RENDICIÓN|Sara Stone|
Caminaba sin un rumbo especifico después de rechazar la completa idea de ir a casa de mi madre y darle la satisfacción de hacerle saber que mi vida con Leonardo no había sido del todo perfecta. Estaba que no podía con la rabia al recordar cada una de sus palabras con respecto al lo de ser una terrible madre. Si supiera que yo estaba dispuesta a darlo todo por ser la mejor, por demostrar que podía ser la madre de sus hijos que él siempre había estado esperado. Me hacia enfurecer tanto que a veces solo quería mandarlo a la mierda con toda su charla educacional.
¿Él saldría a buscarme?
— Tía, quiero ir a orinar. — dijo sacándome de mi trance.
— ¡¿Qué?! — exclamé incrédula — No puedes estar hablando enserio, Fátima.
Ella me miró fijamente con un parpadeo constante.
— ¡Dios! — Murmuré — Bien, yo... Yo... ¡Yo también quiero ir!
Corrí por la calle, desesperada, buscando un taxi y que por suerte no tarde demasiado en conseguirlo. Ambas entramos y Fátima estaba haciendo su mayor esfuerzo por aguantarse, sin embargo, yo no me creía capaz de poder soportar tanto como ella y literalmente sentía que estaba comenzando a ponerme morada.
— ¿Esta usted... Bien? — preguntó el taxista un tanto ansioso.
— Si, solo usted dese prisa — le pedí.
— De acuerdo señora, pero...
— ¡Andando! — le supliqué.
Soltó un marcado suspiro de estar perdiendo la paciencia.
— Eso haría si usted...
— ¿Por qué no arranca? — pregunté desesperada.
— Eso haría si me dijera a donde vamos. — respondió un poco molesto.
Tonta, Sara. ¡Puf!
—Calle Lincoln, número diez. — dije avergonzada. — Una disculpa.
Comencé a hacer respiraciones al igual que Fátima. Ambas nos sostuvimos de las manos y juntas intentamos hablar sobre el paisaje para distraernos.
— ¿No cree qué debería ir a un hospital? — inquirió.
— ¿Qué? — pregunté desconcertada, pero luego comprendí — No, no se preocupe, no estoy en labor de parto...
Me detuve al sentir un pequeño golpecillo en el vientre. Le sonreí al taxista que me miraba alarmado para tranquilizarlo. Le mandé un mensaje a Marta para que nos recibiera con la puerta abierta, puesto que mi compañía estaba urgida por hacer del baño.
— ¡Ah! — grité y apreté con fuerza la mano de mi sobrina. Se quejo con naturalidad. — Lo siento. Perdona, ay, no puede ser. No quise lastimarte.
Me moví inquieta sobre mi asiento y comencé de nuevo con mis ejercicios de respiración.
— Señora, ¿de verdad esta usted bien?
— Si, solo usted... ¡Ah!
Esta vez el golpe fue mucho más fuerte y simplemente comencé a retorcerme. Pero poco después se dejo se sentir. Me asusté, aún faltaban un par de semanas para mi cita programada.
— Usted solo lléveme a donde le pedí, ya estamos por llegar. Mi amiga esta esperándome... ¡Ah!
Los dolores se intensificaron y volví a gritar. Fátima tenía su carita pálida del susto.
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¡ELLA ES MI DESASTRE! ™
Roman d'amour[ ESPECIAL: ¡LA CHICA DESASTRE!] No se trata unicamente de estar enamorados. No se trata solamente de desearse. No se trata simplemente de amarse. Es mucho más que eso... Nuevas situaciones que nos harán reír, enojar y amar. La breve continuación d...