13| LA MUERTE

866 123 18
                                    


1/2

ARIS

¿Cómo comenzaba si quiera a tener una buena vida?

La vida no era como siempre queríamos, la vida... era insólita, inhóspita, desabrida cuando no sabíamos su propósito, o, mejor dicho, nuestro propósito.

¿Cuál era el mío?

¿Ser el hijo de unos billonarios y seguir su camino en una empresa?

¿Ser el jefe de una mafia china?

¿Ser un maldito asesino?

¿Ser el portador de la muerte?

¿Tener un jodido novio loco que ni por asomo se preocupaba por mí?

NO.

¡No lo sabía!

Y dudaba que ahora mismo los que estaban a mi alrededor lo supieran.

—Aris... sube a la camioneta, yo me haré cargo— la voz y la mano de Alexandro, me hizo volver a la realidad, a una realidad... que sentía que a cada paso me consumía...

Vivo o muerto, esto me consumía.

HORAS ANTES....

—Entonces, recuerda, te estaré diciendo los nombres de todas las personas significativas por medio de este audífono, no hables más de lo necesario primito y no te metas en problemas—rodé los ojos y tomé el audífono que Ling Mao me dio, luego salió de la camioneta que Alexandro había estacionado unas cuadras antes.

Estaba a unos minutos de ingresar a la fiesta de mafiosos y a pesar de que estaba muriéndome de miedo, podía asegurar que también estaba muriéndome de los nervios.

—¿Listo? —Dijo Alexandro mientras nos colocábamos nuestros antifaces y nos adentrábamos a un enorme portó.

Habíamos tenido que tomar un vuelo de dos horas y andar en auto por otra hora, para llegar a esta casa de lo más recóndita.

En cuanto bajamos de la camioneta, la puerta de la enorme mansión se abrió y por esta salió un hombre que al observarnos hizo una pequeña reverencia.

—Bienvenidos, señor Ling, ¿Cierto? —señalo la máscara.

—Si— fue lo único que dije, de manera que sonara como si fuera alguien frio y déspota.

—Pase por favor, en el salón están reunidos todos— caminé con Alex detrás de mí.

Un Alex con un rifle a la vista.

Seguimos el sonido de la música y rápidamente nos encontramos a varias personas... mafiosos, conviviendo entre ellos, eran alrededor de veinte personas, entre ellas mujeres.

—La convención de los degenerados— dije bajo.

—Ok, lo admito, habrá alguno que otro degenerado, pero ¡hey!, somos muy simpáticos— habló Ling Mao a través del auricular.

—Lunático— susurré mientras tomaba una copa de champan.

—¿Te recuerdo quien mato a puñaladas a un hombre sin control? Ah, por cierto, es mejor que no tomen nada de esa fiesta, puede que haya algún enemigo por ahí—

—El que esta a tu izquierda se llama Khali y aquel pequeñito de metro y medio a su lado es su esposo Kellan, reyes de la mafia italiana, será mejor que desde ahora te alejes de ellos, esos si no te buscan, es mejor que ni te los topes, con decirte que hasta tienen un niño de cuatro años que sus hombres ya han apodado "el diablo" —

PAPARAZZIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora