🖤 Un alivio para el corazón. 🖤

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   Abro los ojos y estoy en medio de la oscuridad, no hay absolutamente nada, solo frío y nada más. Me resulta un poco extraño y me da un pequeño escalofrío no saber en dónde estoy, así que me armo de valentía y comienzo a caminar en línea recta.

Un rato después de caminar, una luz aparece a mis espaldas, y al girar veo a mi padre tan elegante y alegre como siempre lo recordé. Sorprendida y sin entender cómo podía estar aquí, corro hacia su dirección.

—¡Papá! —exclamo extendiendo mis brazos.

Él extiende sus brazos de igual manera, pero al abrazarlo, se deshace entre mis brazos en una gran bola de humo que se dispersa por mí alrededor.





Nuevamente abro los ojos, y me doy cuenta que sólo fue un sueño. Una gran tristeza llena mi alma y una lágrima es muestra de ese sentimiento tan horrible que no logro describir.

Todo lo que toco se desvanece: mis sueños, mis esperanzas, el amor, las personas más cercanas a mí, mi vida entera se desvanece entre mis manos sin poder controlarlo. Es como un reloj de arena, tarde o temprano se acabará, y con ella, yo.

Suspiro y trato de buscar fuerzas donde no hay para levantarme, hasta que siento al gato negro amasarme el brazo y se acuesta junto a él.

—Veo que mi brazo es cómodo para ti —digo y lo acaricio un poco—. Pero, aunque no quiera, debemos levantarnos. Te presentaré a los Mcgregor.

Me levanto con pocos ánimos y me dirijo al baño para lavarme y arreglarme sólo un poco ya que me quedaré en casa. El gato entra al baño sin previo aviso, se ve muy sucio y no muy presentable, así que busco un viejo cepillo y comienzo a arreglarlo un poco.

—Quédate quieto, feo —lo regaño por su inquietud.

Al final, salgo con el gato entre mis brazos para dirigirme a la cocina. Antes de entrar, trato de erguirme un poco y levantar la mirada para que no se note que estuve llorando de nuevo.

—Buenos días —digo con una gran sonrisa.

—Buenos… —Al verme mamá, se cruza de brazos con la espátula en su mano—. ¿Y ese gato?

—Entró en mi habitación a mitad de la noche —miento—. Tenía tanto miedo y frio que no pude evitar dejarlo, pero veo que está muy lastimado y solo y…

—No se quedará —responde en seco—. Los gatos botan muchos pelos, traen enfermedades y más si son callejeros.

En eso, papá llega al lugar listo para irse, ya que también trabaja los sábados y tiene libres los domingos, y mamá le explica la situación. Luego, papá toma al gato y éste no le hace nada, está tranquilo.

Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora