XXII: La realidad [+18]

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— No quiero hacerlo —Mientras era jalado inútilmente por Kyomi y Haruki, el profesor Gojo lo observaba con una cínica sonrisa que ocultaba sus ganas de golpearlo en la cabeza— ¡Esto es humillante!

— Sí, sí, como digas, ve al escenario —Habló la pelinegra, traía el disfraz de árbol puesto, por lo que era complicado moverse apropiadamente.

— Cariño, si no te sueltas de la puerta, tendré que castigarte —Tan sólo esas palabras bastaron para que Dai dejase en paz el picaporte que comenzaba a crujir con la madera vieja.

Naoko lo miró de forma burlona y alzó el pulgar— Ya quería ver acción, gracias por arruinarme el momento, tarado

— Maldita depravada, para eso tienes a-... —No pudo continuar con su frase, por la puerta entró Sukuna a verificar que todos estuvieran listos para comenzar.

«En cuanto termine la obra le bajaré los pantalones a esa idiota», pensó Dai.

Durante el primer acto todo había sido risas, pero Naoko se hayaba realmente nerviosa y había olvidado completamente sus líneas, por lo que no tenía idea de cómo solucionarlo, en especial por el hecho de que su padre había decidido ir a ver la obra y se había sentado justo detrás de Sukuna, quién luchaba por no sudar del miedo a que el progenitor lo interrogase, un par de días atrás lo había observado marcharse tras dejar a la chica en su hogar.

— ¿Dónde estoy? —Dai se paseó sosteniendo entre sus dedos la falda del vestido, el escenario simulaba ser un bosque con abundante neblina.

Todos en el público miraban con atención, algunos pocos luchaban por sostener la risa debido a la apariencia del peliazul. Naoko comenzó a avanzar torpemente entre los árboles de cartón, traía un calzado que simulaban ser patas de gato hechos con algodón y felpa, cuando estuvo llegando hasta el frente de Dai, pisó accidentalmente la cola del disfraz y cayó al suelo ganándose risas del público, no estaba planeado pero la gente lo disfrutaba.

— Mierda... —Sus mejillas se tornaron rosadas al momento en que soltó aquella palabra, iba a ser regañada más tarde— Es decir... Niña, ¿Qué haces en éste lugar? —Se puso de pie y apuntó en dirección a Dai.

La obra fue de maravilla, a excepción de aquél detalle.

— Y así damos por terminada la obra, demosle un fuerte aplauso a los muchachos —Dijo Gojo con micrófono en mano. Rodeó por el hombro a Dai por unos segundos y lo dejó libre, era una advertencia tras verlo acercar su mano sospechosamente al pantalón de Naoko.

— Adiós mundo cruel —En el instante en que hicieron una reverencia, el ojiavellana bajó los pantalones de su amiga y se fue corriendo como si no hubiese un mañana. Por si aquello no era suficiente, la chica perdió el equilibrio y acabó encima de Sukuna, quién estaba sentado frente al escenario, y el padre de la joven observó todo.

— ... —Gojo y el resto se quedaron presenciando en silencio absoluto durante un par de segundos.

El pelirosa tomó a la chica como pudo y se fue corriendo al camarín, donde no había señal alguna de Dai. La razón por la que el chico lo había hecho, era que el día anterior a la obra la rubia lo empujó a modo de juego, el problema fue que cayó en una fuente en medio del centro comercial. Era su venganza, sabía que Naoko iba a matarlo pero que no iba a acabar su amistad por ello, la conocía.

— ¿Estás bien? —Interrogó Sukuna, una vez que la chica acabó de cambiarse y salió del cubículo. Los demás ya se habían marchado, pues quienes debían llevar los disfraces al cuarto de utilería eran Sukuna, Naoko, Gojo y otro alumno de la clase.

Ryōmen Sukuna: Sensei Me Odia [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora