Treintaicuatro

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Día de la boda, día del parto.

—¿Dónde está Sana? —le preguntó Tzuyu muy nerviosa, debido a que era el día de su boda —¿Dónde está? —volvió a preguntar preocupada. YiCheng apartó su mirada de las listas que leía para dedicarle toda su atención a su hija, reconociendo aquel tono en su voz.

—Sana está con Dustin y Mark en camino —le respondió su padre. Tzuyu mordió su labio —¿Qué te preocupa?

—¿Y sí se arrepiente? —preguntó en un susurro mientras que acercaba sus manos a su boca. YiCheng sonrió ante esa disparatada idea, Sana adoraba a su hija —¿Y sí decide darle otra oportunidad a Mark? —volvió a preguntar —¿Y sí me deja? —sus ojos se cristalizaron con esa pregunta.

—Tzuyu, por favor —rió un poco, sin embargo entendía a su hija, tenía miedo de perder al amor de su vida —Sana te ama muchísimo y yo he sido testigo de eso. El pequeño Dustin nacerá muy pronto, y tú eres su mamá también ¿O se te olvida? —los ojos de Tzuyu se sintieron angustiados al pensar que Sana podría irse con el bebé y dejarla sola —Sana decidió pasar el resto de su vida junto a ti...

—Primero decidió hacerlo con Mark —interrumpió mirándolo fijamente, entonces YiCheng sonrió.

—Y tú con Taehyung —fue la respuesta que hizo sentir confusión a Tzuyu.

—Pero Taehyung me dejó y... —intentó contradecir antes de rendirse ante la mirada de su padre y suspirar —no puedo hacer comparaciones. Sana no es como Taehyung, y el día en que me dejaron plantada fue el mismo día en el que ella perdió a su hijo —volvió a suspirar —Sana me ama porque decidió darle otra oportunidad a ser feliz —YiCheng asintió viendo cómo su hija volvía a sonreír —te quiero, papá —le dijo antes de abrazarlo y que él le correspondiera de inmediato —gracias —susurró. YiCheng cerró sus ojos, ese día le entregaría el amor de su vida al amor de la de ella, confiando ciegamente.

—¡Voy a llegar tarde a mi propia boda! —desde el asiento de atrás soltó Sana por enésima vez, fallando en alterar a Mark quien iba conduciendo tranquilamente —¡¿Podrías acelerar?! —Mark se limitó a reír.

—No puedo conducir encima de los demás autos, cariño —respondió en una risa, había mucho tráfico —no es apropósito.

—¡¿Cómo qué no?! —volvió a soltar.

—Sana, cuidado con Junior —sugirió Dustin desde el asiento del copiloto, preocupado por una de sus mejores amigas. Sana lo miró a través del retrovisor y el chico sintió escalofríos —solo digo —dijo casi inaudible encogiéndose en el asiento.

—Amor, tranquila —le pidió Mark, quien después de tantos años no podía dejar de llamarla por apodos cariñosos, claro, creía que se los diría por el resto de su vida —ya vamos avanzando —dijo a menos de 20km/h pues el tráfico no dejaba que fuera más rápido —más rápido que el viento —rió ante su magistral chiste.

—Recuérdame por qué no estoy conduciendo yo, por favor —dijo Sana recostando su cabeza en el asiento, cerrando sus ojos para intentar tranquilizarse.

—Dustin es un niño muy grande —respondió Mark en otra risa. Sana sonrió a pesar de estar estresada, su ex esposo al fin parecía estar genuinamente feliz desde la muerte de su hijo —y no te permite caber en el asiento —el ceño de Sana se frunció mientras que Dustin intentaba contener su risa —soy el mejor —dijo orgulloso.

—¿Crees que mi hermanita haya venido? —preguntó Sana calmadamente, en ese momento Mark dejó de reír —yo les envíe las invitaciones, pero sinceramente solo me importa que venga mi hermanita —el hombre asintió.

𝐏𝐚𝐩𝐞𝐫 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora