PAPARAZZI

14| PAPARAZZI- EL INICIO

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ALEXANDRO

Mientras esperaba a que Aris se calmara un poco, recargue mi propia cabeza en el asiento.

¿Era un jodido de puta?

Solo quería que se salvara y mientras estaba parado y con esa carga encima de mí, me iba a ser muy difícil ir en su ayuda.

Solo... creía que ese botón para volverse un jodido loco psicópata era encendido si él se implantaba en su mente que le iba a hacer daño a su familia.

Luego de unos minutos me susurró.

—Ven aquí— bajé del asiento del conductor y fui a la parte trasera con él.

Una vez que cerré la puerta, solo fue un segundo cuando me giré para verlo, pero él se encargo de girar mi rostro una vez más, una bofetada, me había puesto una bofetada.

Y ardía... joder que ardía.

—Eres un jodido hijo de puta... tú... sabías como provocar esto en mí, y aun así te valió un kilometro de mierda y lo provocaste, llevó dos muertes cargando Alexandro, dos jodidas muertes— me gritó.

—¿Entonces ese disfrute que se te nota al apuñalar, no se queda después de que ese botón se apaga? ¿Esa sangre por la que ríes cada vez que salta, no te pone feliz? ¿Yo solo quería comprobar que por defender a los tuyos actúas así, pero ¿Realmente los defiendes? o, ¿No me digas que eso solo es un consuelo moral para no sentirte mal después? — Dije con la voz enojada.

—¿Moral? ¿Tú me hablas de moral cuando hace años engañaste a Mi...? —antes de que continuara, coloqué mi mano en su boca.

Mierda.

Esto se estaba saliendo de control.

—Cállate, si sabes la jodida historia, cállate—susurré cerca de él.

Hay dos cosas que pensé en cuanto conocí a Aris.

La primera; era alguien hermoso, pero delicado, pensaba que, con solo tocarlo, Aris se desharía.

La segunda; Aris irradiaba pureza, sentía que la maldad nunca lo alcanzaría...

Pero... ¿estaba equivocado? ¿Todo el tiempo estuve equivocado?

Aris nunca se desharía con solo tocarlo.

La pureza de Aris ya no estaba... ¿o nunca estuvo realmente?

¿La maldad ya lo había alcanzado? O, ¿Él mismo era la maldad?

Maldad pura y en su esplendor.

Esas cosas que pensé cuando lo conocí, se terminaron en el segundo en el que con sus manos me agarró del cuello y se abalanzó sobre mí.

—¿Qué? ¿No quieres que te restrieguen tus errores en la cara? — antes de que ejerciera más presión en mi cuello, realice una maniobra para dejarlo debajo de mí.

—Es un jodido error que cometí, el karma ya me llegó, así que no tienes porque repetirlo— enarcó una ceja y comenzó a reír.

—Entonces... —su mirada paso de ser esa mirada a la mirada inocente que llevaba todo el tiempo —¿Dejaras de nombrar estos dos errores? El karma me llega todos los días al lavarme las manos— susurró con sus manos aflojando el agarré en mi cuello.

—¿Realmente te las lavas por culpa o por la sensación de sentir la sangre recorrer por tus manos? —rodó los ojos. —No eres culpable Aris— dije después de unos segundos en silencio —Y aunque lo fueras, esos vejetes se lo merecían, recuerda que aquel día que inicio todo, yo también maté a tu lado y hoy lo volví a hacer, así que no te culpes, seas ese chico inocente o seas el psicópata que escondes y el mentiroso que engaña a todos, si tu caes, yo caigo contigo— lo miré directamente a los ojos y cuando su pupila se dilato, fue cuando subió sus manos de mi cuello a mi cabeza y me acercó.