Ni siquiera se dio cuenta de en qué momento había dejado de llorar, Heechul solo se quedó dentro del tronco caído, abrazado a sí mismo y con temor de que, en cualquier momento, alguna de las almas en pena lo encontraría y lo torturaría tal como había hecho la anterior.
Aún le dolía el costado donde aquella cosa maldita lo había tocado y no quería ni siquiera imaginar lo que significaría verse rodeado por todas ellas. Incluso había dejado de sentir el calor de Siwon rodeándolo, lo cual lo hacía suponer que él había por fin roto su hilo negro, aunque su mitad seguía unida a su propia muñeca.
Por más que se repetía que era lo mejor, que era preferible eso a correr el riesgo de arrastrarlo a aquel mundo infernal, no podía dejar de sentirse devastado y perdido. Todo estaba oscuro y silencioso, lo cual acrecentaba el peso de la tristeza en su corazón.
Aún cuando estaba vivo, eran muy pocos los momentos que Heechul pasó solo y en silencio, siempre había un amigo, colega o amante a su lado, y como alma siempre estuvo ocupado ayudando a otras almas, o bien charlando con Leeteuk. Por primera vez, se sentía realmente solo.
Tampoco podía calcular cuánto tiempo había pasado cuando, de pronto, sintió un tirón ligero en su hilo. Por algunos momentos temió que alguno de los demonios hubiera podido sujetarlo y lo llevara hasta él, aunque parecía imposible pues no parecía que pudieran interactuar con los hilos, de lo contrario lo hubieran detenido por él cuando huyó.
Pero eso solo dejaba una segunda opción, y no sabía cuál de las dos era más aterradora.
—No es posible... —dijo, aunque se silenció de inmediato, intimidado por el tenso silencio que sus palabras habían roto.
Salió de su pequeño escondite, preocupado porque Siwon se encontrara en aquel mismo plano. Nada a su alrededor parecía denotar el paso del tiempo, todo seguía exactamente igual.
Antes de que pudiera arrepentirse sintió un nuevo tironcito que incluso le hizo mover el brazo. El hilo se sentía tenso hacia el sur, hacia la carretera. Heechul siguió la dirección indicada de forma lenta, temeroso de encontrarse en cualquier momento con alguno de los demonios, caminaba de forma que quedara oculto por los árboles e intentaba hacer el menor ruido posible, cosa inútil en medio del silencio del bosque.
No fue hasta que llegó a la carretera que el viento volvió a azotarlo, y al menos Heechul se alegró de que algo rompiera aquel tenso silencio, aunque fuera el horrible aullido del viento.
El hilo lo llevaba de nuevo hacia la ciudad, por lo que caminó con cuidado y aún oculto por los árboles a un lado de la carretera, no quería encontrarse de nuevo rodeado por las almas en pena. Gracias a eso fue que lo vio aun a lo lejos: una silueta completamente negra a causa de la extraña luz de aquel lugar, que avanzaba hacia él con paso lento, deteniéndose cada cierto número de pasos. Aquella forma de caminar...
Heechul caminó hasta el centro mismo de la carretera, esforzándose por distinguir mejor la silueta que se acercaba, deseaba con todo su corazón haberse equivocado, sin embargo con cada paso su suposición se corroboraba: esa era la silueta de Siwon.
Gritó su nombre, desesperado, pero el ser no pareció escucharlo ni percatarse de su presencia, solamente siguió avanzando, miraba sus manos sin levantar la cabeza. Heechul esperaba estar equivocado, pero con cada momento que se acercaban, la figura era más parecida a su Siwon.
Había algo extraño, sin embargo, en sus movimientos y en su forma. Al final Heechul se quedó inmóvil justo en el centro de la carretera, intentando distinguir aquello: era como si estuviera viendo la imagen de Siwon en una vieja pantalla que tuviera mala señal, se distorsionaba con rayas que cambiaban los colores y aun las formas de ciertas partes de su cuerpo.
Incluso parecía que estaba iluminado por una luz completamente diferente, que nada tenía que ver con la macabra luz rojiza que inundaba todo lo demás.
Por fin la figura se detuvo frente a Heechul y levantó la mirada hacia él.
—¿Siwon? —preguntó, pero él seguía sin contestar y cuando se fijó mejor notó que no lo estaba mirando a los ojos, él solo veía hacia su mano, al hilo que aún los unía.
De pronto Siwon se cubrió el rostro con ambas manos y se dejó caer al piso, de rodillas, Heechul podía escuchar sus lamentos como si fuera a través de unas bocinas muy viejas, su voz sonaba robótica e interrumpida por la estática.
—Siwon, ¿qué ocurre? ¿Qué...?
—Heechul, Heechul perdóname, ¿dónde estás? Este no puede ser el fin, ¡No puede! —seguía llorando.
Aquellas palabras que tanto había anhelado escuchar, y llegaban en un momento tan extraño y aterrador como ese, Heechul solo podía sentir más y más presión en su pecho, como si la tristeza estuviera estrujando de forma directa su corazón.
Y lo peor de todo, es que podía percibir algunas figuras moviéndose a lo lejos, en la misma dirección de la ciudad por la que había llegado Siwon: las almas en pena se acercaban. Heechul quería echar a correr, volver a esconderse, pero no podía dejar así a Siwon, aunque le quedaba claro que él no estaba en la misma dimensión que él.
Sin pensarlo mejor, se arrodilló a su lado y puso una mano en su hombro, a lo que Siwon se enderezó asustado.
—¿Heechul? —parecía que aún no podía verlo, pero lo había sentido.
—Aquí estoy Siwon, aquí estoy, ayúdame —rogó, aunque tampoco lo escuchara.
Siwon levantó una mano, solo un poco más a la derecha de donde él estaba, de inmediato Heechul la tomó para apretarla contra su mejilla, necesitado de aquel contacto tranquilizador.
—¡Heechul! —murmuró, quizá pensaba que se había vuelto loco.
Levantó también la otra mano para ponerla en el otro lado del rostro de Heechul, sintiendo sus rasgos, su cabello, incluso bajó sus manos para percibir su cuello y su pecho. Desesperado, lo jaló hasta que chocó contra su propio cuerpo.
Allí por fin Heechul se sintió seguro, no importaba que estuvieran en planos separados, ni que las almas en pena se acercaran. Él se sentía seguro entre sus brazos.
Sin soltar su abrazo, Siwon buscó su rostro para poder besarlo, y en ese beso Heechul pudo sentir toda la desesperación que había sentido al creer que lo había perdido.
El mayor cerró los ojos, se abrazó con fuerza a Siwon y correspondió al beso con la misma necesidad, la misma desesperación. Aquel beso tenía una sensación amarga y un sabor salado a causa de sus lágrimas, sin embargo era justo lo que ambos necesitaban.
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Paint it black (SiChul)
FanfictionMuchos son los humanos que conocen esa leyenda: un hilo rojo indestructible que une a las almas destinadas a estar juntas. Lo que no todos saben, es que se necesita que las dos almas se junten después de la muerte para poder trascender juntos al sig...