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—... ¡No me jodas! Maldita Sea esto es tu culpa hijo de puta. — Señaló bruscamente a rinduo quien estaba sentado mirando a otro lado.

— A mi hermano no le gritas perra. — Ran lo agarró del camisón del cuello quedando cara a cara. — Tu tampoco es como que hayas ayudado. Estabas tan drogado hijo de puta que apenas y te mantienes en pie.

— No me jodas maldito imbécil. Te recuerdo que tu estabas follándose a una tía mientras consumían mis drogas. Las cuales por cierto. ¡ Me quitaron!

—Mínimo rinduo trato de defenderse. Si no te hubieras drogado tanto hubieras recordado que tenías una pistola en el cinturón. Pero no el imbécil se le olvido hasta su puto nombre.

— Tu callate ran. Te recuerdo que fue rinduo el que golpeó a un chico gracias a eso todos se dieron cuenta de quienes éramos.

— ¿Así? Dudo mucho que alguien no se diera cuenta de ti izana fuiste el que te follaste a una tipa en la mesa.

— Estaba drogado.

— Drogado mi culo. Se callan ahora o les parto el culo hijos de perra. Deberían agradecerme.

— El qué —preguntó rinduo mirando a kokonoi tenía moretones en el ojo y los cabellos desordenados, los nudillos estaban sangrando. Nadie se había dignado a curarlo — el que estamos en un manicomio.

— Mínimo no muertos. Y con cabello. Además te recuerdo que gracias a mi tu culo no fue golpeado.

— No pues gracias. ¡ A todos nos han partido el culo maniático! — le gritó parándose con brusquedad pero cayó casi al instante. Le dolía las piernas.

— Tal vez. Pero en este momento estarían en silla de ruedas de no ser por mi.

— Callados — todos quedaron en silencio dirigiendo la mirada a Mikey quien tenía unos cuantos moretones en el rostro y brazos. — Todos la hemos pasado mal. Estamos en un manicomio y sufriendo de varios golpes a diario.

Los chicos se miraron entre sí. Todos estaban golpeados con los nudillos ensangrentados y un par de heridas en algunas partes, el regalo de bienvenida a un manicomio no fue para nada lindo.

Solo 6 contra casi más de 70 fuertes y con armas. Hicieron lo que pudieron. Nadie les ayudó, los policías solo se quedaron mirando con gracia como eran golpeados con brutalidad. Estaban realmente satisfechos.

Solo algunos pocos no les golpeaban. Tal vez por pesar cansancio o solo porque no les apetecía. Era un infierno el descanso. Hicieran lo que hicieran no podían defenderse y terminaban masacrados no había manera de romper aquellas camisetas de fuerza. Solo ellos las tenían.

Claro, los policías los querían llenos de heridas por eso animaban a los demás para golpearlos. Era imposible defenderse estaban hechos pedazos.

Los labios rotos y moretones por todo el torso, brazos y piernas. Rinduo era el único que casi no podía caminar le habían golpeado las piernas con intenciones de romperlas si no fuera por kokonoi que empujó como pudo a los agresores tal vez no podría caminar.

Todo estaba mal, muy mal.

— Odio esto... — Repuso rinduo, se mordió el labio fuertemente tratando de contener las lágrimas le dolía verdad que le dolía trataba de mantener la cordura pero su orgullo, ego y dolor le dificultan todo. — Aagf — se quejó al sentir como le agarraron del cabello — sanzu suéltame.

—Esto es tu culpa, deberías ser tú al que le golpearan no a todos. — las palabras de verdad que dolía, él lo sabía, lo sabía perfectamente. Se mordió más fuerte el labio tratando de contener con mayor intensidad las lágrimas.

— ¡Si no lo sueltas ahora mismo te parte la cara! — Ran trató de acercarse pero izana lo detuvo — suéltame.

—Rinduo tiene que pagar, sin él no estaríamos aquí. Asique no lo detengas.— rinduo buscó la mirada de ran.

Deseaba por fuerza que le ayudará. Se sentía adolorido y estaba a punto de llorar. No quería que lo golpearan y menos cuando sabía cómo era él cuando golpeaba a alguien. O cuando quería humillar a alguien.

Cuando chocó con su mirada noto lo agotado que estaba, tenía miedo y estaba enojado. Tantas emociones en una. Desvío la mirada al sentir como le picaba la nariz y las lágrimas quieren salir.

— Ya suéltame — repuso con la voz ronca. Trató de zafarse pero el sonido del golpe chocar contra su estómago le sacó el aire.

— ¡Rinduo! — el grito de ran lo terminó de destrozar y las lágrimas tomaron camino libre por sus ojos. — Sanzu ya vasta ¡Ya aprendió la lección! ¡Míralo ya le destrozaste el orgullo! ¡Ya Destrozaste MI orgullo! — grito al sentir las lágrimas recorrer sus mejillas. El y rinduo lloraban. Necesitaban descansar.

— ... Ya vasta sanzu. Déjalos ahora — sanzu soltó a rinduo al escuchar la voz de su líder. — todos estamos mal... De aquí todos queremos llorar. Los únicos que lo hacen son los haitianos, pero todos queremos llorar.

El silencio envolvió el lugar dejando escuchar como los haitianos tratan de calmarse.

— Extraño a Kakucho...--- Repuso Izana dejando salir algunas lágrimas — él es el único que cura nuestras heridas... Todos estamos sangrando y nadie se ha tomado la molestia de siquiera preguntar si estamos bien. Estamos en un manicomio y la comida es una mierda, sanzu no se ha drogado en semanas y se pone paranoico cuando eso sucede. No hemos follado en semanas y estamos desesperados. Y rinduo es que la está pasando más mal.

— Él nos metió en este problema — recalcó sanzu.

— Y que tiene? Tu también te agarras de golpe con quien te topes. Además... ¿Qué ganas destrozando su orgullo?

—Sentirme menos frustrado.

—Pues venga yo te agarro a putasos a ver si me relajo —se levantó y se paró al frente de sanzu pero no llegó a mover ni un dedo para cuando las rejas se abrieron. Todos reaccionaron rápidamente y se sentaron en sus respectivas camas ran, rinduo y izana se secaron el rastro de lágrimas para que no los vieran tan miserables.

— Tienes una nueva psicóloga, bueno psicólogo.

— Creí que...

— pues creíste mal imbécil. Este psicólogo sí que va a durar ténganlo por seguro. Así que más les vale dejar de joder y alístense no tengo todo el tiempo.

...

— Demoraste.

—digamos que había que bajarles las ganas de pelear —agarró a uno de la parte trasera de la camisa y lo tiró al suelo — así aprenderá

Izana alzó la cabeza logrando ver la gran cantidad de moretones que tenía en la cara y el cuello. El psicólogo no pudo evitar dar una sonrisa realmente alegre dejando ver su notada satisfacción por lo que los presentes estaban pasando.

-—Vaya. Parece que este sería un buen perro — señalo a izana. Quien rápidamente abrió los ojos con sorpresa y furia a la vez.

— Ni de coña me vuelvo un perro para un viejo como tú... — Sus palabras quedaron en el aire, lo tomaron del cabello y estampados su cara contra la encimera.

—¡izana! — Mikey gritó el nombre de su hermano pero este también recibió un castigo...

Estaba claro que nada terminaría bien.

Las personas piensan que la locura, suele ser la forma más fácil de llamar a alguien que actúa de esa manera... Indebida.. Pero la locura es la forma de desviar el dolor, la locura fue creada por el dolor, para dejar de sufrir en la inmensa soledad o simplemente... Sobrevivir en este mundo cruel.

Cerraduras  |BotenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora