ARIS
Mientras terminaba de redactar un correo para una empresa con la que estábamos trabajando, mi celular comenzó a vibrar, trate de no tomarle importancia, porque necesitaba enviar la respuesta cuento antes al señor Strauss, para cuando presione enviar, era la quinta llamada que recibía, con hastió y soltando un gemido de frustración, contesté a pesar de saber quién era.
—¿Qué quieres Zeus? Te he dejado en claro que ya no quiero saber nada de ti y...— pero antes de terminar, me cortó.
—No, por ahora solo cállate ángel, solo recibe mis regalos, por ahora, y cuando sea el momento, nos tenemos que reunir, no podemos seguir así— enarqué una ceja mientras rodaba mis ojos y el guardaespaldas que estaba en la oficina conmigo enarcó una ceja.
—No hay nada, se acabó, entiéndelo por favor— soltó un suspiro de frustración.
—Mira, no te estoy pidiendo que nos casemos, simplemente te digo que debemos retomar lo nuestro, porque si no lo aceptas, habrá consecuencias— dijo con esa voz del demonio, esa voz que significaba que estaba enojado.
—Zeus, yo...—
—¡NO! ¡JODIDA MIERDA QUE NO! Escúchame Aris, te veré el martes de la próxima semana, siete de la noche en mi departamento, si no vienes, te atienes a las consecuencias— solté un suspiro y un mierda.
—No digas nada Saori— dije a mi guardaespaldas.
—Es un iluso si va— dijo mientras se encogía de hombros, sin importarle mi advertencia.
—He sido un iluso por toda una vida— susurré, me recargué de mi silla y me dejé descansar unos minutos.
Desde hace unos días no podía dormir bien, lo peor era que Alexandro no estaba conmigo, se había tomado muy enserio la seguridad de mi cuñado y no ha tomado descansos, claro, aunque ya quedamos que solo él me iba a acompañar a la fiesta la próxima semana.
Con un suspiro volví a trabajar, porque era lo único que tenía mi mente ocupada de lo que había pasado...
Mejor dicho, de lo que había hecho.
Una vez más, como en estos días que comenzaba a pensar en eso, me levanté de mi lugar y me dirigí al baño de mi oficina, en cuanto cerré la puerta, comencé a lavarme las manos sin cesar mientras lágrimas rodaban mis ojos.
Apreté mis labios para evitar sollozar y que Saori escuchara.
Necesitaba ayuda... Necesitaba a alguien.
Y al fin lo aceptaba...
Me limpié las lágrimas y salí casi corriendo a la oficina de papá, en cuanto llegué, toqué su puerta y después del típico adelante, noté como estaba apresurándose a guardar algunos papeles en su maletín.
—Papá, ¿puedo hablar contigo? —apreté mis labios antes de que un sollozo saliera de mí.
—Voy de salida, Maldrec se fracturo el brazo y...— cuando levantó su vista, se dio cuenta de mis ojos y dejo sus papeles para acercarse a mí y abrazarme.
—Mi chiquito, ¿Pasa algo? —Nos fuimos a su sofá y antes de que comenzará a hablar su teléfono sonó —Alec, encárgate por favor, no puedo ir— volvió a guardar su celular en la bolsa.
—Yo... cuando Milán desapareció, yo...— pero antes de continuar su celular comenzó a sonar nuevamente, lo dejó pasar, pero insistió una vez más, así que me pidió disculpas y contesto.
—¡PAPÁ! Yo no me voy a poner un jodido yeso sin ti, me esta doliendo mucho mi bracito y lo mínimo que espero es que mis dos padres adictos al trabajo estén aquí por un momento— dijo la voz, o mejor dicho el chillido de Maldrec.

ESTÁS LEYENDO
PAPARAZZI
RomanceAnte el primer enfoque que tuve por parte de alguien, ante el primer cruce de miradas, ante el primer encuentro inimaginable, todo en mi vida cambio poco a poco, sin darme cuenta, ya no me escondía detrás de mi coraza, sin darme cuenta, ante ese pri...