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Idiota, esa es la palabra exacta para describir a mi padre. Ahora mismo nos encontramos en una estúpida y ridícula discusión, ¿quieren saber cuál es la causa?, solo presten atención.
—¡¿Por qué no?!—pregunté alterada.
—Baja tu tono de voz conmigo, ¿Qué haces todas las mañanas?—preguntó papá.
—Dios, solo reparto unos estúpidos periódicos. ¿Qué importa ahora?—pregunté.
—Ni siquiera me pediste permiso—dijo papá.
—Ni siquiera estas en casa, ¿cómo voy a pedirtelo?—dije.
—Mañana no irás, te quedarás en casa—dijo dando un sorbo a su cerveza.
—¿Qué? ¿Por qué?—pregunté.
—Por no pedirme permiso, ahora ve a tu habitación—dijo papá.
Lo miré con enojo, hasta creo que me convertiría en Hulk. ¿Pedirle permiso?, pero por favor, lo odio.
—Te odio, el papel de padre te queda horrible—dije.
—El papel de niña irrespetuosa te queda horrible, ¡ve a tu cuarto!—gritó.
Subí rápidamente, antes de dar un puertazo grité.
—Te odio, te odio—grité y finalmente cerré la puerta.
Me senté en mi cama, no iba a llorar, no debía darle el gusto. Música, música fuertemente se escuchó en la sala, eso significa una sola cosa, se podría a beber...por suerte Eddie estaba en casa de Gwen.
—¿Niña irrespetuosa, yo? por favor—bufé frustrada al recordar sus palabras.
Un sonido extraño me hizo voltear, provenía de la ventana. Es como sí...estuvieran tirando pequeñas piedras, ¿Quién diablos?.
Me acerqué lentamente, rompen mi ventana y les rompo la cara. Es decir, ¡están caras!.
Cuando ya estaba allí, abrí la ventana y yo me llevé una sorpresa.
—¿Qué haces aquí? estás loco, es muy tarde—mentira, ni siquiera sabía que hora era.
—Son las cinco—dijo Billy.
Me di la vuelta y el reloj que colgaba en mi habitación, eran las cinco justamente.
—Bien, ¿pero que haces aquí?—pregunté.
—Un pajarito me dijo que estarías aburrida en casa—dijo.
—Miente, estoy perfectamente aquí—dije.
Antes de que Billy dijera algo, una botella de vidrio de escuchó romperse. Gracias papá.
