[06]

196 21 64
                                    

En la cárcel había un desorden, la gente se preguntaba por qué el cambio repentino de guardias, incluso las personas encargadas del aseo, todo era completamente diferente.

Incluso los psiquiatras eran diferentes. Ni una sola cara era conocida, las recamaras estaban siendo modificadas, lo que antes era un lugar oscuro, sombrero y con arañas y gusanos, ahora era limpio, brillante, blanco y almohadas.

Parecía ser, que el nuevo líder, estaba transformando lo que era conocido como una cárcel que se hacía pasar por un manicomio, ahora era, un verdadero manicomio. Los ingresados pensaban si en algún momento ingresaron locos de verdad, pero la realidad era que las intenciones del líder, eran ... distintas.

El karma es real, es parte del mundo, pero al igual que lo malo, lo bueno siempre llega en algún punto. Y aquellos que hacen mal, deben pajar... Porque nadie tiene el derecho de hacer sufrir a alguien más solo por que esa persona hizo sufrir.

Es un círculo sin fin, haces algo mal, y lo pajas, incluso si lo que hiciste lo hiciste por razones, no tienes el derecho.

Es por eso, que el verdadero infierno, empezaría, y se ocultaría tras lindas palabras, lindas recamaras, deliciosas comidas, lindas sonrisas. Nadie esperaba lo que empezaría, nadie se daría cuenta de que aquel lugar, había dejado de ser una cárcel/Manicomio, común y corriente, y se había vuelto, el hogar del Karma.

Y así, los ahora pacientes, miraban como ella caminaba, con sus ropas características, una falda de color morado arriba del muslo, unas medias blancas, y una camisa con corbata. Con tacones y con la cara en alto, la miraban y susurraban.

"Es ella"

"Ella es la nueva líder, es la que compró el lugar, la nueva encargada"

Miraban sus ojos que amenazan con la muerte, miraban sus uñas, lo suficientemente grandes para cortar la piel, pintadas de color piel con escarcha, miraban sus anillos, hermosos, pero letales si te golpean.

Todos pasaban a su lado, no parecían tenerle miedo, no había golpeado a nadie, y no había nada que causara terror, era su primer día. Según ellos, ella sería igual que el anterior líder, solo que más... "Amable"

Y por su pensamiento estúpido, cometieron el peor error, de sus vidas, y es así, la gente cree que puede hacer lo que quiera, que ellos tienen el derecho de llamarse así mismos "Lideres" o, de mejor manera "El karma" pero nadie puede denominarse de esa manera.

Nadie tiene el derecho.

Fue así, como cometieron su error, fue así como todo fue en picada, para ellos, claro esta, por que el Karma no solo da sufrimiento, también da alegrías.

Por otra partes, dos chicos cerraban los ojos, les dolía, lo odiaban, y pensaban si llegaría el día en el que aquel deseo que pidieron la primera vez en la que empezaron a sufrir se cumpliría, aunque las esperanzas no están presentes.

Las risas sonoras, las lágrimas que recorrían las mejillas del haitani mayor, por tener que ver ese tipo de escena, los otros chicos que veían y pensaban "Algún día yo estaré ahí" el dolor de los compañeros de no poder hacer nada por sus amigos, el sonido de los quejidos, los gruñidos, los gemidos, todo mezclado.

La saliva, el sudor, las lágrimas, el semen, todo eso, y más.

Y por fin, por primera vez, y por última, todo se detuvo, hubo una pausa, hubo una alegría, de que todo había terminado.

Pues la puerta se abrió con un abrupto golpe, una mirada de ojos negros superior y fulminante se asomaba por la habitación.

Tres hombres, con armas y bastones, estaban al lado de la dueña de la mirada. Y por primera vez, y única ves, el mundo cumplió el mayor deseo, y les recordó a los seis chicos, que ahora había un nuevo comienzo.

__ Que... Coño, Crees que haces — Su voz como cuchillas atravesaron los oídos de los culpables de tanto sufrimiento. No parecía ser una pregunta.

La chica tenía los brazos cruzados por debajo de los pechos, marcando más superioridad, con los ojos clavados en la enseña y el cuerpo tenso.

El sonido de cómo tragaba saliva fue algo tan satisfactorio, los nervios que recorrían la sala, las miradas que suplicaba por ayuda, y aquella persona que parecía que desde ese momento su actividad favorita era torturar a la gente.

Dio un paso adelante, miró fijamente a uno de los presentes, este le mantuvo la mirada, esperaba el momento en el que ella le dijera que era una broma que una banda de criminales no le importaban, que continuará.

Trató de decir algo, pero en solo segundos su cabeza estaba postrada en el suelo, con las manos en la espalda, y un pie en su cabeza.

__¿Te atreves a mantenerme la mirada? A mi, que soy superior a ti en todo aspecto. ¿Te atreves a dirigirme la palabra sin mi permiso? Cuando solo una letra que salga de mi boca tiene más poder que todo una mierda que tu digas. Veo que tienes huevos, ¿Qué tal si te los quitamos?

Oh, ella era diferente, todos miraban como mantenía su postura, sus ojos, sus labios fruncidos, todos se daban cuenta que ella no era amable, no como ellos pensaban, y no tardarían mucho, en darse cuenta de que ahora, ellos vivirían en el infierno.

__¿Te crees mucho? Crees que puedes hacer.... esto, ¿Crees que lo permitiré? Oh no, no estas ni cerca, hazlo de nuevo, ¿Eres capaz de hacerlo? Levántate y vuelve a violarlos.

El joven no se movió, no podía, tenía un arma apuntando a su cabeza y cualquier movimiento podría ser letal.

__¿Por qué no lo haces? - No respondió - Ya veo... No puedes, es injusto, te pregunto y te ordeno algo que si llegas a hacer mueres. Pero... aquí mi pregunta es, y esta la contestas, ¿Tu tienes el consentimiento de ellos?

Un silencio brusco golpe, fue cortado por el guardia que ya alistaba su arma para disparar.

__No. -Respondió con un temblor en la voz.

_ Conque no... Bueno, en ese caso - Volteo levemente su cabeza a la izquierda con una sonrisa maligna - Yo no necesito de tu consentimiento, para que mis guardias... Te violen ¿Verdad?

Ella era amable, claro que sí, pero, no lo suficiente, al menos no para aguantar un tema de este tipo, ella era calmada, pero no lo suficiente para no querer venganza.

Y así como una vez, un joven de cabellos morados, estuvo en esa cama desnudo, y rogando por que se detuvieran, ahora en esa misma cama se encontraba otro hombre, que había causado tanto sufrimiento. Esperando el momento en el que su infierno empezara.

Pero, ella no empezaba, ella no estaba dando la orden, no por amabilidad, o arrepentimiento, más bien por que. Tenía un plan mejor.

Amarro al hombre en la cama, lo dejó ahí y no le puso mayor cuidado, sus ojos que parecían ser fuego, pasaron sorpresivamente a los ojos de un ángel, mirando con ternura a Rinduo y a Kokoni. Los tapó con dos toallas que le habían traído con anterioridad.

Desamarro a los demás y con una sonrisa seco las lágrimas del mayor.

—Llevenlos a los baños, vendan las heridas, y denles ropa limpia. — Ordenó, sus ojos se dirigieron a los otros chicos, esta vez con una mirada asesina — Por otra parte, quiero escuchar sus gritos, hasta mi oficina. Y en la cena, ustedes serán el ejemplo de lo que pasa si se meten conmigo.

No había manera de narrar correctamente, el sentimiento de horror, satisfacción, y venganza que se mezclaba en aquella habitación. Una presión sin límite y unos ojos que ni respiran permitía.

Un día ella preguntó "¿Por qué existes? Cual es tu función además del sufrimiento"

A lo que él respondió "Si tu me ves como sufrimiento, es tu opinión, pero yo estoy aquí para reiniciar lo que tu haces a diario, para mejorar, lo que tu creaste, para dar un nuevo comienzo a lo que tú arruinaste. Y si, en ocasiones tu haces feliz a la gente, pero también tu, los haces sufrir" Ella era la vida.

El la muerte. 

Cerraduras  |BotenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora