Capítulo 22

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~Maia Adara~

La alfombra que antes era de color blanca, ahora está de color escarlata, ¿Por qué?, No tardo mucho en hallar la respuesta... Sangre.

Lo que está sobre la alfombra es sangre, y no cualquier sangre, es la sangre de mi madre. Su cuerpo yace boca arriba, su rostro está tan pálido como una hoja de papel y sus ojos están cerrados.

—¿Madre? —levanto su cabeza con mi corazón latiendo a mil— Madre, ¿Me oyes? —mi voz es entrecortada por el dolor pulsante en mi pecho. Observo un cuchillo atravesando su abdomen, por momentos pienso en sacarlo, pero temo que termine muriendo desangrada antes de que pueda llamar a una ambulancia.

—Adara, ¿eres tú? —su voz es casi un susurro, pero al menos sigue con vida.

—Si mamá, soy yo. —coloca su mano llena de sangre sobre mi mejilla— te pondrás bien, llamaré una ambulancia. Te pondrás bien.quiero ponerme de pie, pero ella coge mi mano con la poca fuerza que le queda.

—No, mi pequeña. No llegarán a tiempo. —sus ojos azules comienzan a cerrarse lentamente y veo como se esfuerza por mantenerlos abiertos— ¡Huyan Adara!, Huyan lejos y no miren atrás.

—¿Por qué? —pregunto angustiada porque la estoy perdiendo y no se ni que hacer.

—Te amo mi pequeña... Las amo a ambas. —sollozo fuerte, no la puedo perder a ella también— sé que Eira cuidara bien de ti.  —cierra sus ojos una vez más.

—¿Madre? —aparto su rubio cabello de su rostro angelical, ese hermoso rostro con el que enamoró a papá— Vamos madre, no me hagas esto. —la abracé con fuerza porque no quiero dejarla ir. Es mi soporte. Es mi todo—Madre, abre tus ojos y mírame. —nada— ¡MADRE DESPIERTA! le grito, pero es en vano.

—Ya está muerta. —dice el monstruo— levántate.

—NO. —me rehúso al hecho de haberla perdido— ¡MADRE! —vuelvo a gritar desesperadamente para que me escuche y abra sus ojos, sin embargo, no lo hace. No vuelve a abrir sus ojos y yo no vuelvo a ver más esos ojos celestes que tanta paz me daban. — ¡PADRE, AYÚDAME! —imploro, aunque mi padre tampoco está— tráela a la vida.

Ninguno puede oírte. —su manera de hablar me asusta— será mejor que te pongas de pie y me obedezcas en todo lo que te diga a partir de ahora o, terminarán como ella.

—¿Tú la mataste?

—No, tú lo hiciste. —es lo último que alcanzo a oír antes de quedar inconsciente. 

Abro mis ojos y me siento sobre mi cama con la respiración muy agitada y mi corazón acelerado. Ese es uno de mis tantos horribles recuerdos que me atormentan en las noches. Siempre es uno diferente, pero de todos, este es el más doloroso.

Sostengo entre mis brazos el oso que Kyler me ha dado. Aprieto su pancita y la habitación se ilumina. Desde la confesión de Kyler no he vuelto a hablar con él. Ni siquiera he asistido a clases durante una semana para no verlo. Eira a ido a clases por mí y, aunque me preocupa que se acerque a Kyler, tengo la certeza de que no lo lastimará porque depende de mi amor por Kyler para convencerme de continuar lo planeado.

Me quedo mirando las estrellas y los recuerdos de la primera vez que fui a su depósito viajan por mi cabeza. No quiero pensar más en él, pero al cerrar mis ojos, su rostro aparece en mis pensamientos. Extraño hablar con él. Extraño tocarlo, pero sobretodo... extraño besarlo, es una de las cosas que más extraño... Sus labios.

"Voces En El Sótano"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora