¿Tu algún día podrás quererme?
Taehyung y Yunie son dos adultos con muchos problemas, Yunie pasa por un divorcio y Taehyung trata de sobrevivir después de la muerte de su pareja. Ambos se verán envueltos en un estilo de vida que hará que estén el un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Nombre? No quería ponerle un nombre. Era una verdad que todo lo que tocaba se sentia...
Porque estaban solos, en la oscuridad de aquel apartamento, con las luces tenues de la ciudad detrás del ventanal de aquella sala.
Solo estaban ellos.
Yunie iba a burlarse de lo necesitada que estaba por sentirse querida.
Querida por Taehyung.
Taehyung.
El hombre que la estaba haciendo perder la cordura. El hombre al que le estaba permitiendo besarla con calidez. Con uno de sus brazos aferrándose al cuello de Taehyung, sintiendo como este besaba el suyo y el deslizaba una de sus manos por el brazo de Yunie.
Delicadamente.
Torturando con su toque.
Quemándola.
El la miró, y Yunie se sintió gelatina. Yunie era gelatina en aquellos brazos. No abrían excusas mañana. Ellos no estaban alcoholizados. Ellos tendrían presente esa noche hasta que la vida se los permitiera.
Para ellos.
Solo para ellos.
Taehyung dejó caer su frente en la de Yunie, respirando profundo la esencia de ella y... maldita sea, no quería irse, pero...
— Puedo irme ahora... — dijo Taehyung... no porque quisiera irse, el en verdad no estaba preparado.
Preservativos.
Jamás pensó que podría darse. Vamos no lo culpen.
Pero Taehyung fue débil, lo fue cuando Yunie se acercó a su boca y le besó de nuevo.
— Quedate — dijo Yunie en la boca de Taehyung.
Yunie no lo sabia, y Taehyung aún no lo comprendía totalmente pero... Taehyung ya era de ella... y Yunie seria de el.
Taehyung le apretó contra el y las manos de Yunie estaban quitando el blazer de Taehyung. Buscándose sentir, más y más y más.
Seguian besándose, un poco más desesperado. Y la boca de Taehyung era perfecta, malditamente perfecta para la boca de Yunie. Y Yunie estaba maravillada con la calidez con la que Taehyung invadía su boca una y otra vez.
Se lo permitiría eterno. Eternamente solo si fuera el.
Caminaron, en la oscuridad, a tropezones, hasta llegar a la habitación de Yunie, donde la habitación solo era iluminada por la noche que entraba por los ventanales.
Tenue y armónico, solo con el sonido de sus bocas y los suspiros de ambos.
Yunie estaba sonrojada, estaba deseándolo y por los dioses, ella debía saber que Taehyung la estaba deseandola el doble.