Capítulo 15

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~Maia Adara~

Es una noche hermosa, el cielo se encuentra estrellado como la pintura de Vincent Van Gogh. Hoy la luna les hace compañía con su brillo a su máximo esplendor y unas ganas inmensa de querer salir a admirarlas, me hacen bajar por la enredadera.

Me siento en una pequeña banqueta que papá a colocado para mí recientemente, para que pueda leer durante las tardes que él está en casa. Desde que la colocó, ambos solemos sentarnos a leer juntos, bueno, yo leo y él me escucha con atención, le gusta mucho escuchar mi voz.

Veo las rosas blancas junto a la cerca y me levanto para caminar hacia ellas. Tomo una de las rosas con mi mano y sin arrancarla acaricio sus suaves pétalos. Estando allí, recuerdo el día en que bajé por una rosa que había caído en el pasto de mi patio. Fué el día en que ví a ese chico por primera vez. Había jurado que él la había arrojado a propósito, pero cuando bajé y lo vi alejarse, supuse que todo había sido una equivocación.

— ¿Planeas robarte una de mis rosas? —doy un pequeño salto al oírlo; su gruesa voz me ha causado un gran susto—, Lo siento, no fue mi intención. —se disculpa al otro lado de la cerca.

— Casi me produces un infarto —coloco  una mano sobre mi pecho para calmar mi corazón acelerado.

— Hace frío, no deberías de estar afuera. —atraviesa la puerta cubierta por las rosas y se acerca a mí. Es un chico alto con hombros amplios y esbelto. Por su aspecto puede llegar a ser algo intimidante, pero en realidad es todo lo opuesto— Ven, será mejor que vayamos al depósito. —toma mi mano sin preguntarme y me lleva con él. Atravesamos la puerta y caminamos hasta el depósito con rapidez.

—Aquí está más cálido. —digo, frotando mis brazos para entrar en calor más rápido.

— Creo que te vendría bien una cobija. —abre un cajón y saca una manta gris— te mantendrá caliente. —me cubre con ella; su ojos grises se encuentran con los míos y su rostro está tan cerca que, casi podemos rozar nuestras narices— ¿Quieres chocolate caliente? —pregunta sosteniendo la mirada.

—Sí. —a penas logro responder al tenerlo tan cerca.

—Ya vuelvo, iré a la cocina. —me toma de los hombros y me sienta sobre el sillón— Prometo que no tardaré, así que no te vayas. —da media vuelta y sale del depósito.

Dejo salir el aire que estaba reteniendo en mis pulmones por su cercanía y me acomodo en el sillón para relajarme un poco.

La debilidad no es una opción, Adara.

Repito en mi cabeza, pues es algo que ella me ha dicho tantas veces y que nunca puedo olvidar si no quiero terminar haciendo una tontería que ponga en riesgo nuestro plan.

Me quedo en el sillón mirando a mi alrededor en busca de algo con que distraerme. Lo primero que veo es su hermosa repisa llena de libros y por momentos siento la tentación de coger uno, más, sin embargo, descarto la idea y prefiero quedarme en mi lugar.

Por fin, encuentro algo con que distraer mis ojos... una foto sobre el cajón donde sacó la cobija que me ha dado. Es una linda foto donde salen tres niños, uno de cabello naranja como una zanahoria y dos pelinegros.

Los tres hermanos Müller se ven adorables en la fotografía, en especial Tahiel, quien sostenía una enorme sonrisa que dejaban ver que le faltaban los dientes principales. De Tyler resaltaban sus intensos ojos azules y de Kyler... TODO. Sus largas pestañas, su sonrisa de boca cerrada, sus cabello negro azabache con pequeñas ondas, su mirada... Todo, absolutamente todo.

—Lastima que no tengo un celular o una cámara, mis hermanas disfrutarían mucho de ver esta foto. —balbuceo sonriente; sobre todo a ella le hubiera gustado mucho ver al pequeño Tahiel.

"Voces En El Sótano"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora