𝐒𝐞𝐢𝐬

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—¿Cómo eres tan buena en esto?— preguntó Tzuyu realmente interesada—sí te apasionara este trabajo sólo imagínate las posibilidades.

—Gracias, Tzuyu—respondió con una sonrisa manteniendo su vista en el camino.

—Nunca lo habría descubierto— agregó emocionada, comenzando a admirar laboralmente a Minatozaki Sana— y tú lo hiciste en... —contó con sus dedos— menos de cinco minutos.

—Supongo que así fue—respondió un tanto indiferente. No le gustaban mucho las adulaciones— cuando lleguemos necesitaré que sigas el hilo a exactamente todo lo que yo haga— dijo— ¿Entendiste?

—Lo que tú digas —asintió llevando el revés de su mano a su frente al estilo militar. Sana sólo le dedicó una pequeña sonrisa sin decir una palabra más hasta que llegaron a la preparatoria. Al estacionar el auto se dirigieron a la entrada de la institución la cual estaba custodiada por un guardia de seguridad, aquello le pareció interesante a la abogada.

—Disculpe —sonrió falsamente—¿Aquí puedo encontrar al entrenador del equipo de futbol?

—¿Se refiere al señor Marcus?—preguntó el hombre educadamente. Sana asintió, ya tenía el nombre de su sospechoso— sí, adelante. Debe estar en la cancha de básquet —dijo antes de indicarles hacia donde tenían que dirigirse.

—¿En qué mundo te dejan entrar tan fácilmente a un lugar así?— le susurró Tzuyu mientras caminaban hacia la cancha.

—¿En qué mundo sospecharían mal de una cara bonita?— preguntó Sana de vuelta. La mayor le dio la razón tratando de entenderla — quiero que grabes la confesión.

—¿Confesión? —preguntó sin entender, a lo que Sana sólo asintió entregándole una pequeña grabadora desechable.

Al llegar a la cancha pudieron visualizar al tal Marcus, un hombre mayor con traje deportivo, incluso tenía una gorra en su cabeza y un silbato colgando de su cuello. Caminaron hacia él ignorando las miradas de los estudiantes que jugaban básquet.

—¿Señor Marcus?— preguntó Sana sonriendo falsamente, de nuevo.

—Soy yo —asintió mirándola. Sana memorizó su rostro.

—Usted debe ser el entrenador de aquí, verá, mi amiga y yo estamos buscando nuestros trajes de porristas— sonrió sonando inocentemente convencida— ¿No los habrá visto?

— ¿Ustedes?—preguntó el hombre analizándolas disimuladamente. La mayor lo notó y se sintió incómoda—¿Tienen diecisiete años?—preguntó sin poder creerlo, desconfiando un poco.

—¿Cómo lo supo?—preguntó fingiendo sorpresa, se lo hacían tan fácil.

—Nunca las había visto en esta preparatoria —dijo cruzándose de brazos.

—Eso es porque nosotras no estudiamos aquí precisamente, lo verá por nuestra vestimenta— respondió actuando como una adolescente malcriada, inspirada en Tzuyu— y puede que en el último juego hayamos dejado nuestros uniformes aquí—se encogió de hombros fingiendo vergüenza— estudiamos en la preparatoria del sur.

—Ya veo— respondió suavemente—de hecho allí será el próximo partido—sonrió acercándose un poco— de hecho el juego es el viernes por la noche ¿Estarán allí?

—Oh señor Marcus— respondió Sana— creo que no, no tenemos nuestros uniformes ¿O tú tienes otro, Sandra?—miró a Tzuyu quien sólo negó con su cabeza sin saber qué más hacer.

—Los uniformes no serán necesarios— asintió— ¿Saben dónde queda central park?— preguntó. Sana no pudo evitar reír al escuchar el lugar donde el asesino dejaba los cadáveres salir de su boca.

𝐏𝐚𝐩𝐞𝐫 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora