Capítulo 2; Enojo.

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Máx tomó a Alex del brazo y lo tumbó en el suelo del despacho.

Él estaba furioso, había podido mantener a raya al chiquillo, pero cometió un error; intentó matar a ese imbécil y sólo porque los celos lo estaban matando, porque Alex pensaba en su adorado hermano todo el tiempo.

Neit era como la sombra de un fantasma que no se puede eliminar.

Por desgracia el maldito de Neit no murió, pero al menos había retrasado el proceso que ya había tenido.

No le convenía que ese idiota despertará ahora y se llevará lejos de él a su exquisita adquisición.

Alex le pertenecía a él, era suyo y no permitiría que se lo arrebataran y si en algún momento eso llegase a pasar; preferiría matarlo el mismo y después dispararse en la cabeza y así morir juntos.

Alex se resistía.

Alex- Déjame Máx ya basta.

Max- Cállate; tu sólo ábrete de piernas que tengo antojo de ti.

Al- Déjame maldito, déjame no puedes hacerme esto; estoy embarazado.

Ma- Lo sé, por eso no te doy la paliza que te mereces por altanero, así que cállate y déjate por el bien de nuestro hijo.

No podía creer las estupideces que él decía, sólo sentir sus caricias sobre mi cuerpo me hastiaba y sentía tanta repulsión. ¿Por qué me pasaban estas cosas a mí?

El desgarro mi ropa y por mucho que intenté y créame lo intenté; no pude alejarlo de mí, él me mordía dejando marcas diversas en mi cuerpo, eran sus marcas de propiedad. Max mordía mis tetillas y bebía la leche que estaba saliéndose, ya que estaba a sólo un par de semanas de dar a luz.

Pero eso no le importaba a este maldito.

Después que me dejo desnudo abrió mis piernas y empezó a rozar su falo contra mi entrada.

Al- Espera no lo vas a meter así nada mas ¿verdad?

Max estás loco, debes detenerte, estoy embarazado; no comprendes lo que eso significa.

Ma- Cállate.

Me dio un par de cachetadas y me embistió de una sola vez provocándome mucho dolor y que mi entrada sangrara un poco.

Max estaba fuera de sí y todo empeoró cuando grité el nombre de Neit; mi hermano, pidiendo ayuda.

Gritaba por mi hermano, pedía su ayuda; lo necesitaba, solo él podía salvarme de las garras de este maldito.

Esto lo enfureció como jamás creí y empezó a embestirme más fuerte y violentamente.

Tan fuerte eran sus movimientos que mi vientre empezó a moverse de una manera horrible provocándome aún más dolor.

Al- Ya basta detente, ayuda por favor alguien que me ayude.

Ma- Cállate, cállate; maldición tú me perteneces y nadie podrá alejarte de mi lado, ni siquiera el estúpido de tu hermano.

Si no lo maté antes lo volveré a intentar y esta vez no fallaré.

Al- ¿Qué?

¿¡Entonces si tenía yo razón si fuiste tú!? ¿Qué le hiciste?

Ma- Maldición te la estoy metiendo hasta el fondo y tu sólo piensas en el estúpido de Neit.

Demonios; sólo logras hacerme enojar.

Al- ¡Ah! ¡Ah! _grito de dolor_ no, ya basta; detente.

Prosiguió a embestirme aún más fuerte y profundo, el dolor que sentía era indescriptible y no podía darle comparación alguna.

Realmente estaba fuera de sí y totalmente furioso, él me mordía mucho más fuerte; casi arrancándome pedazos de mi piel; estaba totalmente enloquecido, mis caderas, mis brazos, mi vientre, mis piernas; todo, todo mordía y dejaba demasiadas marcas en mi cuerpo.

Él se vino dentro de mí, pero aun así no estuvo contento, yo sólo podía aguantarme y gemir de dolor en silencio, me cambió de posición y me puso en cuatro para seguidamente penetrarme de nuevo, volviendo a una rutina de penetraciones y embestidas salvajes y violentas.

Esto no parecía tener fin, era como un infierno en mi cuerpo, todo me dolía y todo empeoró, cuando también comenzó a morderme la espalda, no eran mordidas que se vieran bonitas, si no; que parecía que me las hubiera hecho algún animal salvaje; aunque pensándolo bien era a lo que más él se parecía, fue un animal salvaje conmigo; muy a pesar de todo lo ya anterior, debo decir que estos meses con él me ha violentado de muchas maneras, pero nunca fue tan salvaje como ahora, tenía miedo.

Mi cuerpo ardía y dolía mucho, sentía mucho dolor en mi vientre y temía por mi bebé, las horas fueron pasando y hasta que no estuvo por completo satisfecho no me dejo en paz, yo había perdido la noción del tiempo y el espacio, lo único que quería era cerrar mis ojos y no saber más al respecto, mi cuerpo quedo tirado en el suelo con todas las señas y marcas que Max había dejado en mí.

Mi Única Esperanza 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora