña niña y seré papá de nuevo de otro ser aún más pequeño, no puedo ni pensar que crecen en un mundo donde alguien puede llegar a hacer bombas tan la aligera y las ande paseando por cualquier lado.

—Cariño, todo estará bien. Los vamos a proteger de cualquier cosa, a los dos. Por favor, deja de llorar. Me parte el corazón verte así.

—¿Y si no soy capaz de protegerlos? ¿Y si no soy capaz de proteger a este ser tan pequeño aquí dentro? Steve estoy aterrado —las lágrimas comenzaron a caer más rápido y con más fuerza por sus mejillas.

—Danno, has sido un maravilloso papá con Grace. Lo vas a ser igual de excelente con monito, porque además... —alzó su barbilla con suavidad—. No estarás sólo, yo estaré contigo.

Compartieron un beso que no solo fue como un bálsamo para los miedos y angustias del rubio, sino que también fue una promesa sellada.

—Te amo, Steve.

—Yo también te amo, Danny.

Steve no lo dijo, pero los miedos del rubio también eran sus miedos. Tenía miedo, no por él, por su familia. ¿Era capaz de protegerlos? Nunca nadie lo preparo para lo que significa ser papá, saber que ahora un ser humano depende completamente de él. Lo aterraba.

Él y su padre no fueron los mejores amigos, ni llevaban una relación estrecha. ¿Sería un buen padre? ¿Cumpliría las expectativas de su Danny? Quería ser el orgullo de su hijo, de su esposo. Y eso lo hacía sobreprotector, y cuidadoso.

Protegería a su familia.

CAPÍTULO EDITADO

ℭ𝔯𝔬𝔫𝔦𝔠𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔲𝔫 𝔢𝔪𝔟𝔞𝔯𝔞𝔷𝔬 𝔠𝔞𝔬𝔱𝔦𝔠𝔬 | McdannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora