Capítulo 12.- Algodón de azúcar.

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Heechul se encontraba en el mirador de lo alto del teatro, observando desde la barandilla la puesta de sol

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Heechul se encontraba en el mirador de lo alto del teatro, observando desde la barandilla la puesta de sol. Se sentía atrapado en un círculo vicioso: no podía dejar de llorar, y eso lo hacía enojar consigo mismo, pero su reacción ante el enojo era el llanto así que la cosa seguía y seguía.

Al menos para entonces estaba solo, así que podía llorar sin tanto problema, así fue hasta que el sonido de la puerta siendo cerrada lo hizo brincar. Siwon estaba allí, al menos parecía avergonzado por haberlo asustado, pero eso no minimizaba el mal humor de Heechul.

—¿Qué diablos haces aquí?... Espera, ¿los chicos?

—No te preocupes, ellos ya han trascendido.

Por algunos momentos pudo notar en el rostro de Heechul la alegría que aquello le ocasionó, y en verdad le gustó ver aquella sonrisa antes de que se esfumara.

—De acuerdo, entonces ya no tengo nada que hacer aquí. Con permiso.

Pero Siwon no se movió, permaneció parado frente a la puerta, con la mirada baja y los brazos caídos. Obstaculizaba su única vía de escape, por algunos momentos Heechul incluso se planteó apartarlo de un empujón, pero sabía que sería inútil, Siwon era más alto y musculoso, Heechul rara vez utilizaba así su fuerza.

Si Siwon no quería apartarse, poco podría hacer, y eso lo ponía de peor humor.

—¡Quítate!

Por fin Siwon levantó los ojos para mirarlo de forma directa.

—Espera, quiero hablar contigo, por favor.

—Hace tiempo quedó claro que no tenemos nada de qué hablar, así que lárgate o déjame pasar.

—Por favor, dame solo un momento, quiero hablar, quiero d...

—¡No! No quiero hablar contigo, ¡No quiero volver a escuchar lo que piensas de mí! Quedó bastante claro las últimas veces.

Por fin Siwon se movió, pero avanzó hacia él, así que en lugar de poder escapar Heechul tuvo que retroceder.

Aquello además trajo malos recuerdos a su mente, y toda la suma de emociones le hizo volver a llorar.

—Hee, por favor...

Siwon intentó acercarse a él, verlo tan desesperado hacía doler su corazón, quería abrazarlo y reconfortarlo, pero con cada paso que daba hacia él Heechul parecía ponerse peor, retrocedía para alejarse de él y un par de veces lo vio subir los brazos como si fuera a abrazarse a sí mismo, aunque de inmediato las bajaba con las manos en puños, forzándose a parecer fuerte.

—¡Cállate! Y aléjate de mí, no quiero volver a verte ¡Déjame en paz!

—Heechul, espera, escúchame...

—¡Déjame en paz! Estoy harto de esto, estoy harto de sentir que no fui suficiente... ¡No soy débil! Y no te necesito, ¡No te necesito! Si lo que debo hacer para que me dejes en paz es romper este maldito hilo, lo haré.

—¡Heechul!

El grito asustado de Siwon no fue solo porque Heechul hubiera tomado el hilo negro con ambas manos, con la clara intensión de romperlo, sino porque aún mientras lo hacía no había dejado de retroceder y en ese momento su cadera chocó contra la barandilla de metal.

Estaba tan alterado, que Heechul no se percató de lo que ocurría hasta que sintió la gravedad jalar hacia atrás la parte alta de su cuerpo.

No debería haber mayor problema, luego de tantos años como artista y bailarín Heechul tenía un buen equilibrio, solo era cuestión de que tensara los músculos de su abdomen e hiciera fuerza hacia adelante para mantenerse en pie contra la barandilla.

Y aunque su mente racionalizó todo eso, su estado era tal que su cuerpo no siguió ninguna de aquellas directrices. Soltó el hilo negro y extendió una mano mientras sentía como su peso se iba hacia atrás sin poder evitarlo.

—Siwon... —dijo bajito, sus ojos se cruzaron solo un par de segundos antes de que terminara de caer hacia atrás.

Siwon estaba demasiado aturdido y sorprendido como para reaccionar a tiempo, apenas había alcanzado a estirar también el brazo para intentar sujetarlo, por un momento le pareció que podría hacerlo pero los dedos de Heechul se escaparon de entre los suyos, apenas rozándose.

—¡Heechul! —lo escuchó gritar su nombre, lo vio asomado contra la barda y, por un muy extraño momento, su menté temió que él también cayera.

Siwon miró con horror mientras Heechul se precipitaba contra el suelo sin soltar ningún grito, se mantuvo mirándolo aún con el brazo izquierdo extendido hacia él, como si aún pudiera salvarlo.

Un un intento vano a irracional Siwon incluso intentó jalar su propia punta del hilo negro para detener la caída de Heechul, pero de nada sirvió, el hilo se estiró sin oponer ninguna resistencia.

Instantes antes de que tocara el suelo, Heechul cerró los ojos y dejó su cuerpo laxo, como aceptando su muerte. Por el contrario, Siwon solo podía mirar, estupefacto y aterrorizado hasta que su alma destinada se estrelló contra el pavimento.

Pero fue algo muy curioso, pues no fue un choque tal cual, no hubo ningún golpe, ni sangre, ni nada por el estilo.

Fue como si el alma de Heechul estuviera hecho de algodón de azúcar y hubiera caído sobre un charco de agua, él solo se desintegró sin hacer el menor ruido.

Tan sorpresivo fue todo que Siwon tardó varios minutos en reaccionar, durante los cuales ni siquiera parpadeó mientras observaba el lugar donde Heechul había desaparecido. Una vez que pudo reaccionar bajó corriendo y salió del lugar, casi tropieza varias veces en las escaleras y atravesó todas las puertas que encontró en su camino sin siquiera intentar abrirlas.

Llegó hasta aquella zona pero no había el menor rastro de Heechul ni de lo que había ocurrido con él. Gritó su nombre varias veces sin obtener respuesta, él mismo lo había visto desaparecer sin más.

Al final incluso se arrodilló en el lugar exacto donde Heechul había caído, tanteando con sus manos el pavimento sin encontrar nada. Sus lágrimas caían allí mismo y desaparecían de la misma manera.

Siwon podía sentir como su corazón se partía ante la pérdida de su alma destinada, gritó y lloró todo su dolor pero era inútil, Heechul no estaba.

Paint it black (SiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora