🖤 Propósito para existir. 🖤

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🖤🖤

    —¿Mejor? —pregunta Arthur.

    —Un poco —respondo, más tranquila.

    Arthur y yo nos fugamos de la preparatoria después de encontrarnos, ya que si entrabamos a clases nos iban a llevar con el director, y como es hermano del señor Mcgregor me llevaría un pequeño problema con ellos. Además, no quería entrar a clases.

    Al salir, me invitó a una cafetería para relajarme un poco por lo que pasó en los pasillos, y aunque tenía un poco de vergüenza porque se está volviendo muy usual que me vea justo en mis crisis, al final acepté.

    —¿Me dirás lo que te pasó o me lo acultarás de nuevo? —pregunta.

    —Creo que opto por la segunda opción. —Tomo un trago de batido de chocolate, el cual me encantó desde que lo probé.

    —Sabes que no es necesario que me lo ocultes —asegura—. Además, pensé que después de la conversación que tuvimos…

    —No lo recuerdes —interrumpo mirando el batido fijamente—. Te agradezco lo que hiciste y lo que haces ahora por mí, pero no insistas más en saber cosas que no logro expresar.

    »¿Sabes más de lo que yo creo que sabes? Bien, pero déjalo hasta allí. No quiero más pruebas, no quiero más recuerdos ni preguntas incómodas.

    Necesitaba aclararlo ahora o nunca. Estos últimos días han sido demasiados duros de digerir, ya no siento que tengo el control sobre mí misma, me siento cada vez más débil y cualquier signo de ayuda entre él y Wendy lo que hacen únicamente es empeorarlo.

    Lo mejor es que me deje tranquila. Si lo recuerdo, si tengo otras crisis, si se me hace cada vez más difícil dormir por las noches… Quiero salir de esto, lo digo de todo corazón, pero el remedio duele más que la herida.

    Arthur suspira resignado, lo noto en su semblante, tal vez le molestó un poco lo que le dije. Luego, apoya su cabeza sobre su mano y me mira fijamente, tal vez para hacerme otra pregunta.

    —¿Puedo hacerte una pregunta y me serás sincera? —pregunta.

    —Arthur, no me siento bien para responder a tus infinitas preguntas —respondo. Lo sabía.

    —Ésta será la última en esta semana, ¿de acuerdo? —propone con una sonrisa muy convincente.

    No puedo evitar pensar que su intensidad es admirable, parece un niño pequeño que pregunta mil veces a una misma pregunta. Aunque él lo hace de diferentes maneras o me hace pequeñas preguntas relacionadas con lo que quiere saber.

Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora