La cita

16 4 0
                                    

Apenas llegué a casa, le comenté a mi madre que Anthony vendría a estudiar, a lo que no puso peros. Esto me alegró bastante, aunque ella no tuviera ni idea, estaba apoyando mi plan. Me comentó que iría al super, y como siempre, antes de subirse al auto me regaló un caluroso abrazo, decía que si por alguna razón no regresaba ya se habría despedido, en fin, un poco pesimista sí que era Giselle. Cuando me percaté de que el carro hubiera doblado la esquina cerré de un tirón la puerta principal y subí corriendo a mi habitación. Despojado quedó mi cuerpo de aquel uniforme tan caluroso en tan solo segundos, y mi nuevo atuendo fue un short mezclilla y una blusa roja lo suficientemente discreta como para que mi madre no me ordenara delante de Anthony que me la cambiara. Pues Giselle era así, tan recatada y estricta como lo eran mis abuelos, y esto nos enseñó a mi hermana y a mi, aunque realmente Gloria fue la que atendió y aprendió la lección, yo soy un poco más....liberal.

Organizando la mesa de estudios que está en el salón principal, me encontraba cuando llaman a mi puerta, acto seguido arreglé mi cabello frente al espejo que está junto a los retratos de cuando yo y mi hermana éramos pequeñas, y rápidamente giré la cerradura, dejando mi sala al descubierto ante Anthony.

- Buenas tardes - saludó educadamente.

- Buenas tardes, adelante, pasa y siéntate - le dije, no iba a dejarlo parado en la puerta toda la tarde.

- Realmente no vengo a estudiar, sino a conversar contigo - me dijo mientras dejaba su mochila descansando en una de las sillas y aún de pie se giró hacia mí.

- ¿Entonces preparé la mesa para nada? - le pregunté fingiendo que me sorprendía su noticia.

- ¿Acaso hubieras aceptado que viniera sólo a conversar? Te lo dije porque no tenía otra forma de estar a solas contigo - me dijo en un tono muy serio.

- Bueno, charlemos entonces - le dije señalando una silla para que se sentara, y yo me senté en la que estaba a su lado derecho, de esta forma quedaba frente a la puerta de entrada, y podía notar cuando llegara mi madre. Él obediente se sentó, y comenzó a interrogarme:

- ¿Por qué le contaste a tus amigas que teníamos una cita hoy?

- ¿Acaso es un secreto?

- ¿No crees que podrían contarle todo a Grecia?

- Pues sí, tienes razón, pueden hacerlo, pero no lo harán.

- ¿Y cómo puedes estar tan segura?

- Porque son mis amigas y porque no saben que fuiste tú el chico que me dejó la nota - le mentí para evitar que la situación se tornara más incómoda.

- Menos mal - susurró casi sin aliento, pareció por un momento que realmente le importaba su relación con Grecia.

- Abre el cuaderno y toma ese lápiz en la mano - le ordené al percatarme de que el auto de mi madre estaba entrando en el garaje. Yo abrí también un cuaderno y tomé un boli que estaba en el organizador.

En unos minutos estaba Giselle entrando a casa con tres bolsas, al parecer muy pesadas. Anthony le brindó ayuda hasta la cocina.

«A lo mejor sincero no era, pero caballeroso sí»

Luego él regresó a la mesa a continuar con "los estudios" y mi madre regresó a la puerta de salida, donde se detuvo a conversar con una señora. Anthony continuó:

- ¿Crees que podamos seguir siendo amigos? - me preguntó, y mientras lo hacía le miraba a los ojos. Me enfureció ver que su mirada expresaba pasión, de hecho no miraba a mis pupilas, sino a mis labios. Realmente no le creía ni media palabra de lo que decía.

Justo detrás de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora