VI: Blanco y negro

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Era la segunda vez que el hombre lograba inmovilizarla, su cuerpo tenso luchaba por escapar de sus brazos pero le era imposible, en ese punto parecía que su cuerpo no reaccionaba como ella esperaba y el hombre mantenía una sonrisa burlona manteniendo su respiración agitada chocando contra la oreja de la menor, aquella cercanía no se rompía y eso la estaba poniendo nerviosa, el calor recorría el cuerpo de ambos estando sudados y agitados ante lo que hacían. Como ella no podía resistir más, decidió su último recurso y mordió la mano del hombre como si su vida dependiese de ello.

— Hey, si sigues haciendo eso acabaré rompiéndote en serio —Se quejó con la mano adolorida y separándose de ella para quedar en el piso a un metro de distancia. Frunció el ceño y la miró con enfado por su acción.

— Lo siento, no pensé... —Se acercó y le tomó la mano para examinar la marca, por suerte no le había hecho daño y eso se iría en cosa de una hora como mucho. Él la apartó y se levantó sin hacer contacto visual, ella lo siguió.

— Bien, creo que vas mejorando, pero... Mantienes ese error —Tomó 2 botellas de agua y le entregó una a la menor, su vista se fue hacia Gojo. El albino estaba corrigiendo la postura de uno de los estudiantes mientras otros se dedicaban a practicar en parejas.

Al final, durante la reunión con Nobara y Megumi se la pasó mejor que nunca, aún cuando terminó durmiendo en la tina de baño por beber en exceso y despertar con un dolor de cabeza insoportable. La castaña había amanecido metida en un clóset del hombre y Megumi... Megumi era el único que estaba recostado en la cama, aunque estaba como Dios lo trajo al mundo y definitivamente no iba a poder olvidar esa escena, menos por oírlo nombrar al hermano de Sukuna, éste lo despertó con un vaso de agua y trató de sacarle información al respecto.

No obtuvo nada de nada.

— Quiero ir al baño —Soltó la menor poniendo una cara indescifrable.

— ¿Eh? —Bajó la vista su cuerpo tenso. ¿Siempre fue así de pequeña? Bueno, no había notado la diferencia de estatura antes, no importaba— Sabes que aún no puedes ir... ¿Qué pasa? —Se acercó con ganas de molestarla un poco, no entendía porque se comportaba de ese modo, incluso podía notar cómo empezaba a sudar. Susurró aquellas palabras suavemente en su oído, no le importaba que Gojo estuviese cerca.

— No quieres saber —Intentó alejarlo y el hombre fingió estar buscando en su bolso, para su suerte se encontraba junto a dónde estaba Naoko. Mientras simulaba aquello, seguía pegado a ella con una sonrisa que enseñaba sus dientes. Fue inútil, él no se apartaría.

— No temas en decirme qué te duele... —La chica tuvo que taparse la boca con la mano al sentir cómo el hombre ahora susurraba cerca de su cuello. No pensaba marcarla otra vez ¿Verdad? Eso sería realmente un desastre, ella estaba en una relación feliz con Ryu. El chico todo el tiempo estaba atento a ella, le daba mimos, la consentía e incluso la apoyaba cuando veía que estaba agotada por las tareas. No podía permitir que ese hombre tuviese un privilegio que no le correspondía.

— Sukuna sensei —Susurró captando su atención, estaba maravillado por cómo había reaccionado la chica. Aunque no volvería a tocarla como aquella vez, no podía evitar acercarse de esa manera para verla temblar y se conformaba con hablarle de ese modo— Me llegó mi período.

Se quedó en silencio observando a la nada teniendo una expresión mezclada entre sorpresa y algo de perturbación a su ser. No se esperaba para nada eso. Tosió disimuladamente y luego de carraspear enderezando su espalda, procedió a indicarle que fuera al baño a hacer lo que tuviese que hacer.

Al finalizar el club de artes marciales mixtas, todos se retiraron a sus hogares. La chica comenzaba a sentir molestias a la altura baja del torso, y para su mala suerte se le habían acabado sus pastillas para aliviar el dolor característico, por suerte tenía una bolsita de agua caliente con una funda que tenía forma de nube. No tardó en colocarla allí y se quedó recostada todo lo que quedaba del día. Cuando por fin llegó el día siguiente, la muchacha se levantó con cuidado, el dolor sólo aumentó pero no podía faltar a clases, podía perder asignaturas importantes.

Ryōmen Sukuna: Sensei Me Odia [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora